En el corazón del municipio de Tepeyahualco, en Puebla, se localiza la Hacienda Tepetlcalli, construida en 1870, cuyas paredes son testigos del México de ayer y sus rincones, escenarios perfectos para conocer la obra del pintor español Salvador Dalí.
Este inmueble posee un espacio con el que se pretende detonar el turismo en la región, gracias a que es hogar permanente de 14 obras auténticas del artista surrealista.
La Sala Dalí rinde homenaje al originario de Figueras, España, y a otros artistas de la misma corriente, como Leonora Carrington o Sergio Bustamante. Este lugar alberga cerca de 70 piezas de arte surrealista, entre ellas los 14 dibujos originales y certificados de Dalí.
En lo que actualmente es un hotel, museo y spa, se pueden apreciar estas obras gracias a Juventino Limón, quien se hizo acreedor de este pequeño tesoro hace más de 60 años, informó Verónica Araceli Álvarez García, directora del hotel.
Asimismo, narró que la historia de la hacienda comienza en el año de 1625, cuando la familia Limón decidió asentarse en la región: “Don Pascual Limón y doña Cornelia Cruzado empiezan a construir cuando nace su primogénito”.
En 1870, ya está en pie la casona. Con el paso de los años y la llegada de sus diez hijos, la propiedad comenzó a crecer hasta convertirse en una pequeña hacienda. Al llegar la Revolución, la familia decidió mudarse a Ciudad de México, por lo que quedó abandonada por más de 20 años.
En 1937, el hijo menor del matrimonio, Juventino Limón, volvió y se dedicó a rescatar la propiedad. Fue hasta 2006 cuando se llevó a cabo un proceso de reconstrucción y remodelación para convertirlo en el actual hotel-hacienda, en busca de mantener su diseño original.Ya como hotel inició operaciones en 2010 bajo la dirección de Vinicio Limón Rivera, hijo de don Juventino.
Álvarez García explicó que don Juventino también dejó un gran legado en la zona, y es haber sido parte fundamental del descubrimiento e investigaciones de la zona arqueológica de Cantona.Por esta razón, el hotel tiene un museo en el que se exhiben gran parte de las piezas que él mismo encontró.
Mencionó que Juventino Limón pudo registrar cerca de 5 mil piezas prehispánicas ante el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) tras 50 años de investigación.Actualmente, estas piezas están bajo el resguardo del museo de la hacienda, aclaró Álvarez García.
Respecto a las obras de Dalí, contó que don Juventino fue un hombre muy sociable, quien tuvo amistad con los principales historiadores contemporáneos de México, así como con personas que se encontraba en sus viajes.
Fue así como conoció a David Keymolen, un refugiado belga que vivió en Estados Unidos y con quien entabló una amistad en su paso por el país. Este extranjero era admirador de Salvador Dalí y lo conoció cuando todavía no figuraba en la mira internacional.
Como producto de esa amistad, el belga logró hacerse de una serie de dibujos que hizo el pintor sobre la obra del Quijote de la Mancha.En un viaje de Keymolen a México, éste conoció a Juventino Limón, quien le invitó a pasar una temporada en su propiedad. Para continuar con su marcha, el europeo decidió vender al poblano las 14 obras, las cuales quedaron guardadas entre sus pertenencias en uno de los tapancos de la hacienda.
Ahí permanecieron en secreto por más de 60 años, hasta que fueron descubiertas este año por sus hijos, cuando inspeccionaban las pertenencias de su padre ya que pretenden realizarle una biografía.
Por este motivo decidieron abrir la sala especial a Salvador Dalí, sumándose así a los contados museos fuera de España que alojan obras del pintor. Esta se inauguró el pasado 1 de octubre y se determinó que fuera de forma permanente.
“El secreto mejor guardado de Puebla”
Situado a menos de 90 minutos de las ciudades de Puebla y Xalapa, este parador está rodeado de campos que parecen extenderse hasta el infinito, cielos claros, antiguos molinos y construcciones que cuentan historias de otro tiempo, no por nada se promociona como “El secreto mejor guardado de Puebla” y el municipio es nombrado como “La región de la casa del sol”.
“El hotel está dividido en tres secciones, la primera fue la casona donde habitaron los primeros Limón o a los que se les construyó la casona. Esta parte era sembradío, desafortunadamente quedó dividida la hacienda a raíz de la Revolución”, explicó Verónica Araceli Álvarez.
La directora del hotel resaltó que ambas zonas están unidas actualmente por un túnel que pasa por debajo de la calle: “Esa área era parte de las granjas y llegaba a diferentes solares. En la segunda sección se da el servicio de spa y al fondo está un temazcal y la alberca”.
Además, dio a conocer que para alojar a sus huéspedes se han diseñado tres áreas temáticas: hindú-mexicana, holística y surrealista. Añadió que la hacienda dispone de 32 habitaciones con una decoración única que varía según el área donde el huésped se encuentre.
Estos espacios están distribuidos en diversas categorías: habitaciones dobles y sencillas, junior suites, máster suites, suites triples y la habitación presidencial, que cuenta con un jacuzzi y un árbol en su interior.
Asimismo, tiene una amplia propuesta gastronómica y esta se ofrece en dos espacios. Uno de los restaurantes se llama Viento, está rodeado de la naturaleza y con una zona aislada en un segundo nivel que ofrece un panorama de la hacienda, todo ello entre copas de árboles. Ahí se ofrece cocina de autor.
En tanto, el restaurante Fuego, dedicado al dios Huehuetéotl, basa su menú en carnes, cortes y todo aquello que requiera brasas para su preparación. Entre sus platillos destaca el jabalí. En la entrada se encuentra una figura en piedra de esa deidad, una de las más antiguas en Mesoamérica.
Entre las experiencias que se ofrecen están las catas sensoriales. Una de ellas es en torno al vino, que se realiza en una cava subterránea que aloja los cinco tipos de etiquetas de la casa. Estos se combinan con una degustación con quesos de la maestra quesera Flor Balderas, conocida como “Florecita Quesera”.
El hotel también es el hogar de los licores Teocalli, elaborados de forma artesanal desde hace diez años con frutas de la región y bajo la supervisión del cronista Erwin Otilio Limón Rivera.Además, para los eventos privados está disponible el comedor de Doña Sara y las deliciosas propuestas de mixología de su bar de shisha.
También cuenta con la Cava de Don Juvencio, donde hay una vasta lista de los vinos y licores más destacados del mercado.Para hacer más grata la estancia, se ofrece una experiencia de bienestar, que consiste en diversos tipos de masajes, área de vapor, jacuzzi, temazcal, basado en la ceremonia ancestral y dirigido por chamanes locales; y spa, donde se ofrecen tratamientos especializados para revitalizarse en alguna de sus tres cabinas.De igual forma, hay un huerto que se puede visitar y el cual abastece a las cocinas de la hacienda.
Respecto a su museo, es un recorrido de sus propietarios a través de fotografías y donde se puede conocer, a la vez, el estilo de vida de estas generaciones y del país mismo. A la par, en distintos rincones del hotel se expone una amplia colección de arte y arqueología prehispánica, resultado de la gran pasión de don Juvencio Limón. Hoy, se calcula que la colección cuenta con más de 5 mil piezas.
Otros atractivos son su molino, la alberca techada, su capilla y las áreas para relajarse. En el área comercial, hay espacios para la celebración de servicios y eventos sociales. Uno de ellos es un amplio jardín y áreas verdes; el otro es un vistoso salón estilo palapa. Ofrece también diversas áreas para la realización de todo tipo de eventos, con capacidad de 16 a 200 invitados.
Dentro de su gama de servicios existe la “Noche de las estrellas”, una vista espectacular de la bóveda celeste que combina rituales espirituales con observación de estrellas en compañía de un astrónomo profesional, acompañado de suculentos manjares.
Por último, también están disponibles diversos recorridos turísticos por los alrededores, uno de ellos incluye la visita a la zona arqueológica de Cantona, que se ubica a tan solo 15 minutos; otro a las lagunas de Alchichica y Atexcac; y una más a las antiguas haciendas.
AFM