La historia de Natalia Laura González Vázquez inició como un bello cuento de amor, pero terminó en una pesadilla tras las rejas, pues ante el hartazgo de ser drogada y explotada sexualmente por su esposo Rafael Pérez González, así como sus golpes e intento de feminicidio, ella le quitó la vida a su agresor.
En entrevista para MILENIO Puebla, desde el Centro de Reinserción Social (Cereso) de Tehuacán, Natalia Laura González Vázquez narró con tristeza y sed de justicia la situación que la llevó a ser sentenciada con 20 años y ocho meses de cárcel, por lo que ha estado separada de sus dos hijos a quienes defendió de su propio padre.
Asimismo, desde Tlachichuca, Emma Vázquez Limón relató que desde hace diez años y medio su hija se encuentra presa, situación que le causó diversas enfermedades y desde esa fecha lucha contra la falta de dinero, la preocupación y las etiquetas sociales para visitarla cuando tiene recursos para pagar el camión, comprar despensa y materiales con los que hace algunas manualidades dentro de la prisión.
Desintegración de la familia
Cuando Natalia tenía 15 años conoció a Rafael Pérez, en Tlachichuca, lugar de donde es originaria. Ella trabajaba en una fonda de comida corrida en ese lugar cruzaron miradas y se enamoraron. Al poco tiempo, Rafael se llevó a la menor hasta Tehuacán para formar una familia, se embarazaron y tuvieron un niño y una niña. En ese entonces ella todavía mantenía comunicación con su familia y la visitaba en ocasiones.
Natalia Laura aseguró que los primeros años de su matrimonio era feliz, sin embargo, Rafael comenzó a tomar mucho y a consumir otras sustancias, las cuales lo llevaron a perder el control de su vida y ello afectaba a su familia.
“Vivíamos como una familia normal. A veces teníamos problemas, pero los resolvíamos. Él trabajaba y no teníamos lujos, pero vivíamos con lo necesario, festejábamos cumpleaños y lo que todas las familias hacían”, dijo.
Desde otra perspectiva, su madre afirmó: “Dos años después tuvo a la niña. Nosotros teníamos buena relación con la familia de su esposo, pero los problemas empezaron a llegar, ellos vivieron seis años felices, en su casa, con un trabajo normal, pero Rafael se empezó a hacer de dinero y cambió con mi hija”.
La madre relató que Natalia, sus nietos y su yerno dejaron de visitarla, solo en algunas ocasiones la llamaban por teléfono, pero la comunicación cada vez era menos y eso le preocupaba: “Comencé a escuchar mal a mi hija por las llamadas pero no me decía nada. Me decía que todo estaba bien y que pronto me iba a ir a visitar, pero eso no pasó”.
Rafael comenzó a prostituir a su esposa
El ambiente de Rafael Pérez lo convirtió en un adicto a los juegos de azar y cuando no tenía que apostar, les decía a sus amigos que podían tocar a su esposa. Poco a poco el nivel comenzó a incrementar, hasta que ofreció encuentros sexuales para saldar sus deudas.
“Me drogaba para perder fuerza y control. Les decía a sus amigos que se podían meter conmigo, así empezó todo, después subió la dosis y me llevaba a un bar a trabajar. Me prostituía y él cobraba todo, diario tenía que juntar mínimo 500 pesos”, relató la víctima.
Por cuatro años Rafael Pérez se convirtió en el peor enemigo de Natalia Laura, ya que la mantenía inconsciente, sin poder cuidar a sus hijos y encerrada en la casa donde vivían.
Todo cambió en enero de 2012
El 21 de enero de 2012, Natalia solo pudo trabajar poco y ganar 300 pesos, por lo que su esposo dijo que tenía que cubrir la cuota. Él le dijo que si no lo hacía, su hija de tan solo tres años la tendría que ayudar, pues en diversas ocasiones la intentó sacar de la casa para llevársela con sus amigos y, a su decir, también comenzar a prostituirla.
La discusión se volcó a una pelea, su esposo la comenzó a golpear brutalmente, sin medir la fuerza de sus puñetazos, jaloneos y patadas. El enojo era tanto que le apuntó con una pistola, la hizo hincarse y le suplicara perdón.
“Yo estaba en el suelo, haciendo lo que él me pedía para que no me matara, después no sé de dónde saqué tanta fuerza y lo empujé. La pistola salió volando debajo del sillón y él sacó un cuchillo, mismo con el que intentó matarme, me hirió en la cara, pero se lo logré quitar y se lo enterré en el pecho”.
Afirmó que la reacción fue en defensa propia, pues era su vida y la de sus hijos la que estaba en peligro. Después del acontecimiento, Natalia pidió auxilio a sus vecinos, quienes fueron testigos de la escalofriante escena en la que Rafael quedó sobre la cama sin vida.
La policía llegó a la casa donde vivían y, a decir de la entrevistada, su caso fue revictimizado, ya que pese a las marcas de agresión que tenía no le fue concedido el derecho de defenderse y hasta los mismos elementos de seguridad le aseguraron que “me pudriría en la cárcel”.
Fue obligada a firmar su condena por homicidio doloso
En su defensa, Natalia declaró que durante cuatro años fue víctima de Rafael, quien la tenía privada de su libertad y amenazada con matar a su mamá y prostituir a su hija si ella no hacía lo que él quería, por lo que decidió defender a su familia y enfrentar a su agresor, sin embargo, la situación se salió de control tras apuñalarlo.
La declaración de la joven fue tomada sin una defensa legal y cuando llegaron sus familiares, ya la habían hecho firmar su sentencia por el delito de homicidio doloso en razón de parentesco o relación, con una sentencia de 20 años con ocho meses de prisión.
Sus hijos fueron arrebatados de las manos de su abuela materna y hasta el día de hoy viven con los padres del occiso, quienes les han dado un techo, estudios y alimentación, sin embargo, les han vendido una historia falsa de lo sucedido.
La familia de Natalia fue defraudada por dos abogados
Los abogados contratados para la defensa legal de Natalia se aprovecharon de la difícil situación económica de la familia, pues incluso quisieron quitarle su casa con la promesa de sacar de la cárcel a la mujer.
“Nos han quitado muchísimo dinero, nos pedían hasta las escrituras de esta pobre casa. Nosotros no somos gente de dinero, yo no tengo para ir a ver a mi hija hasta Tehuacán, ni siquiera para mis medicinas o hay días que ni para comer”, dijo la señora Emma.
No obstante, el buen comportamiento de la recluida redujo su condena dos años, por lo que ya solo le faltan menos de ocho años con ocho meses, sin embargo, en dos ocasiones se intentó quitar la vida, pues la estancia en la cárcel no es nada fácil, más con la preocupación de perderse momentos con sus hijos y sin poder cuidar a su madre.
“La cárcel no es un escenario fácil, es un lugar donde tienes que sobrevivir todos los días. Me costó mucho adaptarme, me dieron antidepresivos, porque la situación fue muy difícil, dejar a mis hijos, estar presa por defenderme y por no alzar la voz con anticipación. Yo había puesto denuncias pero no sé porque no procedieron, también me realizaron estudios para ingresar y no hicieron nada pese a todas las marcas de violencia, abuso sexual y hasta la cicatriz por la herida que me hizo Rafael con el cuchillo”, refirió.
Piden 130 mil pesos por reparación de daños
Dentro del proceso legal, las autoridades fallaron a favor de la familia de Rafael Pérez, la cual ahora solicitan una reparación de daños de 130 mil pesos, sin embargo, es una cantidad que la familia González no tiene, ya que vive al día.
“Yo hago reparación de costuras, hago sábanas, pijamas, barberos, vendo bolsas y ropa usada. A veces las vecinas me regalan comida para llevarle a mi hija o materiales para que ella haga sus carteras tejidas, es una buena muchacha, en la cárcel terminó su secundaria, es la abanderada en la escolta, pero la cantidad que nos piden no la tenemos”, dijo doña Emma.
La madre de Natalia comentó que gasta mínimo 500 pesos para trasladarse y visitarla, por lo que cada vez que ahorra compra despensa, productos de aseo personas y materiales que le lleva al penal, sin embargo, descuidó su salud al no aplicarse su insulina y tomarse los medicamentos.
Por lo anterior, la familia de Natalia pide la intervención del gobernador Miguel Barbosa, con la finalidad de llegar a un acuerdo con los pagos o hasta la condonación de la reparación de daños que le solicitan. Asimismo, exige justicia por la joven que lleva diez años y medio tras las rejas.
Por último, la mamá pidió a los poblanos su colaboración con donativos económicos a través de la tarjeta de BanCoppel, número: 4169 1603 9949 1167, y envió un mensaje a su hija: “Hija, estamos contigo. Yo nunca te dejaré sola, aquí estaré siempre y cada que pueda te iré a ver. No voy seguido porque junto el dinero, pero vamos a estar hasta que salgas y te podamos abrazar”.
AFM