La filosofía como el primer paso para un pensamiento crítico

Buscar que los menores cuestionen todo lo que ven y escuchan desde muy temprana edad es indispensable para generar en ellos un pensamiento propio que le ayude a comprender el mundo.

La filosofía se encuentra en los menores desde muy temprana edad. (freepik.es)
Karla Rodríguez
Gómez Palacio, Durango /

La filosofía es muy importante para el desarrollo del ser humano, ya que este es el primer paso para el desarrollo del pensamiento crítico. Este se define como la capacidad del ser humano para analizar y evaluar la información que se le da sobre un tema, buscando la veracidad de la misma y alcanzar una idea justificada al respecto dejando atrás lo que digan al exterior.

Cuando se estimula la capacidad de los menores de preguntarse todo, se aporta a que él, conforme pase el tiempo, genere este tipo de pensamientos. Ricardo Emmanuel Sallas Ceniceros, filósofo egresado del Seminario Conciliar Mayor de Durango y quien impartió esta materia en nivel preparatoria, comenta que la filosofía es el conocimiento de todas las cosas a partir de sus causas últimas.

Lo anterior se refiere a que la filosofía abre el conocimiento para conocer todo en absoluto. Ricardo afirma que esta rama de las Humanidades abre mentes para conocer una realidad completamente diferente a la que un individuo vive, la cual se ha ido olvidando debido a los tiempos en los que la humanidad, en la que se ve como algo más histórico y aburrido.

Sin embargo, Sallas Ceniceros discierne de esto, ya que a la filosofía se le considera como la madre de todas las ciencias, ya que debió haber una pregunta para generar una idea y de ahí partir a la investigación, generar hipótesis, experimentación y de ahí con un resultado, el cual ayuda a conocer distintas realidades y la manera en la que se maneja el mundo.

Ricardo Emmanuel Sallas Ceniceros, filósofo egresado del Seminario Conciliar Mayor de Durango. (cortesía)

Aunque comprende que puede sonar extraño que se le relacione a un niño con la filosofía, sin embargo, los menores pueden tener una relación bastante estrecha con esta materia. “Se dice que los niños son los filósofos por excelencia”. Esto es porque los niños se hacen cuestionamientos todo el tiempo, ya que muchas cosas para ellos son nuevas.

Incluso confiesa Ricardo que los pequeños se pueden hacer preguntas lo suficientemente complejas como para compartirlas con filósofos. Cuestiones como: quién soy, qué hago yo aquí, qué es la belleza. La curiosidad es primordial para esta materia, cosa que los niños pequeños desarrollan muy bien para conocerse y conocer el mundo que los rodea.

Sin embargo, al crecer, se pierde mucho de ese asombro y se empieza a dar por hecho muchas cosas sin querer cuestionarse. Así que fomentar que los menores se sigan haciendo preguntas y tengan la curiosidad despierta es la tarea que, como padres, maestros y sociedad se tiene para generar personas con un pensamiento más crítico y que concrete pensamientos propios.

“Recuerdo la historia del Principito, donde nadie entendía su dibujo. Y justamente él lo dice: a los adultos les gustan las cifras, lo exacto, pero nunca se preguntan lo esencial de sí mismos”. Citando otra frase de este libro: “solo con el corazón se puede ver con claridad, lo esencial es invisible a los ojos”, señala la capacidad de los menores de comprender lo elemental de la vida humana.

El Principito es una historia en la que se puede aprender aspectos filosóficos. (pexels.com)

¿Cómo enseño filosofía a un niño?

Recomienda que se siga rescatando la curiosidad que los menores ya traen consigo, haciendo que se cuestionen todo: los colores, las formas de las nubes, etcétera. Todo aquello que pueda ser de su interés para comprender el mundo que lo rodea y a sí mismo. “Es seguir encaminándolos a lo que es el asombro”. Aunque entiende que la filosofía puede ser muy compleja, a los niños se les puede inculcar desde lo más esencial.

“Se supone que el aprendizaje significativo se trata de tener ciertas experiencias con la realidad para que puedan ir aplicándola. Y de eso se trata: buscar actividades en las cuales ellos tengan una experiencia con la realidad”. Igualmente, se puede fomentar esta práctica de manera virtual, como por ejemplo hacer un collage con imágenes que les provoquen felicidad y de ahí cuestionar qué es la felicidad y con qué identifican la emoción.

“Hay un sinfín de actividades para que ellos vayan experimentando lo que es la filosofía desde muy pequeños e ir creciendo poco en este conocimiento y nosotros vayamos adaptándosela a su ritmo. El aprendizaje es como un escalón”. Recomienda mucho la lectura del clásico libro El Principito, ya que es una obra que todos deben leer y que, desde sus argumentos, se pueden llegar a preguntas y conclusiones beneficiosas para ellos.

Para concluir, pide que las personas que estén a cargo de los menores que cuiden que los aprendizajes que den a los menores sea uno significativo, que se adapten a su edad para que la filosofía no sea aburrida. “Hoy en día necesitamos personas más críticas, personas que formen su propio pensamiento. El mundo necesita que haya seres humanos más humanos y ese es el camino al que lleva la filosofía y a la felicidad”.

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