Una de las casonas más emblemáticas del centro de Tampico, imponente desde la calle Alarcón, esta vieja construcción que está llena de leyendas, desde apariciones fantasmales hasta un homicidio.
Tan solo la arteria donde está ubicada lo dice todo, la Amargura, así se le conocía antes a la Alarcón, pero esa es otra historia, la de esta casa empieza en 1913, cuando un español de nombre Domingo Moreno, que tiene títulos nobiliarios, construye un chalet en esa esquina; estaba casado con Felipa Bustos, comenta el investigador y fundador del colectivo cultural "Historias del Puerto", Miguel Hernández, quien junto con el fallecido cronista de Tampico, Marco Flores, recabó información sobre esa propiedad.
En todo su esplendor la antigua casona tenía una espaciosa sala central, tres recámaras y un comedor, en el techo una enorme lámpara de araña y dos hermosos querubines pintados, cerca del techo había una especie de barrera de madera, desde donde se podía observar los bailes que se realizaban en el lugar.
Hay algunas hipótesis que indican que incluso este tipo de construcción tan grande no estaba permitida en esa época en el centro de la ciudad. La propiedad también contaba con un manantial que se hizo más profundo para la edificación de la casa.
Luego la familia Moreno Bustos se va de Tampico y deja la propiedad a su hija Rosario y de ahí toma el nombre de Quinta Rosario, que es como mucha gente la conoce.
Miguel Hernández explicó que luego fue vendida y pasó a manos de un ingeniero italiano, luego llegó a vivir en el lugar un criminólogo de nombre Alfonso Quirós Cuarón, tío del cineasta Antonio Cuarón, que ocupó el sótano para hacer reuniones de hombres y mujeres de la logia masónica.
Más tarde el criminólogo renta la casa a una mujer y de ahí se desprenden algunos comentarios de que la propiedad se convirtió en una casa de citas, sin embargo el investigador asegura que no fue así, pues la zona de tolerancia estaba en el barrio de la Unión, hoy conocido como la colonia Del Pueblo.
Luego de que la mujer desocupó el lugar, la vivienda pasó a manos de unas maestras, que la dividieron para poder rentarla, pero en ese momento comenzó a decaer la vivienda, de ahí pasarían muchos años antes de que fuera ocupada otra vez.
Ya en los años 90 se trató de recuperar la propiedad e inclusive se hicieron algunos arreglos, ahí se instaló una escuela militarizada, entonces los vecinos pensaron que la casa volvería a su máximo esplendor, pero esto no fue así pues de alguna manera el proyecto no funcionó.
Entonces se volvió a quedar sola, sin embargo ahí comenzaron algunas leyendas de la propiedad, pues los vecinos comenzaron asegurar que se veían figuras de mujeres al interior, además de escuchar lamentos, eso fue aprovechado para que mucha gente ingresara, algunos para dormir, otros para jugar a la ouija y/o quienes incluso hicieron brujería.
Es un motivo que los propietarios del lugar se vieran obligados a contratar un velador, que cuidara de la propiedad, sin embargo en 1996 fue asesinado en manos de un joven, que presuntamente era homosexual, los residentes cercanos no daban crédito, entonces se ganó el apodo de “la casa del diablo”, esta última versión es de los vecinos.
Por mucho tiempo estuvo abandonada y su aspecto deteriorado se acentuaba con la maleza acumulada, los árboles acrecentados, sin ningún tipo de mantenimiento, hasta que en el 2019 una inmobiliaria anunció que el lugar sería restaurando, pues se quería convertir en hotel o restaurante, sin embargo Desarrollo Urbano del municipio acudió a clausurar el lugar, pues no se contaban con los permisos en regla para la ejecución de los trabajos, y aunque su dueño fue convocado por el ayuntamiento, este no se presentó y los trabajos siguen detenidos.
En la actualidad hay un hombre, vestido de vigilante que resguarda el lugar, justo el jueves estaba haciendo labores de limpieza a la casona, que se resiste a ser habitada de nuevo.
EAS