En 1915, durante seis meses León, Guanajuato, fue el centro del poder revolucionario de todo el país.
En ese momento Francisco Villa y su tropa decidieron establecerse en una residencia de estilo neoclásico, conocida como La Casa de las Monas, en pleno Centro de la ciudad.
Un lugar donde cualquier persona puede ingresar porque hoy es un restaurante abierto al público.
Ahí se puede comer y quizá muchos ni siquiera saben o imaginan que están debajo del techo donde también comió Pancho Villa y donde incluso firmó un decreto.
Ese edificio fue Palacio de Gobierno luego de que se proclamó a León como la ciudad capital de Guanajuato —durante cuatro meses—; ahí se promulgó la Ley Agraria el 24 de mayo de 1915. Este fue uno de los pocos documentos formales que firmó Villa. Además de cuartel y centro de operaciones del “Centauro del Norte”, de enero a junio de 1915.
José Doroteo Arango Arámbula, conocido en la historia como Pancho Villa, llegó a León en enero de 1915, luego de haber sido derrotado en la batalla de Celaya por Álvaro Obregón.
León, una ciudad respetada durante la Revolución
En plena Revolución Mexicana, y con los villistas en León, el Centro de la ciudad no fue escenario de ningún combate. No fue destruida, a diferencia de Zacatecas o Puebla, que quedaron en ruinas; aquí se respetó a la población civil.
El dato
“No hubo cañoneo, ni incendios, ni bombardeos urbanos. Fue una guerra peleada en el campo, no en las calles”, explicó el cronista municipal del Archivo Histórico en León, Luis Alegre Vega.
Con el paso del tiempo, la Casa de las Monas se ha rodeado de leyendas; algunos aseguraban que en su patio trasero hubo fusilamientos, o que las paredes o fachada conservaban las marcas de las balas y cañonazos.
Sin embargo, Alegre Vega desmiente el mito: “No hay evidencia de eso, es una historia nacida del imaginario popular. Quizá la gente asocia a Villa con violencia y proyecta esa idea, pero la casa nunca fue escenario de combate”.
Por ello, enfatizó, que no existen evidencias, ni fotografías, ni reportes de la época que confirmen que el inmueble haya sufrido daños por impactos de bala durante la Revolución Mexicana.
El edificio se ha mantenido casi intacto porque en la ciudad no hubo combates, ya que las operaciones militares se desarrollaron principalmente en zonas rurales.
¿Marcas de bala? Solo desgaste histórico
Si bien hoy ese edificio está abierto al público como restaurante de pizzas, ahí se pueden ver algunas marcas en los muros exteriores que podrían parecer impactos de bala a simple vista; en realidad corresponden a imperfecciones del material original, desgaste por el tiempo o reparaciones hechas tras distintos usos del inmueble.
Luis Alegre explica que, al terminar la Revolución, la finca regresó a manos privadas y se mantuvo como espacio comercial.
Décadas después, mientras se remodelaba el Palacio Municipal, albergó temporalmente la Presidencia de León de 1971 a 1972; luego fue Archivo Histórico de 1973 a 1979, y Casa de la Cultura y Biblioteca Municipal hasta 1980.
La leyenda de los balazos persiste como parte del encanto narrativo que rodea a una de las casonas más emblemáticas y misteriosas del Centro Histórico leonés.
“La Casa de las Monas se basó en el diseño de una mansión alemana”
La Casa de las Monas fue construida en 1870. Fue mandada a edificar por don Manuel Guedea Caraza, quien adquirió los planos y diseños de una mansión alemana durante un viaje por Europa. Su constructor fue Herculano Ramírez, quien también edificó el Teatro Doblado y la ex Cárcel Municipal, edificios emblemáticos en León.
Tiene un estilo neoclásico con algunos guiños al Art Nouveau. Se ubica en la calle 5 de Mayo, en el Centro Histórico de León, y su nombre proviene de dos cariátides —las “monas”— que sostienen balcones en la fachada principal.
En su momento de esplendor, la finca era imponente: dos niveles de arquitectura señorial, grandes ventanales y espacios amplios para la vivienda de la familia Guedea & Portillo–Martín del Campo (Manuel Guedea y María Dolores Portillo).
En la segunda mitad del siglo XIX, cuando el comercio internacional transformaba a León, la finca fue un símbolo de progreso. La planta baja funcionaba un almacén que ofrecía productos importados: telas, muebles y artículos finos que llegaban desde Europa.
Luis Alegre platica que sus propietarios fueron inmigrantes alemanes que se vincularon con las familias más influyentes del Bajío.
En diciembre de 1914, León, como el resto del país, era un territorio dividido; las tropas villistas, tras intensos combates, entraron a la ciudad y la declararon capital del estado de Guanajuato, aunque de forma simbólica.
Una joya neoclásica que resiste al tiempo
En una ciudad donde muchas construcciones históricas han sido demolidas por la voracidad inmobiliaria, la Casa de las Monas destaca por su estado casi intacto.
Sus pisos de mosaico, sus corredores en forma de pasillos que dan acceso a otras zonas y su gran escalera interior se conservan como hace más de un siglo.
Desde hace décadas pertenece a una familia leonesa que la mantiene como parte de una cadena local de restaurantes de pizzas que inició el 1 de abril de 1995. Durante un tiempo, incluso ahí, en el segundo piso, se ubicó el Instituto Cultural de León para montar exposiciones temporales.
El dato
“El mérito es que sigue siendo un edificio vivo, no es un museo cerrado, sino un espacio abierto al público, donde cualquiera puede entrar y, sin saberlo, sentarse a comer bajo los techos donde Villa firmó un decreto”.
Al caminar y pasar frente a la Casa de las Monas, frente a esas cariátides, y levantar la vista, se tiene la sensación de que esas figuras de piedra observan y seguirán observando, imperturbables, los ciclos de la historia.
Fueron testigos del rugir de los caballos de Villa, del bullicio del comercio, del eco de los primeros artistas leoneses.
El dato
“Y hoy, entre risas y aromas de pan horneado, siguen ahí, recordando que la memoria también se habita”, enfatizó Luis Alegre Vega.
Villa se repliega a León tras ser derrotado por Obregón
“Las batallas de la Trinidad” fueron una serie de enfrentamientos entre los ejércitos constitucionalistas y villistas registrados entre mayo y junio de 1915, en Santa Ana del Conde, donde se resguardó Álvaro Obregón.
Previamente, hubo combates en Celaya y Silao. De ellos salió victorioso Obregón, quien obligó a los villistas a replegarse hacia León.
La comunidad de Santa Ana del Conde, ubicada en las afueras de León, fue el escenario donde las fuerzas de la División del Norte, encabezada por Francisco Villa, pelearon contra las tropas constitucionalistas al mando del general Álvaro Obregón, el 3 de junio de 1915.
En esta batalla, Obregón resultó herido y perdió el brazo. Se estima que se enfrentaron cerca de 38 mil soldados de Villa contra 40 mil del ejército de Obregón.
Los villistas se replegaron hacia León y, al sentirse derrotados, decidieron marchar hacia Aguascalientes, abandonando gran cantidad de armas y municiones en la hoy ciudad zapatera.