“No dejarse llevar por modas”, sostiene Rosa Liriel Escareño Zuñiga, pediatra y asesora de lactancia materna, al hablar acerca de las dietas restrictivas a las que algunas niñas se han llegado a someter. Ya que, una manera de evitar trastornos alimenticios como anorexia, bulimia y obesidad consiste en no caer en los extremos de ofrecer dietas altamente rigurosas o dietas sumamente complacientes.
La también Maestra en Nutrición Clínica explica que el modo en que un niño y un adulto consumen alimentos no es igual, ya que el primero comerá solamente cuando tenga hambre. El querer someter a los niños y niñas a los estándares de vida que se tienen como adulto, en ocasiones viene cargado de ideas erróneas.
“Nos obliga a caer en los dos extremos, el papá extremadamente estricto en cuanto al control de calorías y grupos de alimento, y el papá que con tal que el niño coma le da a comer lo que sea”.
¿Qué sucede con las dietas?
Escareño Zuniga comenta que no se debería buscar que los niños y niñas tengan dietas restrictivas, en cambio, el plan alimenticio a seguir tendría que contener una dieta equilibrada, balanceada, cumpliendo con los requerimientos necesarios para garantizar su óptimo desarrollo.
“No hay que restringirlos de ningún nutriente o aporte, porque es todavía un organismo en crecimiento y restringirlo de algún nutriente puede exponerlo a limitar su crecimiento o desarrollo”.
Si una dieta parece tener resultados en los adultos, eso no implica que también funcionará en el niño o niña porque al implementarla desencadenará una descomposición en un organismo que apenas se está desarrollando, según la pediatra.
Lo ideal, en palabras de la especialista, es llevar un seguimiento con el pediatra de cabecera, para ir revisando, desde que nazca el bebé, su crecimiento basado en su peso y talla, así como en la de papá y mamá. De esa manera, evaluar si el niño está siguiendo sus líneas de crecimiento y poder detectar a tiempo cualquier tipo de alteración.
Trastornos alimenticios
La pediatra explica que la obesidad viene más encaminada una sobre ingesta de calorías aunado al no gasto de las mismas, traducido en el sedentarismo que están viviendo actualmente los niños. Es decir, se ofrece una dieta sumamente rica en azúcar, harina, grasa y carbohidratos que no alcanzan a quemar con la escasa actividad física que están teniendo.
“La obesidad la estamos detectando cada vez a edades más temprano, hay niño que menores de un año los estamos detectando, porque con el afán que el niño coma los estamos alimentando mal. […] En la edad temprana quizá no se presenten problemas tan evidentes pero se están dando manifestaciones serias como niños diabéticos, problemas de hipertensión, de colesterol, infartos, cosas que antes se catalogaban como de adultos”.
Por otra parte, enfermedades como la anorexia y la bulimia tienden a presentarse con mayor injerencia en las niñas durante su adolescencia, debido a que se encuentran en la búsqueda del autodescubrimiento y la autoaceptación, además de cumplir con los estándares impuestos por la sociedad.
“Anímicamente hay tanto en la obesidad como en la anorexia o bulimia problemas de depresión, ansiedad y falta de aceptación. Físicamente, la anorexia genera pérdida de cabello, debilidad, pérdida de masa muscular, alteraciones en los electrolitos, depende de los electrolitos que estén afectados alteraciones cardiacas, en los riñones”.
Espejito, espejito
Por último, explica que los niños y niñas conforme van creciendo tienen una distribución diferente de la grasa, musculo y huesos, crecen de maneras diferentes, por tal motivo, es importante que los padres y madres de familia no se basen únicamente en cómo se ven físicamente, porque tener una y otra forma de cuerpo no quiere decir que se esté sano o enfermo.
Invita a los padres y madres de familia a no dejar nada más las visitas del pediatra para cuando el niño se enferma, sino a vigilar y dar seguimiento al crecimiento y al estado de nutrición de los niños y niñas para evitar llegar a situaciones que después se tengan que corregir.