Las infancias felices hacen adultos felices. Este es un hecho del que poco se habla y es necesario tenerlo en cuenta porque al ser niños se está en una etapa que forja la base de la adultez. Los momentos felices y las enseñanzas en esta etapa fungen como formación para la adultez.
Sin embargo, situaciones como los hechos ocurridos en la Línea 12 del Metro de la Ciudad de México o el Paro Nacional en Colombia, ciertamente afectarán en la formación de los menores y en caso de vivirlos directamente formarán un trauma. No obstante, hay maneras en las que los padres de familia pueden ayudar a que su hijo o hija no resulte tan alterados por estos acontecimientos.
La psicóloga Andrea Huerta Macías menciona entonces que es necesario no malinformar a los niños sobre el tema, pero que al mismo tiempo no se le dé información que no pueda procesar. Adaptar la noticia según su edad y su entendimiento es primordial. En caso de que los menores se encuentren dentro de la zona del incidente, de manifestaciones o en zonas de guerra se pueden emplear los primeros auxilios psicológicos.
Los primeros auxilios psicológicos se emplean en las personas que estuvieron involucradas directamente en un hecho traumático para ayudarlos a procesar y cuidar de su salud mental. En caso de los niños, es muy necesario conocer y hacer uso de estas técnicas para que su formación no se vea tan afectada pese a que lo estará indudablemente.
En el caso de que el incidente sea puntual, que sea solamente sea un hecho, sin una duración indeterminada como la caída de la Línea 12, Huerta comenta se puede hacer una intervención, la cual puede durar de tres a seis días aproximadamente. En el caso de situaciones en donde no hay indicios de que las cosas paren pronto, como en el caso de Colombia o en un familiar terminal, la intervención debe hacerse durante un mes, ya sea antes, durante o después del incidente.
¿Cómo brindar los primeros auxilios psicológicos?
Andrea menciona que lo primero que hay que hacer en estos casos es la intervención en la crisis. Lo más óptimo es apartar al menor de la zona de riesgo en la medida de lo posible. Intentar que el menor tenga un lugar seguro, ya sea en una zona de la casa o buscar un lugar en donde el menor pueda sentirse protegido y cuidado.
Cuando ya se vivió el hecho, es necesario darle al niño o a la niña un lugar de descanso, comodidad en lo posible, contacto físico reconfortante, comida e hidratación. Comenta que el estar calmado y brindar calma al menor es primordial. Pese a que hay capacitaciones para dar estos auxilios, en caso de no tenerla y necesitar dar ayuda un menor, igualmente se pueden informar y aplicarlos.
Es necesario informar a los menores de lo que está pasando, brindarles información dependiendo de su entendimiento, ya que la incertidumbre genera más ansiedad. Siempre hay que calmar al menor desde la realidad. Es importante no meter fantasía dentro de la realidad, pues el menor puede enfrentarse con la realidad y esto le genere un choque mayor.
Por último, Andrea habla de consolar al menor, darle tiempo y espacio para que pueda, ya sea por medio del juego o de un dibujo, expresar lo que está ocurriendo y esto puede ayudar a que la niña o el niño hable acerca de cómo le está afectando y las emociones que siente por estos hechos. Todos estos pasos ayudarán a que, después del suceso, el trauma se pueda manejar de una mejor manera y a que el dolor y afectaciones emocionales no sean tantas a futuro.
Huerta dice que es necesario aclarar que siempre que ocurre un suceso de estos en la infancia, es necesario tener en cuenta que habrá un retroceso en el desarrollo del menor, pérdida de autonomía, miedo a la soledad, etcétera. Es necesario no regañar, monitorear al menor y dar contacto físico para que poco a poco puedan superar la crisis y volver lo mejor que puedan.