Hace 12 años, Priscilla San Martín decidió profesionalizar su gusto por rescatar perros - un aspecto de su vida que data del 2004, año en que su primera mascota llegó a su vida y tomó consciencia de que existían miles de canes vulnerables en las calles - y fundó Manada San, refugio que actualmente se ubica en el municipio de Tlalmanalco, Estado de México.
La amante de los animales recuerda que el primer 'mejor amigo del hombre' que salvó de un destino probablemente trágico fue Chispa: "Luego vino Lilo, Choky, Amadeus y más historias que tratamos de cambiar".
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"Nuestra misión es rehabilitar a los peludos tanto física como emocionalmente, esterilizarlos, desparasitarlos y vacunarlos para después buscarles un hogar", señala la descripción en redes sociales del refugio, que también tiene como cabeza al esposo de Priscilla, Alberto.
Luchando contra el maltrato
"Apenas se estaba fraguando la cuestión de Facebook y las redes sociales, entonces era mucho más difícil colocar chaparros en adopción, conseguir donadores, hacer difusión, consciencia y emitir mensajes", recuerda la fundadora sobre el génesis del proyecto.
Aunque las dificultades no han parado, al contrario; debido a que el número de perros rescatados no deja de aumentar - el conteo actual es de 360, la mayoría de talla grande -, "es imposible que te quedes sentado: es darles de comer, lavar los platos, lavar cobijas, acomodarlas, bañarlos".
Priscilla también señala que por la pandemia de covid-19, "la gente que nos donaba se quedó sin trabajo, algunos fallecieron, a otros les recortaron el sueldo. Y vimos un incremento en el abandono considerable; me atrevería a decir que es entre un 30 y 40 por ciento comparado con otros años".
"Conforme han pasado los años, las historias son más, pero también más crueles; la gente ha ido tomando consciencia, pero el grado de maltrato también se ha incrementado. Estamos luchando con la balanza".
La búsqueda constante de apoyo
Aunque durante los 12 años en activo del proyecto muchas personas de buen corazón se han acercado para ayudar, también hay quienes "se han ofrecido a regalarnos terrenos, pero son estafas o simplemente desaparecen".
"Hasta ahorita no hemos encontrado un lugar más barato; ni donado, ni alguno que podamos adquirir a través de un préstamo. Siempre estamos trabajando en juntar la renta cada mes", cuenta Priscilla sobre el terreno de una hectárea donde tiene su sede actual Manada San.
Respecto a si el refugio ha contado con apoyo del gobierno, la activista canina responde que "ha sido nulo en todas las esferas: federal, estatal y local".
"Se han encargado de saturar el albergue. Van 2 veces, en esta administración y en la pasada, que con engaños me llevan perros; la primera vez me llevaron 12 peros y el año pasado 9 perros, que porque les iban a hacer una inspección sanitaria para darles una especie de certificación de Pueblo con encanto, algo así, y no quería ver perros en el centro. Al principio me dijeron que se iban a hacer cargo, pero nada: los perros siguen conmigo, no nos dieron ni una croqueta", revela.
Por el momento, los casi 400 canes se sostienen a través de ventas con causa, rifas, benefactores y donaciones.
El amor por los animales
"Van 4 veces que han querido incendiar el albergue, la última vez fue el año pasado. Alguna vez también hubo detonaciones en la parte de atrás porque se querían meter. De ahí en fuera, creo que el mayor problema con los vecinos es que me llevan perros y perros: me avientan cachorros, los dejan amarrados con cables, cadenas... De verdad están imparables, ni siquiera es para dejar un costal de croquetas o dar la cara", cuenta Priscilla.
Por esta saturación, la activista señala que ahora sólo rescatan canes en situaciones muy graves o urgentes.
Otro aspecto que ha complicado la salida de los perros a hogares es la dificultad de "encontrar buenos adoptantes, porque la situación no es entregárselos a los primeros que veas. Me puedo ir a un parque y entregar 15 perros, pero no se trata de eso. Involucras muchos sentimientos como para entregarlos así, entonces encontrar al adoptante ídeal es complicado".
Pero a pesar de tantos contratiempos, de que "no hay dinero que alcance, no hay insumo que alcance, todo se va como agua", San Martín señala que Manada San no sucumbirá mientras ella viva, pues su motivación por salvar perros es inagotable: el amor.
yhc