1. MEDITAR
En los últimos años se ha puesto de moda la meditación en Occidente. Se cree que te debes poner en flor de loto, entonar el "ooooommm" y llegar a un nivel cercano a una experiencia religiosa del quinto tipo, pero no es así: meditar tiene mucho que ver con liberar tu mente de pensamientos innecesarios (si el Metro va lento, si tu amiga no te llamó, si no sabes qué comer), concentrarte en lo que vale la pena y, en un nivel más avanzado, lograr alejar la mayoría de pensamientos, guardando un estado de contemplación interno y externo.
Suena difícil, pero la lluvia, como el agua cayendo de la regadera, te puede ayudar a meditar. Tan solo necesitas llevar un buen paraguas, botas de hule y no tener miedo de caminar bajo el aguacero. El sonido del agua cayendo sobre tu sombrilla, de tus pies al cruzar los charcos, de los autos rodando, así como la visión de las gotas estrellándose repetitivamente en el pavimento, te ayudará a prestar atención en el presente.
También puede resultar útil este paseo para clavarte en un tema en específico que sí sea importante o de resolución inmediata: analízalo, encuentra una solución y después dejarlo ir. Notarás que te sientes más asertivo/a, ligero/a y, conforme avances en las técnicas de meditación, más compasivo/a y sin estrés.
No hablamos de que te pongas tu camisa o blusa más delgada y salgas a la lluvia para besuquearte apasionadamente con tu pareja, como en las películas de Hollywood (¡aunque no lo descartes!), sino de que te metas a un hotel del amor si vas con tu amor y les agarró la tormenta. O que llegues a tu casa ya bien calientito/a para quitarte la ropa húmeda en compañía.
El agua golpeando los cristales de las ventanas, el cielo nublado, la temperatura... tienes muchos elementos para ponerte bien cachondo/a y proceder a encamarte. Puedes entrarle con todo para tener un encuentro alocado, aunque el ambiente en días así es más bien romanticón, amoroso, bueno para el apapacho con orgasmos.
Te recomendamos tener a la mano un buen lubricante para que tus manos resbalen fácilmente por la epidermis ajena, ya que la piel mojada al principio es suave pero conforme se va secando genera una sensación no tan agradable que puede terminar en malestar.
¿Has visto las imágenes de Glastonbury, con todos los asistentes al festival llenos de lodo? ¿La manera en que la banda en Woodstock recibió la lluvia? ¿Alguna vez en el Vive Latino te llegó el olor a caldo de oso tras un aguacero? Estas experiencias se quedan grabadas en la mente de quienes las viven porque nos generan la alegría de compartir con otras personas un momento especial, irrepetible, lleno de la música que amamos.
Además, el quedarse en un concierto a pesar de la lluvia nos deja una amable enseñanza: si algo te gusta o te interesa, busca la mejor manera para obtenerlo. El ingenio con el que resolverás tu situación o la liberación de temores o remilgos hará que lo disfrutes aún más.
Por otro lado, es una gran oportunidad para lucir los looks tradicionales de los festivales al aire libre: las botas de hule de diversas alturas y colores, los sombreros de ala ancha, los impermeables encima de los bikinis y los paraguas con diseños espectaculares te harán lucir como un o una animal party bien equipado/a para los "en vivo".