Para los adolescentes, es muy importante que su entorno los ayude a encontrar el equilibrio, especialmente cuando se trata de pensar en el futuro y vivir en el presente, pues el exceso de una y de otra puede traer frustración, ansiedad, o, en el otro extremo, irresponsabilidad a sus vidas.
La psicóloga infantil y adolescente, Maribel Borrego, comenta que, si bien es bueno que los adolescentes piensen un poco en el futuro, el cuidar su salud mental por medio del mindfulness es crucial, pues al conectar con lo que siente y piensan sin juzgarme, con la finalidad de entender sus impulsos antes de actuar.
“En la adolescencia, esto fortalece el puente entre el sistema límbico, el cual se encarga de la emoción y la corteza prefrontal, que es la que rige la razón. Pensar en el futuro es clave cuando implica proyecto de vida, decisiones académicas o valores personales, no cuando se convierte en ansiedad anticipatoria o comparación constante, en lo que debería de ser o de hacer”, declara.
Considera que, para alcanzar el equilibrio entre tener en cuenta el futuro, pero no por ello llegar a la frustración y ansiedad, se logra cuando el adolescente puede planear sin perder presencia, es decir, tener metas, pero disfrutando el proceso para llegar a ellas.
“Si todo se centra en el futuro, aparece frustración y miedo al fracaso. Si todo se centra en el presente, puede haber impulsividad y falta de responsabilidad. El balance se logra con reflexión guiada, no con presión. Sin ese equilibrio, hay mayor riesgo de desregulación emocional, baja tolerancia a la frustración y pérdida de propósito”.
Técnicas de mindfulness
Borrego comparte que, para que ayudar a los chicos a encontrar este equilibrio hay diversas técnicas que se pueden usar que son efectivas, e incluso cuentan con evidencia científica. Estas son las siguientes:
- Pausa consciente (“stop cerebral”): Enseñarles a detenerse antes de reaccionar. 3 respiraciones profundas, identificar qué sienten, y luego decidir. Esto ayuda a entrenar la corteza prefrontal y regula la amígdala.
- Reevaluación cognitiva: Cambiar el enfoque de “no puedo” a “no puedo todavía”. Refuerza mentalidad de crecimiento y reduce desesperanza.
- Diálogo interno guiado: “¿Qué puedo aprender de esto?” “¿Qué otra forma hay de resolverlo?” Sustituye autocrítica por curiosidad.
- Exposición controlada al error: Darles pequeños retos donde fracasen sin consecuencias graves y luego analizar la experiencia. Ayuda a normalizar el error como parte del aprendizaje.
- Mindfulness o grounding sensorial: Centrarse en 5 cosas que ven, 4 que tocan, 3 que oyen, 2 que huelen, 1 que saborean. Desactiva el circuito de amenaza y reubica en el presente.
Concluye añadiendo que los adolescentes no necesitan que les quiten la frustración, sino que les enseñen a transitarla sin romperse. Para ello, es necesario el acompañamiento, que los adultos mantengan la calma para que el adolescente aprenda a hacerlo también,co-regulándose su sistema nervioso.
“Y algo crucial: la paciencia no se enseña hablándola, se modela viviéndola. Si los adultos respondemos con prisa, exigencia o desesperación, ellos aprenden que la frustración es intolerable. Si respondemos con pausa, ellos aprenden que la frustración es solo una emoción más, no una catástrofe”.