Entre el sonido de una grabación con cantos religiosos y un clima fresco, apenas unos cuantos torreonenses acuden al Santuario del Cristo de las Noas en plena contingencia por el covid-19.
Algunos de los que se animaron a subir son vecinos de los sectores aledaños como la colonia Primero de Mayo y refirieron que decidieron romper su cuarentena ante la semana santa.
"Ahorita acabamos de subir y venimos a dar una vuelta. Cada año venimos al viacrucis, pero ahora no hay", declaró José Luis Jiménez López, uno de los asistentes.
Refirió que en su caso y en el de su esposa han podido quedarse en su casa gracias a que tienen el sustento de una pensión, pero hoy la interrumpieron por las tradiciones de su fe.
"Uno se aburre de estar encerrado en la casa y ahorita decidimos salir. Nada más lo hacemos cuando se ofrece ir al mandado al centro".
Otros que acudieron al Santuario lo hicieron en sus bicicletas o con equipo deportivo como una rutina de ejercicio.
“No nos queda de otra más que encomendarnos a Dios”
Pese a que los templos están cerrados por la contingencia sanitaria por la propagación del coronavirus, algunos comerciantes de artículos religiosos en Torreón siguen al pie del cañón afuera de las iglesias porque de ahí obtienen su sustento.
Es el caso de Antonio Villanueva que continúa con la venta de sirios, botellas de agua bendita e imágenes de los diferentes santos a las afueras de la iglesia del Perpetuo Socorro en el Centro de Torreón.
“No nos queda de otra más que encomendarnos a Dios. Tengo ya 12 años aquí sirviendo en la iglesia y vendiendo los productos, fue un poco triste cuando nos dijeron que se iba a cerrar por todos los oficios de Semana Santa y más porque pertenezco a los grupos de aquí”.
Dijo que ante el panorama complicado por la pandemia tuvo que ofertar los artículos entre conocidos y mediante sus redes sociales, lo cual le ayudó a vender una parte de la mercancía.
“Lo que hicimos ahora es también ofrecer las cosas por el mismo internet, Facebook y con amigos y conocidos. Nosotros vendemos artículos religiosos como el agua, sirios y otras cosas de aquí de la iglesia”.
Refirió que lo único que les queda como fieles y comerciantes es creer y esperar a que todo pase, además de que seguirá en su labor como vendedor desde hace más de una década en un horario de 11:00 a 17:00 horas.
“Es el sustento de mi casa y mi familia, pero no hay más que echarle ganas”.
Durante la mañana del viernes se apreció poco movimiento en las inmediaciones del templo del Perpetuo Socorro, el cual está sujeto a una serie de labores de restauración de su fachada, pero sí hubo personas que se acercaron al vendedor para adquirir alguna de las cosas que comercializa.
Fue desde el pasado 22 de marzo cuando por instrucciones del obispo Luis Martín Barraza Beltrán fueron canceladas las misas dominicales y unos días después dio el anuncio del cierre las parroquias y capellanías para evitar aglomeraciones que permitan la propagación del covid-19.
“Es mi fe y nadie me la va quitar”
Desde hace más de 30 años que comenzó el viacrucis tradicional en el Cerro de las Noas está presente cada semana santa. Este año debido a la contingencia sanitaria no hubo el recorrido tradicional, pero por su fe acudió.
Víctor Manuel Guillén tiene 81 años y pertenece a la población vulnerable que podría verse afectada por el coronavirus, pero eso no le importó para subir al santuario y permanecer un rato escuchando los cantos religiosos y meditando a los pies del monumental Cristo.
“Tengo mi fe y me molesta que esto haya pasado en semana santa. Esto es mundial, ¿qué le vamos hacer? Se desocupa a mucha gente y han hecho cosas que nomás no”.
Guillén recuerda que desde que está el santuario acude año con año a las celebraciones de semana santa sin excepción. No le importa atravesar en bicicleta las calles de Lerdo, Gómez Palacio y Torreón para hacerlo porque, afirma, tiene muchas cosas para agradecer.
“Trabajo en el centro de salud de Gómez Palacio y Lerdo lavando los carros de los médicos y enfermeras mientras ellos se van a vacunar al campo. Me tienen confianza y hasta me dejan las llaves de sus carros. Dios me ha dado todo y cada que me levanto le pido fuerzas para seguir adelante porque ahorita vivo solo en la casa”.
Víctor Manuel dice no puede entrar a una cuarentena en su casa porque debe trabajar para salir adelante, vive solo y aunque tiene una pensión gubernamental no le alcanza para subsistir.
“Todos los días me dicen: ‘quédate en tu casa’, pero estoy acostumbrado a trabajar y no se me quita porque nos inculcaron a la labor dura”.
Sin embargo, el hombre de 81 años de edad lleva cubrebocas para evitar algún contagio y nada más se lo quita un momento cuando saca una manzana para comer.
RCM/CALE