• No era el plan quedarse: migrantes intentan rehacer su vida en México… entre violencia y desprecio

  • Día Internacional del Migrante
  • Permanecen en Jalisco, donde intentan rehacer su proyecto de vida ante el endurecimiento de las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump: el difícil trayecto por México.
Josefina Ruiz
Guadalajara /

Salieron de su país con el deseo de llegar a Estados Unidos, pero el camino resultó más complicado de lo que esperaban. Justo hoy, que se conmemora el Día Internacional del Migrante, permanecen en Jalisco, donde intentan rehacer su proyecto de vida ante el endurecimiento de las políticas migratorias del gobierno de Donald Trump, el difícil trayecto por México y la imposibilidad de regresar a su tierra por amenazas y violencia.

MILENIO documentó que el fenómeno se refleja en la Casa del Migrante, ubicada en el Cerro del Cuatro, en San Pedro Tlaquepaque, donde antes la permanencia de las personas en tránsito se prolongaba solamente unas semanas y ahora pueden quedarse hasta por años.

El padre Alberto Ruiz Pérez, director del albergue, reconoció que el panorama actual resulta más agresivo e incierto que en administraciones anteriores. “Es un panorama que era incierto hace un año y creo que ahora viene más agresivo que el del otro periodo que tuvo como gobernante; la verdad es que mucha gente se ve en la necesidad de regresar a sus países, pero los que tienen amenazas de muerte en su país se tuvieron que quedar en México”.

Permanencia involuntaria

La Casa del Migrante pasó de brindar atención temporal a ofrecer estancias prolongadas. Hoy alberga a 45 personas, entre niñas, niños, adolescentes y adultos, distribuidas en tres espacios, con un requisito central: que los menores continúen sus estudios.

“En lugar de atenderlos por uno, dos o tres días, los estamos atendiendo por meses; incluso aquí nosotros les dimos la oportunidad a las personas de que inscribieran a sus hijos en la escuela, fue como un requisito: queremos a los niños estudiando y al papá trabajando”, explicó Ruiz Pérez.

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Familias de Centroamérica y Sudamérica

La mayoría de las personas migrantes que permanecen en el albergue provienen de Honduras, Guatemala y El Salvador, aunque también hay familias de Venezuela, Nicaragua y Ecuador. La capacidad del lugar es de hasta 100 personas, aunque en momentos críticos han llegado a recibir hasta a dos mil migrantes en tránsito. “No me preguntes cómo, porque ni yo sé cómo le hicimos”.

De acuerdo con el sacerdote, aunque el llamado “sueño americano” sigue vigente, la realidad obliga a una pausa. “Ellos quieren volver a intentar; están esperando, obviamente tienen el anhelo, el deseo de que esto cambie en un año o dos. Por lo pronto estamos en este proyecto, porque obviamente el proyecto del inmigrante es llegar a Estados Unidos, pero se ha visto interrumpido”.

Niñas migrantes en albergues de Jalisco. (Fernando Carranza)

El impacto del cierre de CBP One

La suspensión del programa CBP One, que facilitaba citas migratorias, cambió por completo el flujo.

Algunas familias regresaron a la Ciudad de México para intentar regularizarse; otras retornaron a sus países, y un grupo más se quedó en Guadalajara porque no tenía otra opción.

Faltan políticas públicas

El padre señala que la falta de políticas públicas deja a los migrantes en una situación de vulnerabilidad extrema. “Es tan lamentable que, siendo un país migrante, en México no hay políticas públicas, ni siquiera para los mexicanos, menos para los extranjeros… los diputados no están cumpliendo con su deber”.

La situación se agrava, explica, por la reducción presupuestal a la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados (COMAR). “Desde el año pasado le quitaron 80 por ciento de los recursos económicos para atender estos casos, cuando más se necesita”.

Trabajo informal y precariedad

Ante la falta de documentos, la mayoría de las personas migrantes accede únicamente a trabajos informales. “Trabajos improvisados: ir a cortar un jardín, limpiar un terreno, ayudar a algún albañil… lo que ganan es muy poco. No les alcanzaría para renta, comida, transporte y medicina”.

Padre Alberto Ruiz Pérez, director del albergue El Refugio. (Fernando Carranza)

“Sentimos todo el menosprecio”

La historia de Alejandro resume la condición de muchos migrantes que, sin haberlo planeado, terminaron arraigándose en Guadalajara. Originario de Río Gallegos, Argentina, llegó a México impulsado por razones económicas y personales, con la intención de trabajar y rehacer su vida. Sin embargo, el trayecto se convirtió en una sucesión de pérdidas, violencia y enfermedad.

“Bueno, unas razones económicas, razones personales también, y me habían ofrecido tener un lugar para poner un negocio… Me dijeron que me tenía que ir, sacándome todo, dejándome en la calle; metiéndome dos puñaladas acá”, señala la mano donde sufrió la agresión.

De emprendedor a migrante enfermo

Antes de llegar a Jalisco, Alejandro tuvo un restaurante en Veracruz, donde intentó establecerse como cocinero. El negocio, dedicado a la fusión de comida mexicana y argentina, terminó por cerrar en medio de problemas de salud que marcaron un punto de quiebre.

“Se llamaba La Fábrica Gourmet… Era taco fusión México-Argentina, comidas argentinas y comidas mexicanas; yo soy cocinero internacional, maestro cocinero”.

Secuelas de enfermedad y sobrevivencia

El deterioro de su salud fue progresivo. Dos episodios de dengue, dos contagios de covid-19 y una estancia hospitalaria en la que sobrevivió a una situación crítica dejaron secuelas que hoy le impiden trabajar de manera regular.

“La última vez que me agarró el covid, entraron 14 conmigo y los 14 murieron… me negué y salí vivo. Y acá estoy, pero pagando las consecuencias, porque tengo problemas… no puedo hacer nada, inclusive hablar me cuesta”.

Alejandro se inscribió al programa de retorno voluntario, pero el dictamen médico frenó su regreso a Argentina. “No estoy apto para viajar”.

Vivir al día

Hoy su vida transcurre en el día a día, sostenido por el apoyo del albergue y por el trabajo que realiza únicamente los domingos, cuando su cuerpo se lo permite.

“Estoy trabajando los domingos, que me da la oportunidad el padre de vender lo que yo elaboro en las misas… es el único día de trabajo y con eso me sustento”.

Aunque reconoce la solidaridad de muchas personas, también señala que la experiencia migrante está atravesada por el rechazo y la discriminación. “Hay un claro ejemplo de xenofobia… sentimos todo, todo, el menosprecio”.

Caminata migrante. (Fernando Carranza)

Guadalajara como refugio provisional

A pesar de estas dificultades, Alejandro ve en Guadalajara un lugar donde puede sobrevivir y atender sus problemas de salud, algo que en Argentina no sería posible en sus circunstancias actuales. Para él, México y Jalisco se han convertido en una especie de hogar provisional, donde puede trabajar, alimentarse y recibir apoyo médico básico, aunque de manera limitada.

Ante la pregunta sobre su futuro, Alejandro, migrante argentino de 67 años, no habla de planes ni de proyectos a largo plazo. “El mío es vivir el día a día”.

En busca de apoyo

De acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), Jalisco es uno de los cinco estados con mayor población nacida en otro país; el Censo de Población y Vivienda 2020 reporta más de 85 mil personas migrantes internacionales residiendo en la entidad.

Datos de la Unidad de Política Migratoria de la Secretaría de Gobernación señalan que Jalisco se encuentra entre los primeros lugares nacionales en solicitudes de refugio, principalmente de personas provenientes de Centroamérica y Sudamérica.

Retorno de jaliscienses y atención limitada

Jalisco también es uno de los estados con mayor número de jaliscienses que regresan al país, estimándose en más de 20 mil personas anualmente entre 2022 y 2024. Muchos de ellos llegan buscando oportunidades laborales o programas de reintegración, según la Secretaría de Desarrollo Económico.

En cuanto a apoyos, el gobierno de Jalisco cuenta con el programa “Jalisco te Recibe”, operado por la Secretaría General de Gobierno, enfocado principalmente en personas jaliscienses retornadas de Estados Unidos, con orientación legal, vinculación laboral y apoyo para trámites de identidad. Sin embargo, organizaciones civiles advierten que los programas estatales no están diseñados para atender de manera integral a la población migrante extranjera.

Albergues sostenidos por la comunidad

El sacerdote enfatiza que, pese a la incertidumbre, Guadalajara sigue siendo una ciudad hospitalaria, con albergues que, gracias a donaciones de la comunidad y apoyo de instituciones religiosas, logran sostener a quienes no tienen otra opción más que quedarse en México.

Ante el cierre de albergues y la reducción de apoyos internacionales, la Casa del Migrante sobrevive gracias a donaciones. “Si ves un migrante, hacerlo llegar a estos espacios; si nos quieren traer un costal de frijoles o una caja de huevos, son bienvenidos”.

Albergue migrante en Jalisco. (Fernando Carranza)

La realidad en Jalisco evidencia que, más que un punto de paso, México se ha convertido en un lugar de espera obligada para miles de personas que simplemente buscan vivir con dignidad.


MC

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