2024 arrancó con la sacudida de diversos puntos de la Tierra: en California, Estados Unidos, se registró un sismo de 4.1; en México se experimentaron dos movimientos telúricos de magnitud 4.0 y 4.1; mientras que en Perú se detectó un temblor con magnitud 4.2. Esto el mismo día en que Japón vivió un temblor de 7.6 de magnitud.
Al coincidir en fecha se abre la pregunta sobre si es posible que estén conectados, ya que se ha mencionado que ocurrieron en lo que se conoce como el 'anillo' o 'cinturón de fuego'.
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¿Qué es el 'Cinturón de fuego'?
El anillo o cinturón de fuego es una forma coloquial de nombrar a una zona del océano Pacífico "propensa a actividad sísmica y volcánica", pues se trata de una larga cadena tectónica, según explica Raúl Valenzuela Wong, investigador del Instituto de Geofísica de la UNAM.
Este 'anillo' estaría conformado por la subducción de varias placas tectónicas, por lo que la actividad sísmica o volcánica en las regiones que lo comprenden se mantiene a diario y en más de un sitio a la vez, como explica el Centro Nacional de Prevención de Desastres de México.
Se considera que este 'cinturón' inicia en Chile, pasa por Centroamérica, México y Estados Unidos, recorre las Islas Aleutianas y baja por las costas de Rusia, Japón, Taiwán y Filipinas, hasta llegar a Nueva Zelanda.
Sin embargo, de acuerdo con especialistas, si bien este concepto se ha vuelto popular y se suele utilizar para explicar las coincidencias de actividad volcánica y sísmica en estas regiones, lo cierto es que no es aceptado dentro de las Ciencias de la Tierra.
"Es un término un poco amarillista que salió en los 80's para remarcar que en esa zona hay muchos sismos y volcanes, pero como tal no es aceptado dentro de la rama", explica a MILENIO, el geólogo egresado del Instituto Politécnico Nacional (IPN), Alejandro Salazar Méndez.
¿Reacción en cadena?
Así, pese a que podría parecer lógico que los movimientos telúricos recientes tienen una conexión, lo cierto es que no ocurre de este modo, según explica el geólogo Salazar Méndez, quién en una entrevista con este medio detalló en qué casos un sismo puede y no impactar en otros puntos del planeta.
En el caso de los sismos del primero de enero, no hay como tal una relación y menos aún una reacción en cadena. Esto debido a que, aunque estén cerca o sobre una mismas estructura geológica, (por ejemplo, Estados Unidos, México y Japón conectan con la placa del Pacifíco), estos no son bloques continuos, ni se conectan de extremo a extremo, sino que presentan múltiples fracturas.
“Aunque pase un sismo muy grande de un lado de la placa, del otro lado no hay una respuesta (...) el bloque está roto, entonces normalmente cuando se desplaza una falla y se genera un sismo, solo es una zona la que se desplaza, lo demás se 'amortigua' y compensa, por lo que ya no se mueve”, explica el experto.
Por otro lado, hay que tomar en cuenta que la falla que ocasionó el sismo en Japón fue parte del sistema de la placa Euroasiática, ubicada al oeste de la nación insular, es decir, no fue provocado por la misma que originó los sismo en México, Estados Unidos y Perú.
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Los grandes terremotos y sus alcance
No obstante, si bien dos sismos en distintos puntos del mundo no se conectan, esto no quiere decir que los terremotos no tengan repercusiones en puntos lejanos al de su origen.
Por ejemplo, el terremoto de Valdivia, Chile registrado en 1960, tuvo un efecto en cadena pues, 22 horas después de que la región fuera sacudida por un sismo de 9.5 de magnitud, en Honshu, Japón (es decir a 17 mil kilómetros de distancia) llegaron —como resultado del movimiento telúrico— olas de 5.5 metros que destruyeron varios hogares y terminaron con la vida de 138 personas.
“Pero este tipo de sismos son contados, son tan, tan grandes que literalmente hacen que resuene el planeta completo (...) el sismo de Sumatra-Andamán por ejemplo, afectó a veintitantos países, pero fue por el tsunami que desencadenó, pero esto sismos son raros”, asegura el geólogo.
Cabe señalar que el terremoto mencionado por el geólogo tuvo una magnitud de 9.3 y se registró en 2004. El movimiento de la tierra ocasionó una serie de tsunamis a lo largo de las costas de la mayoría de los países que bordean el océano índico. Se estima que al menos 275 mil personas fallecieron como resultado de este fenómeno natural.
México y el alcance de los sismos en el mundo
De acuerdo con evidencias geológicas documentadas en una investigación publicada en Nature Scientifics Reports, en 1787 el territorio mexicano experimentó un sismo de magnitud 8.6 que ocasionó un tsunami, mismo que habría ‘llegado’ al otro lado del mundo.
“Fue una falla grandísima en las costas de Guerrero y Oaxaca que se abrió y entró en el mar. Este tsunami llegó hasta el otro lado del mundo y se registró otro pequeño tsunami en Nueva Zelanda”, señala el geólogo.
De acuerdo con lo explicado por el experto, en caso de que en Nueva Zelanda se presentara un terremoto de gran intensidad, México podría verse impactado por un tsunami.
LHM