Sin castigo, exterminio masivo de abejas en comunidad maya

Reportaje | Región de Dzonot Carretero

Al menos 30 apiarios fueron fulminados por el uso indiscriminado de plaguicidas en un terreno aledaño, propiedad de Jacobo Xacur; pese a las pruebas, la Procuraduría Ambiental decidió dar carpetazo al asunto.

Greenpeace México alerta que las fumigaciones aéreas ponen en riesgo la actividad económica y el medio ambiente de la zona. (Jesús Quintanar)
Muchos afectados no denunciaron por temor a represalias, pues sus familiares trabajan en los ranchos de Xacur. (Jesús Quintanar)
Tizimín, Yucatán /

La fumigación de cultivos de maíz y soya provocó la muerte masiva de abejas en la comunidad maya de Dzonot Carretero, donde a un año del suceso los apicultores no logran reponerse de la pérdida; aunque presentaron una denuncia colectiva, la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente dio carpetazo al asunto en mayo, dejando en la impunidad el ecocidio provocado por Jacobo Xacur, un agroindustrial de la región, a quien también acusan de talar al menos 700 hectáreas de selva en el oriente del estado.

El 11 de julio de 2018, Elviro Nahut Dzib se adentraba a la selva para revisar sus apiarios, cuando se percató de que un helicóptero fumigaba los terrenos de Xacur, colindantes con las tierras del ejido. Así que se armó de valor y acompañado de su hijo acudió hasta el predio donde la nave cargaba el pesticida y le exigió al piloto tener cuidado en no rociar los apiarios.

“Me dijo: ‘Pues antes que nada puedes mostrarme dónde está tu apiario’. Lo traje y pasó el helicóptero aquí arriba y mostré mis abejas. ‘Está bien, no vamos a llegar aquí y voy a cuidar’, pero ¡Qué cuidar!, cuando pasa el helicóptero aquí dio vuelta, y por el viento, como está cerquita a 60 metros, entonces afectó mucho a mis abejas”, cuenta.

Al cuarto día de las fumigaciones, los apicultores vieron cómo sus abejas comenzaron a morir; después de que los polinizadores salieron a buscar néctar, regresaron intoxicadas a las colmenas, ya no lograron entrar, lucían desorientadas, atontadas y murieron por montones.

“Como ocho días pasó el helicóptero, y entonces empezaron a morir, aquí quedó el suelo lleno de puras abejitas”, recuerda el anciano bajo el rayo del sol, a más de 40 grados de temperatura.

Don Elviro, de 67 años, dejó intacto el apiario a la espera de que las autoridades ambientales acudieron a tomar muestras para hacer los exámenes toxicológicos correspondientes, a fin de comprobar el daño; el caso atrajo a los periodistas locales que tomaron fotos, pero las autoridades no se presentaron, por lo que las colmenas quedaron abandonadas.

El hombre perdió su patrimonio completo: 40 colonias de abejas, cuyo costo asciende a 3 mil pesos cada una, es decir, 120 mil pesos que difícilmente volverá a juntar.

“Más de un año ha pasado desde julio, ahorita qué fecha estamos, hasta ahorita no han solucionado; cuánto ya perdí aquí, cuánto tiempo criando a mis abejitas, vendo hasta mis cochinos para comprar el azúcar y después vino a destruirlo este señor, entonces yo qué esperanza tengo”, reprocha.

El apiario de don Elviro se localiza en un predio conocido como San Cosme, a unos 6 kilómetros del poblado, dentro de la Reserva de la Biosfera Ría Lagartos, donde anida el flamenco rosa del Caribe.

El apiario colinda con el Rancho San Canuto, propiedad del agroindustrial Jacobo Xacur, a quien responsabilizaron de la muerte masiva de abejas y del desmonte de al menos 700 hectáreas de selva, la quema del material talado, contaminación de cenotes y el desequilibrio ecológico de la zona.

“Estamos rodeados por un empresario —Jacobo Xacur—, quien ha comprado Rancho Alegre; el de acá, San Canuto; San Fernando, y otro rancho que se llama Chacantinil, todo eso ya es de su propiedad; es como si estuviéramos en medio, claro que él está fumigando maíz y soya, fumigando potrero y todo eso nos está afectando, porque las abejas van por néctar, polen y todo lo que traen ellas entra contaminado, y lo comen, lo consumen y se van enfermando, se van debilitando”, explica José Isabel Puc, otro de los apicultores afectados.

Por ello, siete de los apicultores afectados presentaron una denuncia colectiva ante la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa) en septiembre de 2008, la cual quedó asentada en el expediente: PFPA/ 37.7/2C.28.2/0138-18; sin embargo, en mayo de este año la dependencia resolvió dar carpetazo al asunto.

“Que el presente procedimiento de denuncia popular se declara como un asunto total y absolutamente concluido, determinándose el cierre del mismo, archivándose los autos correspondientes…”, indica el documento.

“Profepa dice que ya el asuntó fue cerrado, pero jamás, jamás recibimos su visita y alegan que no hubo daño ambiental; fue un delito, porque no solo dañó a las abejas, dañó el plantío de calabaza, de sandía, frijoles, chile de injertos y todo eso implica pérdida a los agricultores”, exclama Marco Cupul, otro de los apicultores afectados.

Aunque fueron más de 30 los apicultores que tuvieron daños, no denunciaron por temor a represalias, pues varios de sus parientes trabajan en los ranchos de Jacobo Xacur, señalaron los afectados; así que solo siete se unieron para demandar la indemnización y justicia ambiental que nunca llegó.

“Profepa dice que ya no encuentra ninguna evidencia, que porque no ve nada que murieron abejas, no ven que se destruyeron árboles y la flora, ¿Quién nos va a pagar?, nadie, hasta el día de hoy —un año ya, porque sucedió el 11 de julio— no hay nada”, dijo decepcionado el apicultor José Isabel Uc Puc.

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María Colín, campañista legal de Greenpeace México, aseguró que la mayoría de las fumigaciones aéreas que se hacen son ilegales, por lo que se tiene que decretar una moratoria de carácter inmediato, ya que no solamente están incumpliendo con las normas federales, como la NOM 052 FITO, sino también con los requisitos que establecen las leyes locales.

“Lo que estamos pidiendo es definitivamente una declaratoria de emergencia en la zona y hacer un alto total a fumigaciones aéreas, prohibirlas; todo este tipo de cócteles terminan en los mantos freáticos, sabemos que el suelo de la Península de Yucatán es calcáreo, todo esto se filtra inmediatamente, contaminan cenotes y aguadas”.

Incluso los apicultores de Dzonot Carretero también denunciaron que la fumigación contaminó un cenote superficial localizado a unos cuantos metros del apiario de don Elviro.

“Venían antes flamencos y había patos, ahorita lo abandonaron, ya no hay peces ni tortugas, veo que cualquier cosa que venga aquí muere, está contaminada el agua”, dijo el anciano, a la orilla del cenote que perdió su agua cristalina, y con restos de pequeños animales muertos.

Por su parte, el senador yucateco Jorge Carlos Ramírez Marín señaló que está trabajando en reformas de plaguicidas y pesticidas, no solo por la muerte de abejas, sino por los altos niveles de contaminación en el acuífero.

“Hay una sobrecarga de contaminantes provenientes de estos productos, algunos de ellos prohibidos en otros países, con uso indiscriminado en México, y les estamos regalando ese veneno a los agricultores” y coincidió en que se deben prohibir las fumigaciones aéreas.

El senador reconoció que conoce muy bien al empresario Jacobo Xacur, quién se ha distinguido en Campeche por cultivos que intensifican la siembra.

“No sé hasta qué punto en Yucatán puede vivirse la misma experiencia que Campeche, donde Jacobo ha sido muy exitoso, pero eso no quiere decir que tenga un acta para que lo pueda hacer donde quiera, esto no se le puede permitir absolutamente a nadie, la fumigación aérea debe estar absolutamente prohibida y esto ya se le ha solicitado a las autoridades, no puede haber fumigación aérea en Yucatán”.

María Colín destacó además que más de 80 por ciento de la miel que se produce en la región peninsular es de exportación, por lo que se exige que el polen no contengan trazas de transgénico y que la miel esté libre de contaminantes agrotóxicos.

Así que al permitir las fumigaciones aéreas “se está poniendo en riesgo una actividad económica que es importantísima para la región, además es una prioridad en términos de economía local que se complementa no solamente con la agricultura, sino que las comunidades apícolas mayas complementas su economía con estos recursos derivados de la producción de miel”.

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Desde hace cuatro años, Octavio Gaspar, investigador del Centro de Investigación y Asistencia en Tecnología y Diseño de Jalisco, campus Monterrey, logró confirmar que el colapso de las colmenas está fuertemente ligado al uso de plaguicidas, de ahí la urgencia de frenar su uso indiscriminado, pues también representan una amenaza para la salud humana.

Mediante exámenes toxicológicos logró demostrar que en cinco comunidades de la Península de Yucatán la fumigación aérea provocó la muerte masiva de abejas, debido a intoxicaciones agudas y letales.

“Estos casos son muy similares a los que hemos estudiado en el país, siempre encontramos la presencia de neonicotinoides y de fipronil, son extremadamente tóxicos para las abejas, una dosis de 3 nanogramos les genera una muerte inmediata; pero los agricultores desconocen cuáles son los efectos de estas sustancias, no solamente afectan a las abejas, tienen un impacto ambiental y ecológico importante, también generan efectos a la salud”.

El experto destaca que esta administración ha avanzado en reconocer que el uso excesivo de plaguicidas en la agricultura es un problema a escala nacional; además de que la CNDH emitió en diciembre de 2018 una recomendación a la Secretaría de Agricultura, al Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad Calidad Agroalimentaria y a la Cofepris para prohibir el uso y comercialización de 50 principios activos distribuidos en 350 formulaciones químicas.

Asimismo, la Secretaría de Agricultura anunció que ya alista un proyecto técnico que derivará en una iniciativa para crear la primera norma para regularizar el uso de plaguicidas en el país.

  • Fanny Miranda
  • Reportera de MILENIO, fan de la naturaleza y cazadora de atardeceres. Por sus trabajos sobre medio ambiente, ha ganado el Premio Aleman de Periodismo Walter Reuter 2022 (2do lugar) y Premio Nacional de Periodismo de Ciencia, Tecnología e Innovación en 2016, entre otros.

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