Estar enamorado puede modificar la actividad del sistema inmune. De esto no tiene duda Ignacio Camacho Arroyo, académico de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), quien señaló que, en la primera fase del amor, los seres humanos aumentan las defensas contra cualquier microorganismo, pues se incrementa la expresión de los genes involucrados en la respuesta inmunológica.
“En esta etapa vamos a tener más defensas contra cualquier microorganismo. Si estamos enamorados y nos enfermamos de covid-19, por ejemplo, es mucho más probable que podamos resistir al virus”, externó el experto durante la videoconferencia Los ingredientes bioquímicos del amor.
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En términos biológicos, el amor es un fenómeno integral en donde participa todo el organismo, en el cual el cerebro y diferentes glándulas producen mensajeros químicos que se comunican entre sí.
Camacho Arroyo detalló que existen dos tipos de amor: el de pareja y el filial (maternal o paternal), ambos fundamentales para la supervivencia de las especies.
“En los mamíferos, particularmente los homínidos, el amor de pareja en muchos casos llevará a la procreación; en cambio, el amor filial es importante para el cuidado de las crías en etapas muy tempranas del desarrollo”, indicó.
El amor consta de tres fases: el enamoramiento; el amor pasional o de consolidación, y el amor de compañía. En la primera etapa, la actividad cerebral se modifica de manera selectiva en diversas regiones de nuestro sistema nervioso central. En el amor romántico se activa el hipotálamo, que está involucrado en el despliegue de la conducta sexual.
En el enamoramiento existe una activación y, a su vez, una desactivación de diversas regiones cerebrales. A nivel de la corteza cerebral las diferentes zonas activadas están relacionadas con la confianza y la seguridad; las regiones inactivadas tienen que ver con el juicio y la percepción de la realidad, explicó.
“Cuando se está en la etapa inicial del enamoramiento, la percepción de la realidad es un poco diferente de lo que ocurre, pero esta activación o desactivación de las zonas del cerebro no dura toda la vida”, recalcó.
Al inicio del enamoramiento, agregó, otros cambios importantes a nivel hormonal son, por ejemplo, el aumento en los niveles de testosterona en la mujer y la disminución de ésta en el hombre. En esta etapa, las personas tienen incertidumbre y estrés moderado; por lo tanto, se incrementarán los niveles de cortisol, en comparación con sujetos que no están en ese estado.
“Estos cambios en los niveles hormonales, al igual que los que ocurren en el cerebro, son temporales y varían de pareja a pareja, dependiendo de cómo se den los primeros meses de relación. Muchos autores dicen que en los primeros tres o cuatro meses ya se empiezan a reestablecer algunos de los niveles previos al enamoramiento”, puntualizó el académico de la FQ.
El especialista también detalló otras manifestaciones del amor, fundamentales para el bienestar y la supervivencia de las especies, como el deseo sexual, relacionado con el coito que puede llevar a la reproducción; la atracción, importante para establecer lazos de pareja, y el establecimiento de las relaciones.
Destacó que en las manifestaciones del amor participan diferentes mensajeros químicos, pues las hormonas son esenciales para desplegar cualquier conducta sexual; por ejemplo, la testosterona es una hormona típicamente masculina, mientras que el estradiol y la progesterona son hormonas femeninas.
Participan también los neurotransmisores; mensajeros químicos como la dopamina y la serotonina (que se producen en el cerebro y regulan las funciones del sistema nervioso); péptidos, como oxitocina y vasopresina, que se producen en el cerebro y se liberan de la glándula hipófisis, entre otros.
yhc