Existen diferentes variaciones de la percepción humana, pero hay una que llama la atención por tener una más allá de lo común, la cual es conocida como sinestesia, una experiencia sensorial en la que dos sentidos se mezclan permitiendo “oler” los colores o “ver” los sonidos. Ese es el caso de Iván Rupp Lowi, un niño de cinco años que toca cuatro instrumentos.
Cuando sus padres le piden que deje de golpear sus cubiertos contra el vaso durante una comida, el pequeño originario de Villa Ballester, Argentina les responde: “Yo tengo música sonando en mi cabeza todo el tiempo”, lo cual resulta creíble si se toma en cuenta que con sólo cinco años toca cuatro instrumentos: la batería, el bombo legüero, el piano y la guitarra eléctrica.
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Sus padres, Vanesa Lowi y Javier Rupp, le contaron al medio argentino El Clarín que la pasión del pequeño Iván era evidente desde antes de su nacimiento. “Somos bailarines de folclore y tango por lo que, estando embarazada, nos tocó irnos de gira a Brasil. Nos resultaba increíble que, cada vez que sonaba una batucada en los desfiles del festival, él pateaba en mi panza. Vive la percusión desde bebé”, dijo Lowi.
Por su parte, el padre recordó que a los dos años Iván y él entraron a una juguetería donde el pequeño se encontró con una batería para niños. “Se puso a tocarla y quedé completamente asombrado. A pesar de ser su primer contacto, tenía una noción del ritmo impresionante”, comentó a la publicación argentina.
A pesar de su corta edad, Iván ya sueña con ser un rockstar aunque reconoce que “solo me falta crecer y aprender a tocar muchos instrumentos por no me gusta cantar”. El niño de cinco años agregó que todavía está aprendiendo a tocar la guitarra y que “por ahora no estoy practicando mucho, toco cuando tengo ganas de saber cosas nuevas”.
Durante el aislamiento social por la enfermedad covid-19, Iván pasa desarrollando su creatividad con juegos. También se siente un poco frustrado y aburrido por no poder salir, pero con sus juguetes quiere hacer un circo de acrobacias, ya que le gustaría probar muchos trucos y saltos.
Según sus padres, cuando Iván tenía dos años les explicó: “Cuando estoy triste, la música cambia de colores”. Fue en ese momento en el que notaron su conexión con el mundo artístico.
Su gusto por las agrupaciones varia “así que todavía no sé cuál es mi favorita. Pero más adelante voy a ir a ver un recital de Kiss que me gusta mucho”. El papá del niño dio más detalles al medio sobre las bandas que más le gustan a Iván “Le encanta el rock, escucha Pink Floyd y AC/DC. También le gusta mucho Heavysaurios, la banda de música infantil”.
“Desde muy chiquito él quería saber cuestiones técnicas de música que nos excedían. Quisimos buscar a alguien que pueda estimularlo y darle herramientas sin dejar el juego de lado. Nos costó mucho encontrar un profesor porque todos nos decían que si arrancaba a tiempo, en un año iba a ser ‘un crack’. Pero a nosotros no nos interesa la competencia ni la exigencia, sino que él pueda seguir desarrollándose en lo que lo apasiona”, manifestaron.
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