Los cuidados, atenciones, cariño, muestras de afecto, paciencia y todo lo que se recibe un niño desde sus primeros años viene de mamá, esos son las primeras muestras de afecto que conocen los niños y se llega a convertir en el primer amor, pero ¿qué sucede cuando entra a la escuela?
Tal vez recuerdes con mucho amor a tu maestra del preescolar, o quizás fue la de primaria la que recuerdas con cariño, hasta al punto de decir que fue tu primer amor. Quizás fuiste tú, o tu compañero quien en lugar de decirle maestra, le dijiste mamá, "esto es prueba de que se estableció un vínculo afectivo con esa figura del docente, es una cariño especial", menciona José Víctor Hernández Luna, licenciado en Psicología con maestría en Educación.
Explica que esas cualidades y trato de una madre hacia el hijo, se puede ver en muchas maestras quienes tienen esas atenciones, son pacientes, cariñosas, muestran el afecto a sus alumnos a través de diferentes actitudes y acciones, "si bien hay una limitante en cuanto a los abrazos y muestras afectivas de contacto, lo cierto es que está presente una voz dulce y paciente".
El psicólogo en Educación Especial en la Secretaría de Educación Pública en Torreón, manifiesta que son los maestros que atienden a los pequeños cuando necesitan algo, cubren sus dudas o alguna necesidad emocional como el ser escuchado.
"Entonces el maestro se convierte en el principal vínculo, que fuera de casa le da esa atención, también están los demás familiares, pero lo cierto es que los niños pasan la mitad del tiempo en casa y otra parte del día en la escuela".
Hernández Luna afirma que, de acuerdo algunos autores esto comienza aproximadamente a los 4 hasta 6 años, es durante el preescolar cuando se establecen relaciones más formales fuera de la familia.
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"Su primer contacto es papá-mamá o los hermanos y después con los allegados a la familia, pero después inicia el universo fuera del contexto familiar y ahí es donde se dan las amistades ajenas a su entorno más cercano".
En las primeras infancias el aprendizaje se logra en parte gracias a la vocación que demuestran los docentes hacia su labor, señala José Víctor. "Cuando un maestro tiene vocación, inmediatamente surge la pasión por lo que hace, lo cual trae consigo mayor paciencia, dedicación, empeño y que todo se haga con calidad, pero también con cariño y, genera que los pequeños se encanten de esa forma de ser".
Para concluir menciona que, hoy se sabe que un niño emocionalmente estable, aprende mejor, porque esa es una necesidad básica del menor, "pero también es cierto que un niño bien nutrido aprende mejor y el no tener preocupaciones por su ropa y techo también. Se busca que los pequeños tengan cubiertas sus necesidades prioritarias, siendo el afecto una de ellas".