Eran las 7:17 de la mañana del 30 de junio en las inhóspitas estepas de Tunguska, una región de Siberia, Rusia. Sin previo aviso, una explosión de gran magnitud sacude la tierra y arrasa todo a su paso. ¿Un asteroide? ¿Un cometa que se precipitó a la Tierra? A ciencia cierta, nadie lo sabe.
A continuación recuperamos lo que la Administración Aeronáutica y del Espacio —NASA, por sus siglas en inglés—, una de las instituciones con mayor autoridad en materia de astronomía, ha publicado acerca del evento de Tunguska.
"Es el año 1908 y apenas transcurrieron algunos segundos de las siete de la mañana. Un hombre yace sentado en el balcón de un solitario establecimiento comercial en Vanavara, Siberia. No se imagina que, en sólo unos instantes, será arrancado de su silla y el calor será tan intenso que sentirá como si su camisa estuviera envuelta en llamas…"
Así es como se describió inicialmente el llamado evento de Tunguska a 64 kilómetros del epicentro. A 110 años de aquel feroz impacto cerca del Río Podkamennaya, aún hoy los científicos hablan del tema. Y es que la de Tunguska ha sido la única entrada de un meteoroide en tiempos modernos de la cual tenemos narraciones presenciales.
[Árboles derribados y quemados a kilómetros del impacto]
A pesar de que el impacto ocurrió en 1908, la primera expedición científica que llegó al área lo hizo 19 años después. En 1921, Leonid Kulik condujo una expedición a Tunguska, pero su equipo no logró alcanzar el área de la explosión. En 1927, una nueva expedición, liderada otra vez por Kulik, logró finalmente alcanzar la meta.
Aunque fue difícil obtener testimonios, la evidencia abundaba alrededor. Aproximadamente 2 mil 100 kilómetros cuadrados de bosque quedaron partidas en dos, ochenta millones de árboles yacían a ambos lados, derribados en un patrón radial sobre el suelo. Más tarde, cuando el equipo llegó al lugar del epicentro, descubrió que los árboles estaban de pie, pero con sus ramas y sus cortezas completamente removidas.
Eso requiere ondas de expansión de rápido movimiento capaces de romper las ramas de un árbol antes de que éstas puedan transferir el impulso del impacto al tronco. Algo similar ocurriría 37 años después, tras la explosión nuclear en Hiroshima, Japón. Uno de los testigos dijo:
"De pronto, en el cielo del norte... el cielo se partió en dos y, sobre el bosque, toda la parte norte del firmamento parecía cubierta por fuego... En ese momento, hubo un estallido en el cielo y un gran estrépito... Al estrépito lo siguió un sonido como de piedras que caían desde el cielo o de pistolas que disparaban. La tierra tembló."
Después de 110 años, la causa del suceso aún está en debate. Algunos afirman que se trató de una roca espacial de aproximadamente 37 metros de diámetro y 110 mil toneladas de peso que penetró la atmósfera de Siberia a 54 mil kilómetros por hora, calentando el aire a 24 mil 700 grados centígrados, y detonó a unos 8 mil 500 metros de altura, liberando energía equivalente a alrededor de 185 bombas de Hiroshima.
Sin embargo, ante la ausencia de un cráter o de restos de material propios del impacto de un asteroide, la teoría más aceptada por los científicos es que lo que se impactó en Tunguska fue un cometa pequeño —o quizá solo un fragmento de éste— compuesto de hielo y polvo, el cual habría estallado para después quedar completamente vaporizado por el roce con la atmósfera terrestre, lo que causó que todo el hielo se sublimara directamente a gas, el cual se habría dispersado por la atmósfera eliminando todo rastro de la explosión.
Se sospecha que este fragmento provendría del cometa 2P/Encke. Como haya sido, el evento de Tunguska queda en la historia de la ciencia como una pequeña muestra del poder del cosmos y de lo que podría acaecer en la Tierra a consecuencia del impacto de un asteroide o un cometa.
FM