El cáncer es una enfermedad que puede afectar a cualquier persona, sin importar su edad o ubicación geográfica.
En el caso de Johanna Mendoza, una joven de 25 años proveniente de California, su encuentro con esta enfermedad comenzó durante unas vacaciones en México a fines de 2021.
Lo que inicialmente parecían ser pequeños puntos rojos en su piel se convirtieron rápidamente en una lucha contra un tipo de cáncer extraño, así lo compartió en el medio Today.
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Joven es diagnosticada con cáncer luego de sus vacaciones por México
A finales de 2021, Johanna Mendoza, de 22 años en ese momento, se encontraba disfrutando de unas vacaciones en México cuando notó la aparición de pequeños puntos rojos en su muñeca.
"Pensé que tal vez había comido algo que no era bueno para mi cuerpo", comentó la joven de 25 años de Inglewood, California, en una entrevista con Today.
Aunque nunca había experimentado alergias graves, al ver las manchas rojas en su piel, inicialmente pensó que podría ser una reacción a algo que había comido. Sin embargo, la preocupación aumentó cuando las manchas se extendieron por todo su cuerpo.
Tras una visita al médico en México, se le diagnosticaron niveles bajos de plaquetas, células en la sangre que ayudan con la coagulación y que en cantidades bajas pueden indicar un problema médico.
Al regresar a California, visitó la sala de emergencias nuevamente, donde los médicos confirmaron sus preocupaciones y le realizaron más pruebas, donde incluso reveló que no la dejaban irse a casa.
“De hecho me dijeron que no iba a poder volver a casa. Querían que me quedara toda la noche para hacer más análisis de sangre", recuerda. Después de más pruebas, Mendoza recuerda que el médico le dijo: "Veo algo preocupante, pero no quiero decírtelo todavía hasta que obtenga un resultado positivo".
Los resultados fueron devastadores: Mendoza tenía cáncer de sangre y médula ósea de rápida progresión, conocido como LLA: "Definitivamente me sorprendió... Definitivamente fue aterrador", dice.
Durante más de dos meses, necesitó permanecer en el hospital, recibiendo numerosas transfusiones de sangre para aumentar su recuento de plaquetas.
La situación la dejó atrapada en la habitación, luchando con la realidad de su enfermedad y la necesidad de mantenerse aislada para proteger su sistema inmunológico comprometido.
Después de un tiempo, su recuento de plaquetas finalmente alcanzó niveles aceptables y pudo regresar a casa. Sin embargo, su batalla aún no había terminado.
Mendoza necesitaba someterse a quimioterapia y a un trasplante de médula ósea para tener una oportunidad de recuperación.
Inicialmente, había esperanzas de que su hermana gemela pudiera ser la donante adecuada, pero descubrieron que no eran compatibles.
Lo mismo ocurrió con su medio hermano. Ante esta situación, los médicos la inscribieron en un ensayo clínico que buscaba coincidencias parciales para personas que necesitaban trasplantes de médula ósea.
"Definitivamente fue un proceso duro para mí", reflexionó Mendoza sobre su experiencia.
Catherine Vega; la estudiante que salvó la vida de Johanna
Cuando Catherine era estudiante de primer año en la universidad, envió una muestra de saliva a Be The Match, una organización dedicada a facilitar trasplantes de médula ósea para pacientes con enfermedades potencialmente mortales.
Cinco años después, recibió una llamada que cambiaría la vida de Johanna Mendonza ya que era compatible con la joven que necesitaba del trasplante.
Con una actitud decidida y altruista, Vega no dudó en dar un paso adelante para ayudar. Después de someterse a análisis de sangre y recibir inyecciones para estimular la producción de células madre en su cuerpo, se preparó para la donación.
El proceso, aunque largo y frío, no le hizo titubear. Sentada en un hospital durante ocho horas, permitió que las agujas extrajeran y transfirieran células madre, un gesto de generosidad que podría salvar una vida.
Para Mendoza el proceso de recibir las células madre fue el comienzo de una nueva esperanza. Después de meses de quimioterapia intensiva y la espera paciente en el hospital, finalmente pudo regresar a casa en Nochebuena, un "milagro navideño" que marcó el inicio de su recuperación.
"El trasplante es la meta", dice. “Una vez que recibí mi trasplante pensé: 'Está bien, entonces deberíamos estar bien'”.
Ahora, libre de cáncer y llena de gratitud, Johanna Mendoza comparte su historia como un recordatorio de la fortaleza humana y la importancia de no rendirse ante los desafíos.
“La vida te lanza una bola curva, pero sólo porque te la lanza no significa que tengas que rendirte... Sigue adelante y sigue aplastándolo", finalizó.