La comunicación efectiva en el hogar brinda de muchos beneficios para los niños que apenas van aprendiendo de su entorno, al igual que para el joven que va poco a poco independizándose, pero necesita del apoyo de su familia para su desarrollo.
La Fundación Belén, dedicada a brindar información a las familias, especialmente de aquellas que lidian con enfermedades y discapacidad, menciona que el tener una buena comunicación con los hijos les hará tener mayor respeto de sus padres, al igual que replicarán esa buena relación con sus demás vínculos afectivos y también aumenta el amor propio.
La UNICEF señala que cada interacción que se mantiene con estos integrantes de la familia constituye una forma de comunicación. No solo son importantes tus palabras: aspectos como el tono de voz, la mirada y los besos y los abrazos también transmiten un mensaje.
Es necesario recordar que hay dos tipos de comunicación: la verbal y la no verbal. La comunicación verbal es la expresión con palabras y la no verbal es la expresión intencionada y no intencionada que se da a través del lenguaje corporal. Si uno de estos no es congruente, se complica el entendimiento del otro, generando desconfianza.
RECOMENDACIONES
Escuchar de forma activa: Escuchar activamente le ayudará a sentir que le prestas atención y que lo entiendes. Demuestra que estás escuchando atentamente haciéndole preguntas como “¿qué?”, “¿por qué?” y “¿cómo?”.
Escuchar de forma reflexiva: Una manera excelente de demostrarle que estás prestando atención a lo que te dice es actuar como un espejo. Esto lo animará a expresar sus emociones sin ser juzgado.
Hablar con claridad: Utiliza un lenguaje que le resulte comprensible y sea adecuado para su edad. Habla de manera clara y específica. El uso de un lenguaje cordial contribuye a dar un ejemplo positivo a tus hijos. Recuerda: la conversación debe hacer que se sientan respetados y queridos.
Evitar el chantaje: Intenta establecer expectativas claras y realistas de cómo te gustaría que se comportaran tus hijos, elogia su buen comportamiento cuando sea oportuno y utiliza consecuencias pacíficas que alienten una conducta positiva siempre que lo consideres necesario.
Expresar los sentimientos: Para que tu hijo pueda desarrollar su inteligencia emocional, es importante que aprenda a ponerle nombre a sus sentimientos. Lo puedes ayudar preguntando cómo se siente y dándole opciones para que pueda ponerle palabras a su sentir.
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Decir “he observado que…”: Cuando elogias a tu hijo por una acción concreta, contribuyes a que se sienta bien consigo mismo y a que sepa cuáles son los comportamientos que te gustan. En lugar de exclamar: “¡buen trabajo!”, intenta ser más específico y dile: “he observado que…”. Verás que comprenderá mejor.
Disfrutar juntos: A medida que crecen los hijos, la crianza puede volverse más compleja. Por eso es importante que se diviertan juntos y disfruten de mantener conversaciones alegres. Hacer un comentario positivo acerca de un tema importante para él o ella, prestar atención a sus intereses o bromear juntos.
Centrarse en el comportamiento: Si te enfadas con tu hijo o hija por algún motivo, asegúrate de que tus críticas y tus comentarios aluden a su comportamiento y no a él o ella personalmente. Por ejemplo, en lugar de decir “no me gusta que seas desordenado”, prueba a decir “no me gusta que dejes la ropa tirada en el suelo”.
Dar ejemplo: Ten en cuenta el ejemplo que estás dando. Los progenitores son la introducción de los niños al mundo. Lo que te ven hacer es tan importante como lo que te escuchan decir.