Un estudio que analizó el comportamiento de 168 parejas durante sus primeros años de matrimonio, y dio seguimiento al grado de felicidad y a la durabilidad de su relación, encontró que las parejas que muestran afecto excesivo y 'derraman miel' los primeros años de matrimonio tienen más probabilidades de divorciarse.
El estudio se publicó en la revista especializada Journal of Personality and Social Psychology, y encontró los factores que intervienen en el establecimiento de un vínculo matrimonial sólido.
El estudio demostró que los dos primeros años de matrimonio de una pareja muestran indicadores claros del destino que tendrá a la larga la relación, después de un plazo de 13 años. Algunos de los aspectos analizados fueron la intensidad del romance entre la pareja —es decir, si 'derraman miel', expresan afecto o son más bien 'secos'— y si expresaban sentimientos negativos entre ellos.
Estos indicadores, según el estudio, predicen si a) la pareja será feliz después de 13 años, entre los que seguían casados; y b) cuánto tiempo permanecería junta la pareja antes de separarse, para aquéllos que terminaron divorciándose.
Sorpresivamente, el estudio echó por tierra la idea de que las diferencias y los sentimientos negativos durante los primeros años de matrimonio conducen irremediablemente a la separación. En lugar de esto, es la desilusión —es decir, la disminución rápida del amor, el declive del afecto y la pérdida de la idea de que el o la cónyuge corresponden al amor— la que parece distinguir a las parejas condenadas al divorcio de las que logran consolidar un vínculo marital sólido.
Por ello, de acuerdo con las estadísticas del estudio, las parejas que son excesivamente afectuosas durante los primeros años de matrimonio tienen más probabilidades de divorciarse que las que muestran un nivel promedio de demostraciones amorosas.
La razón de esto es que dicha demostración exagerada no es signo de amor, sino de infatuación, que es una pasión irracional caracterizada por la urgencia, la intensidad amorosa, el deseo sexual exacerbado y la extrema absorción de la pareja. Pero, como es sabido, dicha emoción no es de larga duración y no ayuda a construir un sólido lazo amoroso.
Por eso, cuando la infatuación se disuelve con el paso de un par de años, queda muy poco que compartir entre la pareja, que termina separándose. La única 'excepción' a esto, según el estudio, es el día de la boda, cuando las parejas que prodigan afecto dieron signos de una relación más sana y duradera.
Los investigadores aclararon que el afecto no es malo en sí, sino sólo cuando se demuestra en exceso durante los primeros años para luego decaer, y también establecieron que, como es lógico suponer, unos primeros años con negatividad y peleas abundantes también constituyen un signo de que la pareja está destinada al divorcio en menos de dos años.
Otros signos negativos fueron la apatía, la falta de reconocimiento de la pareja —en ambos sentidos— y la rutina. La receta para un matrimonio exitoso, según el estudio, es la construcción de un vínculo sólido a través de una demostración de afecto sana, estable e inquebrantable.
FM