El estrés es una reacción natural del cuerpo que indica que se debe estar en estado de alerta ante alguna presión o amenaza. Se puede dar con las presiones del día a día hasta con situaciones de riesgo real, lo cual nos ayuda a la supervivencia, señala el portal de Kids Health.
No obstante, cuando esta reacción se activa constantemente es mejor irla monitoreando. Por la pandemia, el estrés aumentó en los menores y adolescentes, por lo que la UNESCO ve esencial el conocer la sintomatología que pueden presentar dependiendo de la edad para que los padres de familia puedan identificar si su hijo está pasando por ello.
A pesar de que en muchos casos estos síntomas suelen ser temporales, en caso de persistir, será necesario el apoyo psicológico para el menor.
En niños de los 0 a los tres años de edad, pueden presentar síntomas como mayor necesidad de estar cerca de los cuidadores, regresión del comportamiento, cambios en los hábitos alimenticios o del sueño, aumento de la irritabilidad, aumento de la hiperactividad, temores intensos, rabietas más frecuentes y llantos.
En menores entre los 4 y 6 años, se pueden presentar además aumento de la irritabilidad, dificultades para concentrarse, disminución de la actividad o exceso de ella, pérdida de interés por el juego, deseo de asumir papeles de adulto, mutismo y ansiedad o su aumento.
De los nueve a los doce años, se presentan como principal sintomatología el retraimiento, preocupación por otras personas afectadas por un acontecimiento concreto, temores exacerbados, agresividad, agitación, deterioro de la memoria y la concentración, evocación frecuente del suceso o realización de juegos repetitivos y sentimiento de culpa.
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A partir de los 13 años en adelante, se pueden detectar síntomas como tristeza intensa, preocupación excesiva por los demás, sentimiento de vergüenza y culpa, mayor cuestionamiento de la autoridad, mayor asunción de riesgos, comportamiento autodestructivo y sensación de desesperanza.
En todas las edades se pueden presentar aspectos como la fatiga, sensación de opresión en el pecho, dificultades para respirar, boca seca, debilidad muscular, dolor de estómago, mareos, temblor, dolores de cabeza y dolor genérico.