Cuando los niños son pequeños, es indispensable que se observe muy bien los comportamientos de los mismos, pues algunas características o conductas pueden reflejar que hay un proceso neuronal diferente al de los demás, como por ejemplo el autismo, trastorno que afecta las relaciones personales, académicas y laborales.
Bertha Alicia García Carrillo, neuropsicóloga clínica, indica que actualmente, síndromes como el Asperger son considerados parte del espectro por tener las mismas características neuroconductuales, siendo de grado uno, el menor de los tres en los que se divide el autismo. No obstante, aunque hay personas que consideran éste el de menor cuidado, sí que tiene afectaciones en la comunicación.
Síntomas del autismo
Entre las características que señala García Carrillo que estos chicos tienen dificultad para la interacción social, lo que abarca cómo se interpretan códigos sociales, el rostro, lenguaje, entre otros. Otra es la inflexibilidad mental, que quiere decir que la persona tiene ciertas ideas que, si no son compatibles con otra, podrá generar ansiedad o molestia que puede escalar a peleas.
“En cuanto a la comunicación, los niños con grado uno generalmente son individuos que hablan muy bien, incluso con palabras elegantes y sofisticadas, esto debido a que tienen un lenguaje literal. Pero en la parte de la comunicación, tienen complicaciones entendiendo simbolismos como los refranes, lenguaje literario o poético, pues son abstractos”, señala Bertha Alicia.
Otro aspecto es que este tipo de niños son muy directos, ya que como son literales al hablar, les es difícil mentir o hacer uso de aspectos como la prudencia, que son conceptos abstractos. En el aspecto de la conducta, hay ideas fijas o intereses específicos permanentes, por lo que si hay algo que lo interrumpa o lo confronte puede generar molestia, incluso discusiones acaloradas.
“En un niño pequeño, esta rigidez tiene que ver con los cambios. Por ejemplo, cambiar la dirección habitual para ir a la escuela por cualquier motivo, eso puede generar una crisis conductual, la cual conocemos como un berrinche”, indica, al igual que sensibilidad sensorial, ya sea en el oído o vista, lo que lo puede abrumar al punto de cansarlo.
Atención oportuna
Informa que en Ciudad de México el diagnóstico de un menor con autismo puede darse a partir de los dos años de edad, sin embargo en La Laguna se diagnostica a los menores hasta los cinco años, lo cual para ella es problemático, pues se pierde tiempo valioso para trabajar atención, seguimiento de instrucciones, imitación, comunicación, seguimiento de reglas y teoría de la mente, es decir, reflejarte en el otro, saber lo que le pasa y actuar ante ello.
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Si los padres detectan la mayoría de estas características, García Carrillo recomienda se lleve al niño con un neuropsicólogo, ya que este especialista tiene las pruebas necesarias para aplicarse y cerciorarse del diagnóstico. Después de ello, si es un niño pequeño es recomendable que vaya a una terapia de integración social para ayudarlo a desarrollarse en este ámbito, al igual que un neuropediatra.
También es esencial que conozcan qué es ser padres de una persona dentro del espectro autista, “no solo con lo que ven en internet, sino que realmente conozcan al niño, observen sus conductas y pregunten específicamente de el individuo”. Así es como pueden hacer un plan de terapia adecuado para el menor.
Concluye pidiendo a los padres de familia estar alertas, pues el diagnóstico cada vez aumenta y que no le tengan miedo, pues de esa manera ayudan a que el niño tenga una mejor calidad de vida en cuanto crezca e invita al respeto de los demás ante diferentes condiciones de vida.