La sana distancia, que en México corresponde a un metro y medio, está basada en estudios obsoletos que no toman en cuenta factores como el entorno, la ventilación o el uso de cubrebocas, indicó un estudio de la Universidad de Oxford y el MIT, en Estados Unidos.
De acuerdo con los investigadores, es necesario considerar que las exhalaciones respiratorias pueden aumentar la distancia de transmisión entre las gotas respiratorias, que pueden contener partículas potencialmente infecciosas.
- Te recomendamos ¿Cómo se celebrará a la Virgen de Guadalupe el 12 de diciembre en CdMx? Comunidad
Cantar, toser, hablar fuerte, estornudar, o realizar ejercicio son actividades que generan un flujo de aire capaz de transportar gotas respiratorias a una distancia entre seis u ocho metros, por lo que la sana distancia resulta insuficiente.
Además, hay distintos tipos de gotas respiratorias, grandes y pequeñas, cuyo tiempo de evaporación en el ambiente se determina por su tamaño, así como la posibilidad de movilizarse por mayores o menores distancias.
Por ello, los investigadores elaboraron una guía para conocer el riesgo de contagio de coronavirus, tomando en cuenta los estudios respiratorios modernos.
Para su realización, indica el estudio, fueron analizados factores como el entorno, el nivel de ocupación, el tiempo de contacto o permanencia y el uso de cubrebocas.
Tabla de riesgo de covid-19 en reuniones
El estudio indica que las gotas tienden a diluirse más rápido en ambientes exteriores con buen flujo de aire. Sin embargo, toser, estornudar o realizar actividades físicas produce exhalaciones con un mayor impulso, es por ello que el distanciamiento social, en estos casos, debe aumentar.
Los investigadores señalaron que cada caso tiene un nivel de riesgo distinto, por lo que es recomendable aumentar, cuando menos, la distancia física a más de dos metros y minimizar el tiempo de ocupación o permanencia cuando sea necesario salir de casa, sin mencionar que el uso del cubrebocas es indispensable.
El origen de la sana distancia
Los estudios para conocer cómo se emiten las gotas respiratorias mientras se habla, tose o estornuda, iniciaron en el siglo XIX, cuando los científicos recolectaban muestras en placas de vidrio.
La distancia segura ante las emisiones, establecida de uno a dos metros, fue basada en las gotas que fueron visibles.
Para 1940 fue posible contar con imágenes de las emisiones al momento de hablar, estornudar o toser, donde se determinó que las gotas grandes recorren menos de un metro 70 centímetros, sin embargo, fue posible corroborar que algunas partículas más pequeñas viajaban alcanzaban los dos metros y 90 centímetros de distancia.
ROA