La adolescencia puede ser una etapa difícil, tanto para quien la vive como quienes están a su alrededor. Distintos cambios físicos, hormonales y emocionales empiezan a surgir conforme el joven va creciendo, y estos cambios pueden ser abrumadores, haciéndolos irritables y poco tolerantes, especialmente con la familia.
La Sociedad Española de Medicina de la Adolescencia (SEMA) menciona que en esta etapa es común que los jóvenes tienen un menor interés por los padres y mayor recelo para aceptar consejos o críticas, generando un cierto vacío emocional en el que hay un alejamiento de la familia, pero todavía no hay un grupo de iguales que los sustituya.
Malen León, psicóloga clínica lagunera especializada en adolescentes, menciona que buscar una buena relación de ambas partes es bueno, ya que siempre será necesaria una red de apoyo, especialmente en esta etapa en la que se pueden encontrar en situaciones, ya sea de duda o de riesgo, en la que necesitarán alguna alternativa de información, comunicación o escape.
Debido a la pandemia, León declara que los adolescentes se encuentran envueltos en problemas como ansiedad o depresión, detalla que se encuentran confundidos por aspectos como orientación sexual e identidad de género, elegir una carrera, entre otras cosas. Por ello menciona “que mejor ser una red de apoyo, un espacio seguro para ellos”, y así se puedan acercar y confiar en su familia en cualquier situación.
Menciona que, para trabajar en las relaciones familiares en la adolescencia, es necesario que se vea al hijo desde la empatía, recordando esa etapa y lo difícil que puede ser, buscando una comunicación emocional. Momentos como cenar en familia, preguntar por su día y poniéndose a la disposición del adolescente ayudará mucho a que se acerque y pueda pedir ayuda.
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Malen concluye aconsejando estar atentos, ya que hay muchas situaciones en las que los adolescentes pueden estar confundidos, incluso pueden estar en peligro latente, por lo que ser un lugar seguro para ellos, en donde pueden comunicar sus inquietudes y miedos, es primordial. “Más que juzgar, empatizar, para poder abrirlos. Menos celular y más momentos de estar juntos”.