Una foto de la amante desnuda palpitaba en WhatsApp. La conversación erótica que precedía a la imagen terminaba con la promesa de una cita furtiva en un motel. La evidencia estaba ahí, frente a sus ojos, entre sus manos, y todas las sospechas que llevaron a Diana, de 32 años, a revisar el celular de su pareja, parecían justificadas. También espiaba en su computadora, hurgaba en el cesto de basura y hasta decidió seguirlo una noche, cuando supuestamente vería a sus amigos en un bar. Era un engaño: al llegar al lugar el Fulano ya estaba prendado de los labios de otra.
En ocho años de relación, Diana contó 15 infidelidades. En una ocasión, mientras recorrían los pasillos de un museo, tomó el valor de preguntarle por qué le había puesto el cuerno con Zutana. La respuesta le causó escalofríos: “Te engañé porque ella sí está chichona”. En otra ocasión argumentó que “ella sí deja que se la meta por el culo (sic)”. A pesar de las ofensas, la publicista treintañera se mantuvo en la relación. Tenía miedo a la soledad.
Otras historias confirman que “poner los cuernos” es una especie de “deporte nacional”, como sostiene la escritora feminista Coral Herrera, creadora de la comunidad Laboratorio del Amor. Sus teorías sobre el “amor compañero” y la desmitificación del “amor romántico” han generado un movimiento pro igualitario en los países de habla hispana, donde la monogamia pareciera ser la excepción y no la regla.
Es el caso de Esteban, ingeniero químico de 53 años que toleró al menos una docena de infidelidades antes de tomar el valor de abandonar a Mengana. A pesar de que tenían un pacto de exclusividad sexual, la pareja no pudo superar los cinco años de noviazgo. Ella reiteradamente rompió el acuerdo y los celos de él propiciaron incluso violencia física y emocional.
Los secretos de diván lanzan luces para comprender por qué terminan los pactos amorosos. La psicóloga Karla Sofía Villaseñor asegura a MILENIO que ocho de cada 10 personas que acuden a terapia de pareja confiesan haber sido infieles a su “media naranja” en turno.
Otros cuatro expertos en salud mental y emocional coinciden en que la mayoría de sus pacientes suelen “poner los cuernos”. Y afirman que, a diferencia del pasado, en estos tiempos las mujeres son tan desleales como los hombres.
“Somos infieles porque nos gustamos unos a otros, nos sentimos atraídos sexualmente. Estemos o no casados, estemos o no enamorados de una persona, nos sentimos atraídos sexualmente”, comenta la escritora española Coral Herrera, autora de Dueña de mi amor: mujeres contra la gran estafa romántica.
La violencia psicológica y física fue una constante en la primera relación de pareja que tuvo Diana. Salir de esa espiral de malos tratos le parecía prácticamente imposible, hasta que un día los celos hicieron que su pareja perdiera la razón. “Se volvió completamente loco: me pegó, intentó ahorcarme, rompió mi teléfono, mi computadora y mis lentes. Ese día salí huyendo y se acabó”, recuerda.
Aquella ruptura amorosa llegó a la par de una cita con un joven con el que inmediatamente empezó a salir; al mes ya eran novios, mantuvieron seis meses una relación a distancia y luego vivieron juntos tres años. Entre el final y el inicio de sus dos relaciones no hubo un duelo. Se ligaron y luego empezaron a repetirse ciertas conductas nocivas, que Diana hoy identifica como síntomas de “miedo a estar sola”.
Consultado por MILENIO, el ChatGPT asegura que “no existe un porcentaje preciso o consensuado de personas infieles en México o en cualquier otro país, ya que la infidelidad es un tema altamente privado y subjetivo que puede ser difícil de medir con precisión”.
El robot de inteligencia artificial añade que “la definición de infidelidad puede variar de persona a persona y también puede ser influenciada por factores culturales y sociales”.
Sin embargo, la herramienta digital ofrece una batería de encuestas y estudios recientes que muestran que alrededor de la mitad de los mexicanos adultos que tuvieron alguna pareja ha sido infiel.
Matrimonios se han reducido en 20% durante 10 años
Los datos oficiales exhiben que el amor anda de capa caída. Un reportaje publicado por este diario a principios de enero pasado revela que los matrimonios en México se han reducido en un 20.6 por ciento en los últimos 10 años, pues pasaron de 571 mil bodas en 2011 a 453 mil durante 2021, es decir, 118 mil uniones menos en una década, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi).
En contraste, los divorcios se dispararon 64.8 por ciento en ese mismo periodo, al saltar de 91 mil a 150 mil.
Las motivos de la separación
Pero ¿cuáles son los principales motivos por los que las relaciones se quiebran? Consultamos a una serie de especialista en terapia de pareja que compartieron las razones más frecuentes de las separaciones: la infidelidad, falta de comunicación, celos al dudar de la exclusividad sexual de la pareja y también celos profesionales, además de las diferencias económicas, son algunos de los factores recurrentes, por los que las parejas piden ayuda de terapias… o definitivamente optan por separarse.
El psicólogo Octavio Gascón advierte que las parejas deben de tener en claro que algunas aparentes soluciones no siempre tienen finales felices. Por ejemplo, “un trío con alguien más, tener un bebé o establecerse en un matrimonio suelen no arreglar nada, porque no reparan las broncas de comunicación. Hay que establecer con la otra persona qué es importante para nosotros, como pareja, y afrontar los cambios de la vida”, explica el especialista en salud mental de Athva: Clínica de Depresión y Ansiedad.
Aunque las infidelidades son el principal motivo para que una pareja se separe, para la psicóloga Violeta González Canto también pueden representar una oportunidad de reencuentro y de mejora en la relación. “No hay que idealizar una relación, debemos priorizar el principio de autoconocimiento, tener mucha autocrítica, una introspección con nosotros mismos, mucho trabajo individual para que en el momento en que nos vinculamos con alguien, entonces seamos ya una pareja, donde ni yo te cargo ni tú me cargas, ni yo te salvo ni tú me salvas”, recomienda la terapeuta de Centro BM Psicoterapia.
Para establecer relaciones de pareja más sanas es necesario establecer contratos en donde las partes involucradas estén en el mismo tono. “Si están de acuerdo en que exista la poligamia o si se pide exclusividad, no importa, hay que cuidar mucho que se establezcan ciertas reglas para poder cumplir”, sugiere la psicóloga Carolina Buitrón Galaviz.
La maestra en terapia familiar sistémica Karla Sofía Villaseñor ha identificado que en su mayoría son las mujeres quienes solicitan la terapia de pareja. El motivo principal es, en efecto, la infidelidad de los hombres, pero la experiencia clínica le ha dejado algunas lecciones: “Tanto hombres y mujeres están en el mismo porcentaje de infidelidad. Después de una infidelidad, ellos desean sanar la relación, reconstruirla, pero uno de los factores más complejos es recuperar la confianza”.
La novia espía, el novio detective
Al experimentar constantes infidelidades, Diana se convirtió en una especie de espía, una policía. “Yo confiaba en él, pero en la primera infidelidad me volví loca, me convertí en el FBI”, describe. Ella buscaba indicios de engaños en el bote de basura, esperaba encontrar condones, tickets de restaurantes u hoteles, revisaba las conversaciones del celular y analizaba las pláticas con su pareja: su objetivo era localizar la mentira o la contradicción. Al final de la tortuosa paranoia, Diana considera que siempre que se busca una infidelidad es porque esta existe.
Esteban también se transformó en un especie de agente investigador. Al principio hurgaba en los cajones de Perengana con la expectativa de encontrar una carta o un recibo incriminatorio. Los fantasmas de la duda lo llevaron a contratar una agencia de detectives, la cual le acercó fotografías y conversaciones de WhatsApp que corroboraron sus sospechas.
El doctor Eduardo Calixto González, profesor de Fisiología y Farmacología en la Facultad de Medicina de la Universidad Nacional Autónoma de México y jefe de Neurobiología del Instituto Nacional de Psiquiatría Ramón de la Fuente Muñiz, explica que el amor está compuesto por tres factores: el psicológico, el social y el biológico.
En el texto El amor en tiempos de la neurobiología y la perspectiva de género, publicado en la Gaceta de la Facultad de Medicina, el doctor Calixto González señala que “no nos enamoramos con el corazón”, sino que en realidad “nos enamoramos con el cerebro”, debido a las sustancias neuroquímicas que dispensa. Agrega que durante el enamoramiento se libera lentamente dopamina en nuestro cuerpo, lo que va disminuyendo la actividad de la corteza prefrontal, por ello el especialista define que “el enamoramiento, por naturaleza biológica, disminuye la inteligencia”.
Respecto a la ausencia de la razón durante el enamoramiento hay cientos de testimonios y reflexiones. Por ejemplo, el de la periodista Oriana Fallaci, quien escribe en su libro El Hombre: “La pérdida de la felicidad sirve a menudo para aclararnos las ideas, para despertarnos de un sueño que obnubilaba la inteligencia e impedía el juicio, comprendí en lo sucesivo que amarte sería un esfuerzo agónico”.
Si bien Diana siempre deseó repetir el placer y las sensaciones que le generaba el enamoramiento, razón por la cual ligaba sus relaciones una con otra, sin duelo alguno, biológicamente eso tiene sus bemoles.
Durante el enamoramiento se libera dopamina, pero al paso del tiempo esta sustancia disminuye. De hecho el entusiasmo químico del amor no dura más de tres años y, “por cada año que una mujer esté enamorada, tardará tres meses en llegar a sus niveles basales de dopamina, mientras que el hombre lo logrará en solo 28 días”, explica el doctor Eduardo Calixto.
De manera fisiológica se puede estar en proceso de enamoramiento en el periodo en el que se libera dopamina, y ya luego viene la decisión de construir una historia de pareja, un proceso social en donde las personas deben elegirse. Si ello no sucede, las separaciones pueden ser inevitables.
Sobre el mecanismo de los celos, Octavio Gascón asegura que “los seres humanos estamos orientados a buscar pistas en todo, sobre todo dados nuestros antecedentes de vida. Si me pusieron el cuerno en la primaria, en la secundaria, etcétera, y eso fue muy doloroso, es muy probable que en el futuro mi cerebro automáticamente busque pistas para que esa situación no se repita”.
Vamos a terapia
El estudio Infidelidad en México 2020, realizado por DIVE Marketing para la plataforma de encuentros extraconyugales Gleeden, tuvo una población muestra de 300 mexicanos encuestados vía digital. Entre los principales hallazgos está que el 58 por ciento cree que la infidelidad es un comportamiento humano natural, mientras que el 57 por ciento considera que es posible amar a su pareja y serle infiel.
“Las mentiras y omisiones son otro factor para que las parejas se separen y esto se da sobre todo en el uso de redes sociales¨, asegura Villaseñor.
El informe antes citado tomó como referencia el concepto “Infidelidad digital”. Las acciones que implican este tipo de ilegitimidad sentimental son: enviar/recibir fotos sugerentes (83 por ciento); tener una app para búsqueda de pareja (82 por ciento); fantaseo/coqueteo en línea (78 por ciento); dedicar/recibir mensaje en publicaciones o estados (39 por ciento); silenciar notificaciones/modo avión (24 por ciento); buscar pornografía (11 por ciento) y, la menos frecuente, “dar like” a publicaciones (4 por ciento).
Pero no siempre los finales se dan como un punto final y fulminante, donde ya no hay vuelta atrás, sino que llevan un proceso mientras ocurre la separación. Así lo entendió Diana, luego de estar meses intentando regresar a la relación de pareja con Fulano, con el que convivió muchos años en un mismo espacio y con quien incluso compartía profesión.
Karla Sofía Villaseñor identifica otro de los factores que cobra cada vez más relevancia: la diferencia de ingresos económicos, el cual suele ser determinante en la separación. “La persona que tiene los ingresos mayores tiene el poder, el control de la otra persona, lo cual puede generar baja autoestima o sentimientos de inferioridad en el que tiene menos posibilidades”.
Durante los años que Diana vivió con Fulano, los ingresos eran desiguales, y aunque él ganaba más, todos los gastos se dividían por igual. Al final de la quincena ella tenía la sensación de ya no poder más, no le quedaba dinero extra. En el tiempo que vivieron juntos no pudo comprarse “ni un calzón”, dice con amargura.
En esa su segunda relación importante, hubo episodios de violencia emocional, económica y psicológica. La competencia en pareja, la envidia y el tratar de demostrar quién era mejor como publicista, impedían una sana relación. De hecho en más de una ocasión Fulano la desanimó a elegir nuevas y mejores oportunidades laborales.
El no encontrar un punto de equilibrio que satisfaga a ambas partes es otro factor que puede fracturar una relación. Diana compartía el espacio de trabajo, vivía con su pareja y hacían hobbies juntos, por lo que ella sintió que comenzaba a perder su individualidad. Al hartarse mutuamente dejaron de convivir tanto, se fueron al otro extremo y al final sólo coexistían en el hogar.
Villaseñor explica que “compartir tantas horas en un espacio puede generar cierta intolerancia a la otra persona o a ciertos temas. La relación de pareja se puede convertir en una especie de alfombra donde debajo de ella hay muchos conflictos evadidos a lo largo del tiempo”.
La segunda pareja de Diana le empezó a controlar su manera de vestir, pero lo hacía de manera sutil: sugería usar faldas y vestidos, estar bien maquillada, con el pelo teñido de rubio, por ejemplo. “Era su ‘novia trofeo’, pero esa forma de quererme presumir también desataba sus celos, incluso llegó al punto de decir que solo me aguantaba porque estaba bonita”, recuerda no sin sorpresa.
Algo constante en la relaciones de Diana era el miedo a la soledad, lo cual la llevaba a aceptar cualquier cosa a cambio de no estar sola. Hoy reflexiona respecto de los problemas de comunicación, de expectativas y de conceptos que nunca fueron aclarados. “Pocas veces nos sentamos juntos para definir cuál era la concepción de amor o relación que queríamos y, al no hacerlo, tarde o temprano te das cuenta de que estás con una persona que no tiene nada en común contigo”.
La feminista Marcela Lagarde escribió sobre el temor de estar solas que sufren muchas mujeres: “El miedo a la soledad es un gran impedimento en la construcción de la autonomía, porque desde muy pequeñas y durante toda la vida se nos formó en el sentimiento de orfandad; se nos ha hecho profundamente dependientes de los demás y hecho sentir que la soledad es negativa”.
Para romper esos sentimientos de angustia, Diana tomó terapia psicológica. “Cuando acabé mi última relación, y después de meses de terapia, me di cuenta de que me iba a seguir pasando lo mismo infinitas veces hasta que no me quitara ese miedo. Representó un gran paso el irme a vivir sola, no ir corriendo a buscar a alguien, estar en paz conmigo misma, asumir que incluso con mis rupturas y haber vivido con dos personas sin que haya funcionado, no definía que en un futuro sí pudiera funcionar o que necesitara estar con alguien”, comparte.
Parejas van, parejas vienen
Dos matrimonios y una docena de parejas constituyen el largo camino sentimental recorrido por Esteban, el ingeniero cincuentón que solo ve con buenos ojos las relaciones monógamas. A pesar de ser un persistente soldado del amor, ha sido constantemente fusilado por las rupturas.
La psicóloga Carolina Buitrón afirma que las diferencias en expectativas de vida son otro factor de separación. “Es importante buscar a una persona que tenga la misma visión de vida que tú tienes, no es que les guste siempre lo mismo, sino tener afinidad en la perspectiva general, por citar un ejemplo, si para mí no son padres las injusticias sociales, y tampoco lo son para ti, entonces tenemos algo en común”, sostiene.
Esteban reconoce que no ha sabido hacer pactos sólidos con sus parejas y que ha elegido a personas con las que no tiene suficientes cosas en común. Pone de ejemplo su gusto por las reuniones familiares o ver deportes en la televisión, que no todas disfrutaban. “Cuando no compartes asuntos básicos, los lazos terminan por romperse”, evalúa. Otra diferencia es que al ingeniero químico le incomodaba que Mengana fuera afectuosa físicamente con sus amigos, mientras que ella consideraba que tales conductas formaban parte de las normas socialmente aceptadas.
El estudio Infidelidad en México 2020 señala que el 44 por ciento ha “puesto los cuernos” por deseo sexual. La segunda causa es la curiosidad sexual y la tercera problemas de cualquier tipo con su pareja. Una cuarta razón es por aburrimiento o monotonía y la quinta por dificultades sexuales con la pareja.
En lo que se refiere a la preferencia para tener un o una amante, en primer lugar se mencionó a “amigos o conocidos”, en segunda opción una ex pareja, la tercera con alguien del trabajo, la cuarta conocer a alguien en redes sociales y un 30 por ciento de los encuestados mencionó que lo haría a través de una app para búsqueda de pareja.
El sitio de citas para casados líder en el mundo, Ashley Madison, revela que el 80 por ciento de sus usuarios cree que se puede estar enamorado de más de una persona a la vez. Además, el 53 por ciento de las mujeres adscritas a esta plataforma dijeron que su pareja secundaria satisface sus necesidades románticas en comparación con el 28 por ciento que aseguraron que su pareja principal satisface sus requerimientos amorosos.
El amor compañero
Coral Herrera, doctora en Humanidades y Comunicación, sostiene que mantener una relación amorosa plantea un trabajo de autoconocimiento y autocrítica para identificar todo aquello que nos hace sufrir y que hace sufrir a los demás.
Sus investigaciones se centran en desmitificar el amor romántico, pero también en teorizar y practicar nuevas masculinidades no violentas. “El amor hay que alimentarlo, hay que nutrirlo, hay que ponerle energía y cariño. Y nos resulta muy complicado porque somos muy egoístas, porque nos cuesta comunicarnos, nos cuesta ser asertivos y decir qué sentimos, qué pensamos, qué queremos. Nos cuesta, por ejemplo, resolver conflictos sin hacernos daño. Nos cuesta pelearnos sin sufrir, nos cuesta buscar la solución a los problemas, sin hacer lluvias de reproches y sin hacer comentarios despreciativos”.
La autora de Cómo disfrutar del amor: Herramientas feministas para transformar el mito del amor romántico, ha desarrollado el concepto del “amor compañero”, el cual, explica, “es una utopía amorosa, que es una conjunción del amor romántico con el amor feminista: una unión entre la educación romántica que he recibido y el deseo de igualdad, de justicia y de libertad, que para mí es uno de los conceptos más hermosos de los movimientos sociales. Es el concepto de la ternura social y del compañerismo”.
Los problemas empiezan cuando se acaba la tormenta química del amor romántico, explica Herrera. “Es cuando dejamos de idealizar al compañero, y él a nosotras también, empezamos a darnos cuenta de cómo somos por nuestros defectos y nuestras virtudes”.
La creadora de la comunidad Laboratorio del Amor considera que “nos empeñamos en estar juntos para toda la vida y yo siento que, bueno, el problema es que tenemos relaciones muy largas y, en realidad, deberíamos dejarlo cuando acaba el enamoramiento. Nos han hecho creer que si terminamos con un matrimonio o pareja fracasamos pero, en realidad, tenemos que replantearnos esas nociones del fracaso y el éxito. Creo que el éxito consiste en estar bien, de vivir una buena vida. Entonces no se trata solo de aprender a querernos bien, sino también de aprender a separarnos bien”.
JLMR