Durante la infancia los niños pasarán por momentos difíciles donde experimentaran miedo, tristeza, desesperanza, etc. Sin embargo, cuando los sentimientos de miedo y tristeza son persistentes o extremos podrían deberse a una situación de ansiedad o depresión.
La depresión es una alteración del estado de ánimo qué puede llegar a comprometer diferentes áreas de una persona impactando en sus ciclos biológicos, pensamientos, sentimientos, comportamientos y conducta. Por ello, es importante consultar a un especialista si notas síntomas de depresión en tu hijo.
¿Cómo afecta la depresión a los niños?
Los niños y adolescentes que padecen depresión presentan por lo general una autoestima baja y una tendencia a criticarse constantemente. Este indicador podría generar, como un intento de afrontamiento, que tu hijo se aísle de su medio social. En ocasiones deja de asistir al colegio y disminuye su rendimiento escolar, ya que se siente incapaz de satisfacer la demanda social y académica dentro de la escuela.
Ideas de culpabilidad pueden llegar a invadir su mente, lo que a su vez impacta en su autoconcepto, propicia pérdida de interés en sus actividades cotidianas y frecuentemente eventos de tristeza y llanto. El peso se vuelve otro de los síntomas notorios ya que, tanto puede aumentar debido a que incrementa el apetito, por la ansiedad, como puede disminuir ya que tiene nulo apetito.
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Ahora bien, también se puede notar con irritabilidad, agresividad o actitudes negativas hacia las tareas escolares y del hogar. Sus ciclos biológicos se alteran ya que tiene mayor dificultad para dormir, pesadillas, despertarse con llanto, gritos, o bien, la necesidad de dormir mucho más horas de lo habitual. Todo esto a su vez afecta en su energía, atención, concentración y con menos motivación para afrontar los retos académicos y sociales. En casos de depresión extrema, lo que más preocupa son los pensamientos o intentos suicidas, que pueden llegar a aparecer en el transcurso de la alteración. Por lo que es necesario notar los signos y consultar a un especialista.
¿Cómo reconocer la depresión en tu hijo?
Hoy en día existen varias escalas que recogen datos que ayuden a identificar la depresión infantil. Sin embargo, no es sencillo diagnosticar un niño con dicho padecimiento, ya que la sintomatología varía dependiendo de la edad del paciente y también de las circunstancias.
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En los niños preescolares alrededor de los 3 y 6 años de edad un síntoma que se observa con mayor intensidad es la ansiedad. Este llega a manifestarse con algunos miedos o fobias y con trastornos de eliminación. Pueden observarse indiferentes, aislados, apáticos al juego, con poca intención de relacionarse con otros pares. A veces es muy evidente su tristeza, mencionan tener frecuentemente dolor de cabeza y dolores abdominales, presentan rabietas más frecuentes o crisis emocionales con poco control.
En niños escolares de 7 años a la pubertad se muestran agresivos con hiperactividad o lentitud, frecuentemente están aburridos y tristes, tienen ideas de culpa, se muestran apáticos e irritables a diversas situaciones. Pueden llegar a tener ideas frecuentes de muerte, falta de atención y concentración en sus actividades cotidianas. Disminuyen su rendimiento escolar, presentan algunos síntomas de ansiedad, conductas en dónde ponen en riesgo sus vidas, tienen alteraciones en el sueño, en el apetito y llegan a mencionar frecuentemente cefaleas y/o dolores abdominales.
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En la adolescencia los síntomas son algo similares a los de la infancia, sin embargo, en esta etapa las conductas de auto riesgo se observan más marcadas, sobre todo porque se pueden exponer al abuso de algunas sustancias. Se observan con mayor agresividad, irritabilidad, conductas negativistas y disociales, presentan sentimientos de poca aceptación, se vuelven descuidados consigo mismos, su autoimagen y autoestima se observa deteriorada. Dependiendo de la gravedad pueden presentar pensamientos o ideas suicidas y autoagresiones (cortés golpes quemaduras rasguños, entre otros).
¿Qué hacer si tu hijo tiene depresión?
La orientación del especialista a la familia es indispensable, ya que con su equipo se podrá trabajar en reducir y tratar la depresión con diferentes tratamientos adecuados al paciente identificado. Es importante la psicoeducación, en donde se les explicará a los padres o a los tutores del niño acerca del diagnóstico y la aceptación de la familia ante el padecimiento; se les ayudará a poder generar mejores dinámicas familiares.
Otro de los objetivos es sensibilizar a la familia para que puedan reconocer las dificultades, síntomas, recaídas y ejecución de acciones que podrán brindarle al paciente identificado una mejor perspectiva ante el proceso de sanación. Las psicoterapias son necesarias para la modificación de conductas, pensamientos disfuncionales y actitudes desadaptativas.
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Si la familia se encuentra en una situación de crisis o de caos es importante poder anticipar todos los cambios que puedan ocurrir, para así reducir las preocupaciones. A medida de lo posible ayudarles con una buena rutina qué le genere al menor cierta estabilidad. El niño tiene que sentir el apoyo de los adultos cercanos a él, ante esto, habrá que brindarle la seguridad y certeza de que siempre será escuchado y comprendido.
Con la colaboración de Diana Benhumea Rojas, psicoterapeuta, quién compartió y verificó la información para el desarrollo de este artículo.