Afrontar en familia la enfermedad: ¿cómo involucrar a los niños?

Hablar con la verdad, fortalecer las redes de apoyo y abrir espacios seguros para externar dudas son los pasos a seguir propuestos por la tanatóloga.

Involucrar al niño o a la niña en lo que sucede en la dinámica familiar es fundamental. (Freepik)
Sofía Gamón
Torreón, Coahuila /

“La verdad nos hará libres” contesta Georgina Ruiz, tanatóloga, ante la incógnita de cómo acompañar a las y los pequeños de la casa cuando mamá o papá tiene una enfermedad grave. ¿Decirles? ¿Pensar que como están pequeños no se enterarán? Para Ruiz, el error más grave es excluirlos de la situación familiar.

Cuando una enfermedad grave se instala en casa, la dinámica familiar cambia por completo. “La más conocida es el cáncer desafortunadamente, pero hay enfermedades que son graves y que de alguna forma impactan en todo el sistema familiar”. Sin embargo, reitera que a los niños y niñas se les debe hablar claramente acerca de lo que está sucediendo.

La tanatóloga se enfocó en menores de 8 años para hablar sobre el tema. Aunque no es necesario que al pequeño se le explique los tecnicismos de la enfermedad en cuestión, porque complicaría su entendimiento sobre la misma, sí se debe hablar claramente, de acuerdo a su edad, sobre la situación anímica del papá o mamá que esté enfermo.

Georgina Ruiz, tanatóloga. (Cortesía)

Explica que en ese rango de edad, el pequeño o pequeña tiene dos inquietudes: ¿quién lo cuidará? y si el padre que está sano también se enfermará. Es en ese momento, donde las redes de apoyo y los canales de comunicación se convierten en protagonistas.

“Hacerles saber que a ellos los vamos a seguir cuidando, que vamos a recibir apoyo a lo mejor de la demás familia, de los amigos, del colegio, pero hacerles saber que dentro de lo posible vamos a procurar que su vida, su pequeño mundo de actividades permanezca lo más estable posible”.

El pequeño puede pensar que si por ejemplo papá está enfermo, entonces, mamá también enfermará, “porque luego los niños tienden a magnificar y piensan que se quedarán sin los dos”. Por eso, el paso a seguir es explicarles que no es contagioso, que la intención no es que el padre sano también comience a tener complicaciones médicas y que, al contrario, estará para cuidarlo, protegerlo y atenderlo.

Sentimientos y emociones

Ruiz comenta que en cualquier duelo, las emociones más fuertes son el enojo y la culpa. Pensar que solamente porque están pequeños no pueden tener sensaciones o pensamientos relacionados con ellas, es erróneo. Es posible que el niño o niña sienta culpa, o piense que es por algo que hizo que mamá o papá está enfermo de gravedad.

“A veces los niños no lo dicen (que sienten culpa) pero hacerles saber que no, que fue algo fortuito, que nadie es culpable y que ellos están bien y están cuidados”.

La solución cuando se debe acompañar a un menor que vive el tener a un papá enfermo de gravedad, es ser claros con lo que está ocurriendo. No temer que exprese sus dudas, inquietudes, temores, al contrario, crear espacios seguros en los que el niño logre sentirse protegido y respaldado. 

Ya que, como comenta la tanatóloga, “las dudas a todos nos inquietan y los niños viven en la fantasía, entonces cuando están chiquitos y no les decimos con claridad lo que está ocurriendo pues ellos se van a la fantasía y olvídate, allá es otro mundo”.

Entender que es natural sentir enojo, no solamente el pequeño sino todos los integrantes de la familia por el cambio que una enfermedad delicada provoca en la dinámica familiar y estilo de vida. Pero, no permitir que se contenga o se niegue, porque tiende a derivar en una depresión, según la tanatóloga.

Para poder acompañar al niño, es necesario que previamente tanto mamá como papá, en dado caso, ya hayan vivido su propio duelo y canalizado el enojo o la culpa, si es que se hicieron presentes. Hacerle saber al menor que tiene una red de apoyo que lo cuidará, ya sean sus amigos de la escuela o la familia extendida.

Hablar con la verdad

Aunque no hay manual que sea guía absoluta ante el temor de perder a un ser querido, el saber que puede llegar a suceder es una verdad que los niños y niñas merecen conocer. De esa manera, se prepararán por si llega a ocurrir, porque será algo que deberán afrontar tarde o temprano y es mejor que tengan camino recorrido. “Los duelos cuando se empiezan a hacer previamente y, sobre todo para los niños, es más fácil”.

“Explicarles qué puede pasar, cómo es el tratamiento, incluirlos incluso en el cuidado del enfermo pero sin hacerlos responsables pero que no se sientan excluidos porque luego los mandamos fuera de casa y eso los angustia mucho porque no saben qué está pasando”.

Ruiz recomienda apoyarse en lo que digan los médicos. Es decir, con el lenguaje del niño o niña compartirles las indicaciones que hay que seguir, así como los avances o retrocesos en el tratamiento. “Cuando los niños son partícipes en el sistema familiar es más fácil elaborar este duelo”.

La tanatóloga exhorta a no temer hablar sobre la gravedad de la enfermedad, pero, saber que probablemente habrá cambios en su conducta, estarán más agresivos o berrinchudos, por ejemplo. El papel de los cuidadores será, entonces, contener y entender que es natural que los niños y niñas reaccionen así. Estar cercano a ellos, no solamente darles la noticia sin abrir la puerta para hablar sobre el tema.

“Sí sentarnos todo y hablarlo porque ahí favorecemos la cohesión de la hermandad y que es una situación que a todos nos atañe, y después buscar los espacios individuales para que los niños puedan preguntar y abrir sus dudas”.

Recomendaciones

Lo más importante en una situación de tal índole, en la que los más pequeños deben vivir que un papá esté enfermo, radica en fortalecer las redes de apoyo y de comunicación, así como en afrontar cualquier obstáculo en familia, sin excluir a nadie con la falsa intención de querer protegerlos.

Ruiz recomienda hablar a la escuela de los niños, comentarles la situación e, incluso, hablar con los padres de los amiguitos para que la red de personas que convive todos los días con los menores esté enterada de lo que está ocurriendo y se pueda generar un espacio de cariño y protección.

Al involucrar a los niños y niñas en la dinámica familiar no se busca que se conviertan en pequeños adultos o tengan que llevar a cabo acciones no acordes con su edad. Lo que se pretende es validar sus emociones, sentimientos y no tratarlos con inferioridad, porque sí entienden y se dan cuenta de lo que sucede.

Uno de los dolores más grandes cómo ser humano es sentirnos excluidos de nuestro clan, cuando nos sentimos excluidos ya estamos sintiendo un daño y luego cuando la exclusión incluye a una pérdida ya hace mucho más daño”.

Por último, la tanatóloga invita a los padres y madres de familia, así como a cualquier persona que esté viviendo un duelo, a buscar ayuda. Comenta que en la ciudad hay una gran cantidad de tanatólogos dispuesto a apoyar a quien lo necesite. No huir de las emociones, sino afrontarlas y vivirlas para que el proceso de duelo sea más llevadero.

“La verdad nos hará libres, la verdad aunque sea muy dura es lo que nos sirve y nos libera a todos”, finaliza.

Para recordar

La tanatóloga Georgina Ruiz expone algunas recomendaciones y puntos clave que servirán para poder acompañar a un menor cuando papá o mamá está enfermo de gravedad.
  • Antes de los 8 años los niños no tienen esa capacidad de abstraer, por lo que se debe interpretar la situación a su propio lenguaje para explicarles.
  • Reiterarles que la enfermedad no es contagiosa, que lo seguirán cuidando y que no es culpa que un papá esté enfermo.
  • Fortalecer las redes de apoyo: escuela, maestros, amigos, familia extendida.
  • Hablar con la verdad, con su lenguaje pero sin ocultar nada; contener y proteger.
  • Ayudarles a entender que como familia lo van a enfrentar y vivir hasta sus últimas consecuencias. 
  • Es importante que durante el proceso, sea cual sea el resultado final, los niños y niñas se sientan amados y protegidos. 
  • No brincar, ni evadir la sensación que se genere, por ejemplo enojo o culpa.

LAS MÁS VISTAS