Desde hace más de 15 años el doctor Roberto Eduardo Mendoza Alfaro, director del Laboratorio de Ecofisiología de la Universidad Autónoma de Nuevo León (UANL) realizó un atlas de riesgo referente a la invasión en México del llamado pez diablo, sin embargo, dijo, no se actuó con rapidez.
En entrevista para la plataforma MILENIO-Multimedios explicó que en Nuevo León tienen alrededor de 10 años que se comprobó la presencia de esa especie exótica invasiva.
Agregó que en días recientes se observó a esa especie dominando el territorio en un paraje del río La Silla; ante ello, recalcó, este pez anda por todas partes del estado, aunque bajó un poco su presencia por la sequía.
Su historia con este pez, dijo, comenzó cuando le asignaron un análisis de riesgo entre Canadá, Estados Unidos y México, y él tomó al pez diablo como centro de su investigación.
Todo el problema en México, detalló, inició en la presa El Infiernillo, de Michoacán, donde este pez acabó con la industria de la pesca de tilapia, y el fenómeno se vivió también en Tabasco.
“Hace como 10 años nos avisaron que había plecos (pez diablo) en el río La Silla y fuimos y empezamos a encontrar; esos peces son muy particulares porque anidan y cavan una madriguera de un metro a metro y medio, eso lo hace el macho.
“Luego la hembra entra y desova, y el macho se pone como tapón, y con la cola está cuidando los huevos. Tiene un porcentaje de supervivencia altísimo, y son más o menos como mil huevos por kilo de hembra.
“Este pez diablo, el gandalla del barrio, tiene características muy particulares, no tiene depredadores, tiene una capacidad adaptativa tremenda, y no tiene competidores, se lleva huevos de otras especies, y contamina el agua”, enfatizó.
Expresó que esta especie tiene una manera de alimentarse muy particular, no es carnívora y posee la característica de destruir todo por donde pasan.
Causan, además, mucha turbidez en el agua, por lo mismo de que cavan las madrigueras, entonces eso baja la actividad primaria de todo el ecosistema.
“Acopian todos los minerales porque tienen una coraza, entonces van formando su coraza con todos los minerales que hay en el agua y con eso cambian los ciclos químicos del agua y afectan a las demás especies”, expresó.
Aunque se ha buscado darle un uso a este pez, expuso, por sus características es muy difícil aprovecharlo.
“Es una invasión que se dio en todo el país, en Puerto Rico, por ejemplo, provocaron muerte masiva de pelícanos, ha habido desastres por donde quiera”, añadió.
Consideró que la prevención es factor clave, por lo que invitó a la población a no llevar a las presas o ríos las especies exóticas que adquirieron para sus acuarios.
“Las invasiones biológicas solamente se pueden erradicar en poblaciones incipientes”, puntualizó.
Roberto Eduardo Mendoza Alfaro es miembro del Directorio de Expertos de la Conabio en materia de Bioseguridad y representante mexicano ante el Panel Regional del Golfo de México y Atlántico Sur de la Aquatic Nuisance Species Task Force de los Estados Unidos.