Desde el mes de diciembre la clínica número 77 del Instituto Mexicano del Seguro Social en Ciudad Madero no surte de medicamentos a una niña que sufre de ataques epilépticos, por lo que su madre se ha visto obligada a pedir en ayuntamientos, DIF y hasta por Internet.
Martha Laura Zúñiga Ramírez, abuelita de la menor de siete años de edad, mencionó que desde diciembre la han hecho dar vueltas y nunca tienen el medicamento que se requiere y esto ha originado complicaciones en la salud de su nieta.
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“Estoy inconforme con el Seguro Social de Madero, mi nieta padece de ataques epilépticos, el cual ya tienen desde el 2 de diciembre que no me dan el medicamento, mientras tanto yo tengo que estar buscando por otro lado la medicina como el municipio y el DIF”.
Explicó que el medicamento no es muy costoso a comparación de otras enfermedades, pero que sí alcanza casi los 200 pesos y se debe de adquirir constantemente porque la niña debe de tomar tres pastillas diarias para que no le regresen los ataques mencionados.
“El lunes 2 de diciembre del 2019 a las 14:00 horas le dejé unas copias al encargado en el sótano del Seguro Social, fui y me mandaron a administración, de ahí a Trabajo Social, después a la dirección y no es justo porque mi hijo está pagando el Seguro, se lo descuentan del salario, entonces es justo que brinden un buen servicio”.
A esto se le suma que al ser de Altamira tiene que recorrer largas distancias para llegar a la Clínica 77, haciendo un gasto extra en el transporte público y todo para que al llegar y después de una larga fila simplemente le digan que no tienen el medicamento requerido.
“La niña se me ha convulsionado en la calle, tengo que correr a buscar el medicamento. Uno tiene que gastar dinero y no hay medicinas, tres pastillas en el día es lo que necesita, van de mal en peor ahí, una señora que tiene cáncer me dijo que su medicamento le cuesta cuatro mil pesos y no sabía cómo hacerle”, agregó.
Desde hace días la falta de medicamento ha sido evidente pues se han generado largas filas por parte de los derechohabientes, en su mayoría personas de la tercera edad, quienes desde temprana hora acuden para surtir sus medicinas, sin éxito.
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