Sucedió en vísperas de Navidad, cuando un hombre caminaba por las calles de El Mante; iba pensativo y cabizbajo por su problema, pues ya estaba próxima la fecha y no tenía dinero ni para cenar menos para dar obsequios o comprar un pino navideño.
Caminaba por la calle viendo la felicidad de los demás, hombres y mujeres, grandes y chicos salían de tiendas con regalos.
Otros, comentando que iban a cenar pollo y unos más, tamales. Paso a paso veía gente riendo porque iban a viajar o esperaban las visitas de sus familiares, que siempre llegaban cargados de regalos.
Mientras interiormente se preguntaba, “¿por qué la vida es tan injusta?, mientras hay gente que tiene mucho, somos muchos los que tenemos poco y mucha gente no sabe ni qué hacer con su dinero y nosotros buscamos tener dinero para poder hacer algo”.
Así, transcurrieron los minutos hasta que se sentó en una banca de la plaza principal, cuando vio a lo lejos un hombre vestido de Santa Claus, con su inconfundible traje rojo, su barba blanca y con su clásica risa, quien volteó a verlo y le dijo, “ahorita voy contigo amiguito”.
El hombre sorprendido, volteó a ver a su derecha, luego a la izquierda, detrás de él y nada, ningún niño o niña estaba cerca, en ese momento el hombre vestido como Santa ya estaba frente a él.
“¿Cómo estás?, le dijo, sé de tus necesidades, ¿cuántos hijos tienes?” Balbuceando y sorprendido el hombre respondió: “tres”; entonces Santa sacó tres regalos del costal y de pasada también le entregó un sobre.
Vio los regalos, miró el contenido del sobre y observó varios billetes y le preguntó al hombre de la barba blanca, quien solo le respondió: “es para que pasen una feliz Navidad”, mientras se alejaba del lugar.
Incrédulo volteó a mirar lo que el hombre le acababa de entregar y luego regresó la mirada buscando a Santa Claus, pero ya se había desaparecido.
Con lo que Santa le entregó pudo comprar el pino navideño, dio regalos a sus hijos y a su esposa y disfrutó de una rica cena de Navidad.
La misma historia se repite entre las leyendas de Tamaulipas, la gente asegura que una persona disfrazada de Santa les dio juguetes y dinero para disfrutar la Navidad.
Historias donde solo cambia la persona que ve a Santa, hombre o mujer, abuelito, abuelita, así lo cuenta la gente, que asegura que los días antes de la Navidad se aparece por diversos rumbos de El Mante.
Algunos habitantes señalan que el hombre es una persona rica que se disfraza de Santa Claus para ayudar a la gente que ve triste para que pase una feliz Navidad.
Mientras, los más grandes de edad comentan que es el fantasma de Santa Claus que se aparece para llevar un poco de felicidad en Navidad y las historias quedan entre las leyendas de Tamaulipas que se cuentan.
EAS