La poliomielitis es una infección causada por el poliovirus, se transmite por las gotitas de saliva expulsadas al hablar, toser, estornudar y bostezar, se multiplica en la garganta y el tracto intestinal y al viajar por la sangre llega al sistema nervioso, afectando la médula espinal, lo que provoca parálisis parcial o total del cuerpo. La poliomielitis no tiene cura.
Otra causa de adquisición del poliovirus es a través del consumo de agua sucia o de alimentos lavados o preparados con agua contaminada.
Esta enfermedad es común en niños menores de 5 años y se manifiesta con fiebre, cansancio, vómito y, posteriormente, la pérdida de fuerza en brazos y piernas.
Existen 3 serotipos del poliovirus salvaje 1, 2 y 3, de los cuales se ha eliminado el tipo 2 a escala mundial. De acuerdo con la Organización Mundial de Salud (OMS), el serotipo 1 es el más común y el serotipo 3 se encuentra ocasionalmente.
En México, en 1937 se reportaron los primeros casos y uno de los brotes de mayor magnitud en el país se registró en 1946 en Orizaba, Veracruz, donde a lo largo de 10 años, 9 mil personas resultaron afectadas. Afortunadamente, el último caso se registró en 1990, en Tomatlán, Jalisco.
La primer vacuna para prevenir la poliomelitis fue una parental.
El infectólogo Marte Hernández Porras, del Instituto Nacional de Pediatría, explica que esta vacuna se elabora con virus muertos y se aplica por vía intramuscular.
Años más tarde, el doctor Albert Sabin inventó la inoculación con virus atenuados que podía administrarse por vía oral. A estos virus “se les reduce la potencia por diferentes pases y con esto, la posibilidad de que ocasiones la enfermedad mientras que simultáneamente se desarrolla inmunidad contra la misma” explicó el doctor Hernández. Sin embargo, la vacuna inyectable es mejor, dado que contiene virus inactivos.
En 1994, la OMS certificó a América como libre de poliomelitis. Gracias a la aplicación de la vacuna Sabin, se ha controlado a escala mundial, actualmente solo se han reportado 14 casos en Afganistán y cuatro en Pakistán. Esto no significa que ya no sea necesaria la aplicación de la inoculación, al contrario, el doctor Hernández expone que llegaremos a un punto donde si dejamos de hacerlo vamos a encontrar a una población que ya no tendrá la vacuna, y puede ser propensa a entrar en contacto con el virus del polio y desarrollar la enfermedad.
En la actualidad existen dos dosis que se aplican como prevención, una es la vacuna hexavalente que combina DTap (Difteria, Tétanos y Tos ferina acelular), IPV (Polio con virus inactivados), Hepatitis B y Hib (Haemophilus influenzae tipo b) y la otra es la pentavalente que incluye DTap (Difteria, Tétanos y Tos ferina acelular), IPV (Polio con virus inactivados) y Hib (Haemophilus influenzae tipo b).
La ventaja de las nuevas vacunas es que al incorporar la IPV la posibilidad de que alguien se infecte de polio con la vacuna oral ahora se reduce mucho más. La innovación en la ciencia sigue salvando a millones y millones de personas.
Cultura de la vacunación, central para mantener un México sin polio
Si dejamos de vacunar nos vamos a encontrar con una población vulnerable que desarrollará un brote de poliomielitis, según especialista; la OMS certificó a América libre de esta enfermedad en 1994.
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