En primero de primaria, los maestros se preparan para enseñar a los pequeños a dominar la lectura, incluso empezar con la escritura. Sin embargo, este proceso puede ser más lento y difícil a lo que se espera, por lo que muchos padres se asustan y creen que no están bien. No obstante, esto se puede deber a factores distintos a un problema cognitivo.
María Guadalupe Lozano Favila, quien forma parte de la Unidad de Servicio-Apoyo a la Escuela Regular (USAER) de Gómez Palacio, Durango, indica que en muchas ocasiones los colegios ofrecen que el niño aprenderá a leer a los seis años, lo que hace que los padres se frustran al no ver esto posible.
Sin embargo, se debe considerar la etapa de desarrollo del menor. “Si no aprende a leer a los seis años, aún nos queda un año para adquirir la lectura y la escritura. Solo que algunos padres se alarman porque no conocen las etapas de desarrollo y por las ofertas académicas que dan las instituciones, pero cada niño tiene su tiempo en específico”, declara Lozano Favila.
Lo que sí señala es que el menor, a mitad del ciclo escolar de segundo de primaria, ya debe tener la capacidad de hacerlo. El ver si el niño no tiene memoria a largo plazo o si no comprende los fonemas, puede indicar que el menor necesita de ayuda extra para obtener estos conocimientos. La pandemia también generó rezago educativo en esos ámbitos para los menores, indica.
También señala que es importante separar las dificultades de aprendizaje de los trastornos. La primera, informa María Guadalupe, es un problema relacionado a situaciones externas del alumno, como la familia o la metodología inadecuada, mientras que lo segundo tienen que ver con un problema congénito.
Esto es importante recalcarlo, pues muchos padres creen que el problema se trata de una discapacidad, cuando lo importante es llevarlo a evaluación para conocer concretamente qué es lo que puede estar mal. En el caso de los maestros es necesario que se haga una buena observación para indicar a los maestros de apoyo lo que podría hacer difícil la atención del menor, y ellos a su vez, cerciorarse de cuáles son las barreras y cómo ayudarlo.
Comenta que, al inicio del ciclo escolar, los maestros de apoyo acuden al salón de clases a conocer a los menores. Los maestros, una vez que observan a los alumnos, indican al docente de regularización los niños que pueden necesitar ayuda. Los maestros deben observar el comportamiento del estudiante en clase y ver si hay problema de vista, si se detecta, indicar al maestro regular que haga las letras más grandes o que ponga al niño al frente.
Recomienda a los padres de familia que, dentro de la lectura y la escritura, existen niveles que el pequeño vaya desarrollando conforme al tiempo y que, a pesar de ser procesos de aprendizajes diferentes, se hacen a la par. Para la escritura, señala la utilización de dictados diarios por medio de campos semánticos que sea atractivo para niños, para que así pueda aprender vocabulario.
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En la lectura, además del dictado, indica que se debe tener mucha estimulación con juegos de palabras, estampas, entre otras cosas, las cuales no son fáciles. Por ello recomienda que lleven al menor con un especialista para evaluación y conocer el método que sea más conveniente para el estilo de aprendizaje que tenga el niño.
Por último termina con una frase para recordar a los padres la importancia de atender al menor para que puedan llevar su proceso de aprendizaje amenamente: “Un alumno no tiene barreras, el alumno enfrenta barreras”.