La adolescencia puede ser una etapa difícil, en la que las emociones se desbordan y son más intensas, por lo que son propensos a ser vulnerables. Esto, aunado a situaciones externas que esté pasando, puede desencadenar en heridas emocionales que no comprenden como aliviar, haciendo que se lleguen a conductas dañinas como la autolesión.
Karla Yasmin Balderas Galindo, maestra en Piscoterapia Cognitivo-Conductual y quien labora en Educalis, un centro de psicoterapia infantil, define las autolesiones como cualquier comportamiento que implica un daño a sí mismos.
Comenta que, el también llamado “cutting”, se provoca debido a que intentan calmar un dolor psicológico que no son capaces de gestionar sanamente. “Hacen estos cortes que son poco dañinos, pero no lo hacen con una intención suicida, sino que lo hacen en la búsqueda de calmar este dolor emocional. Suelen realizarlos en zonas que no son tan visibles como brazos, piernas o muñecas, lugares que se puedan cubrir y se dan frecuentemente en adolescentes o adultos jóvenes”.
Igualmente indica que las autolesiones no solo implican en cortes, sino que estas pueden ser también quemaduras, tallones o cualquier acto que represente una violencia física contra sí mismo. Las causas de este tipo de comportamientos son variados y es un conjunto de factores personales y sociales implicados para llegar a esta acción.
Menciona Balderas Galindo que algunos de estos factores que pueden detonar el cutting son la violencia, tanto de género como familiar; el abuso; la condición de su salud mental; baja autoestima; la deficiencia de la inteligencia emocional; la impulsividad; una discapacidad física, entre otros son en ocasiones la principal causa de que los adolescentes tengan estos arranques.
“Estas autolesiones provocan en las personas, primero: un alivio emocional del estrés psicológico y después vienen sentimientos de culpa, autorrechazo y vergüenza ante este acto que es una violencia hacia el propio cuerpo” indica Karla Yasmín.
Recomendaciones
Entre las recomendaciones que da para los adolescentes que pueden estar pasando por esto es que estén cerca de sus redes de apoyo, ya que el sentimiento de soledad puede incitar a estos comportamientos. Hablar con personas de confianza, sean amigos, familiares, además de un profesional puede ser de gran ayuda para sentirse sostenidos y cuidados.
Recomienda los ejercicios de gestión emocional. Algunos de ellos es escribir lo que sienten, respirar, meditar, pintar o garabatear puede ayudar mucho para gestionar estos sentimientos. Igualmente el distraerse con una película o actividad placentera para esa persona.
También usar la regla de los 15 minutos, que implica en aplazar la necesidad de autolesionarse constantemente por ese plazo de tiempo ayuda bastante. Sin embargo es de suma importancia buscar ayuda profesional para acabar con aquellas acciones.
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Señala que es muy importante que las personas cercanas a adolescentes o adultos jóvenes propensos a cometer estos actos estén muy atentas ante las señales de alerta. Algunas de ellas son: usar manga larga o cubrir el cuerpo con más ropa haciendo mucho calor, que eviten actividades que muestren gran parte de su cuerpo, el aislamiento u observar lesiones difíciles de explicar.
“Puede ser difícil darse cuenta de que una persona tiene esos comportamientos, pero lo primero es tener mucha empatía y no explotar ante tener conocimiento de ello, ya que puede alejar a la persona. Es importante que se sientan escuchados y acompañados, sentir confianza para acercarse y hablar sin sentirse juzgados”, concluye.