Las esferas de Chignahuapan son una artesanía preciada para los poblanos, que gustan de montarlas en casa o en el trabajo con motivo de las fiestas navideñas. Sin embargo, su belleza las ha llevado a ganarse el agrado de turistas nacionales y extranjeros que llegan al Pueblo Mágico de la Sierra Norte de Puebla para comprarlas en masa.
La forma tradicional de elaborarlas, que incluye la aplicación de nitrato de plata y pintado a mano alzada, se encuentra en peligro de extinción ante la industrialización del proceso por la gran demanda de piezas, que se calcula en miles de millones al año.
Zully Herrera, artesana de Chignahuapan al mando de Boutique Navideña, explicó lo complejo que es competir contra empresas que han acaparado el negocio de la esfera con una estrategia de productos a bajo precio, pero que son imitación porque les agregan aditamentos como el aluminio, que con el tiempo pierde brillo y afecta el colorido de las piezas.
“Yo le quito mérito a la esfera metalizada. La meten a unas cámaras de alto vacío a las que les avientan el cromo, es para hacer más producción, pero le quita trabajo y mucha chamba a mucha gente. Cuando una esfera es inyectada con nitrato de plata se le aplica una por una y le da otro brillo, otra calidad y esa parte de trabajo que todos necesitamos aquí en Chignahuapan”, expuso.
Detalló que las esferas originales son tan de buena calidad que, con el cuidado adecuado, pueden durar toda una vida. En cambio, las industriales pueden caducar a los tres meses de compra.
“Este vidrio tiene que ser alemán, el nitrato de plata tiene que ser inyectado por dentro. Eso nos va a garantizar el brillo y que tengamos esa nitidez completa de nuestra esfera al aplicar la laca, el solvente y la anilina. Hay que usar estos químicos en muy buena calidad puesto que el producto se puede exhibir al sol o con la misma luz de las series (navideñas) se puede colorear”, añadió.
A esa idea se sumó Azucena Ruíz, fundadora y lideresa de Azul Pinta, quien explicó que la esfera industrial pierde su esencia natural porque está pensada en un consumidor al que se le suele engañar sobre el origen verdadero de las piezas.
“Si tú te quedas viendo tan solo los brillos, los colores, el grosor, el tocarla, el casquillo que sea de corona, esos detalles delatan totalmente al producto falso”, sentenció la empresaria que junto a su esposo, Alberto, y sus hijos, mantienen viva la producción de esfera artesanal desde 1995.
Aunque no hay una cifra concreta porque los números varían cada año, las estimaciones del gobierno municipal apuntan a que Chignahuapan cuenta con unos 400 talleres de esfera de vidrio soplado, lo que lo convierte en uno de los oficios más importantes del territorio.
Buena parte de las fuentes de empleo están en riesgo no sólo por los avances tecnológicos que sustituyen el trabajo de hombres y mujeres por máquinas que producen en masa, sino también por el acaparamiento de la industria china que se apropia de las creaciones de los artesanos.
Azucena Ruiz lo denunció claramente: mientras los talleres artesanales que preservan la elaboración de los adornos están en peligro de extinción, la piratería china gana terreno por la reducción en sus costos de producción y venta en otras partes del mundo, un fenómeno que el comprador y el turista desconocen porque no se lo explican.
CHM