Peppa Pep estuvo conectada tres horas al primer respirador autónomo fabricado con impresoras 3D, de código abierto, y sobrevivió. Al día siguiente retozaba como siempre en su corral.
Peppa Pep es una cerdita de unos 200 kilos que llegó al Hospital Universitario de Oviedo, en España, para ser parte de las pruebas clínicas que ayuden a validar el uso de un respirador autónomo de bajo costo diseñado por el equipo de Reesistencia Team.
Ramsés Marrero, uno de los pioneros en esta iniciativa que reúne ya a mil 200 personas entre ingenieros en informática, electrónicos, diseñadores y médicos, explica que esta semana esperan terminar las pruebas clínicas para que la Agencia Española de Medicamentos valide su diseño y puedan iniciar la fabricación.
Este proyecto multidisciplinar, explica Marrero, de profesión médica, comenzó con recursos personales del equipo Medicare de Oviedo, quienes al llegar la pandemia de coronavirus Covid-19 y ver que uno de los principales riesgos es que los hospitales se queden sin ventiladores autónomos para los contagiados, pusieron manos a la obra con lo que tenían.
"Es el ingeniero Marcos Castillo con quien iniciamos el proyecto, con su dinero para poder hacer las primeras pruebas. De entrada los integrantes del equipo se dedicaban a la tecnología, por lo que era un salto lógico utilizar lo que teníamos a la mano, las impresoras 3D", cuenta Marrero en entrevista con la Sexta Noticias.
El respirador autónomo de Reesistencia Team es un proyecto colaborativo de código abierto, es decir, que sus planos y diseño así como los archivos para ser impresos en 3D, fueron compartidos libremente a través de su cuenta de Twitter @ReesistenciaT y colgados en Google Drive para ser descargados en cualquier parte del mundo.
En las últimas dos semanas los jóvenes han dormido pocas horas, al igual que los médicos que en primera línea enfrentan la crisis por el Covid-19, pero el resultado ha sido muy satisfactorio y están a punto de conseguir lo que buscan decenas de equipos en todas partes del mundo en estos días.
La carrera por lograr respiradores autónomos, que en el mercado cuestan entre 20 mil y 30 mil dólares, hizo que ingenieros, hackers y médicos se pusieran a diseñar alternativas de bajo costo. A la fecha, hay equipos trabajando lo mismo en Estados Unidos, Irlanda, Argentina, Barcelona y en México.
Este tipo de respiradores, explica Reesistencia Team, es de criterio mínimo, es decir no sustituyen a los profesionales que existen en las clínicas, pero sí permiten que si estos se ven rebasados en algún punto, por no lograr achatar la curva de contagios, pueden ayudar a que un paciente sobreviva. Hacen la diferencia entre la vida y la muerte.
Estas iniciativas despertaron el interés de ingenieros mexicanos como Miguel Huerta, fundador de TechMind, un centro de desarrollo de tecnología y profesor del Iteso, quien también colgó en la red sus proyectos para un posible respirador, una caja de intubación y una app para ver riesgo por síntomas, además del primer duplicador para que las máquinas ya existentes funcionen para dos pacientes.
Otro desarrollo se da en Argentina, donde la Universidad Nacional de Rosario anunció que desarrollarán y financiarán la producción de respiradores artificiales de bajo costo destinados exclusivamente a pacientes con dicha enfermedad, tal como lo anunció el rector Franco Bartolacci al diario La Nación. Son cerca de 30 ingenieros y médicos que trabajan en el diseño del prototipo, de bajo costo, para atender a los pacientes que lo requieran.
En Irlanda, otro equipo, el #TeamOSV, se organizó a través de Facebook y después en Twitter en el proyecto Open Source Ventilator, para desarrollarlo junto con el Servicio Médico Irlandés.
Colin Keogh, Conall Laverty y David Pollard trabajan en un ventilador de emergencia impreso en 3D, y como en Oviedo, participan ingenieros, diseñadores y médicos. Lo común es el trabajo colaborativo en línea y el código abierto, es decir, sin derechos de fabricación comerciales.
En Canadá, Openlung busca crear máscaras de válvula de bolsa, también conocidas por su nombre comercial, bolsa Ambu. Se trata de de un resucitador manual o "bolsa autoinflable" para apoyar a pacientes con problemas respiratorios.
Esos equipos ciudadanos corren la misma carrera que los ingenieros de Ford, 3M, General Electric y la United Auto Workers de Estados Unidos en la fabricación de respiradores, ventiladores y máscaras protectoras, tal como lo anunció este martes el CEO Bill Ford en una entrevista en NBC Today Show.
En tiempos de crisis se acelera la vida y el mundo entero se vuelve un laboratorio y una carrera apasionante por salvar vidas y obtener soluciones. Una de las historias menos vistas es esta donde decenas de jóvenes están luchando por fabricar respiradores mecánicos a la par que grandes corporaciones.
El tiempo corre, pero tras la pandemia, la atención a la salud, los presupuestos y la relación entre grandes corporaciones, sistemas de salud pública y el desarrollo científico nunca será igual.