La transición gubernamental en el territorio de la cultura está costando mucho trabajo y ha complicado la existencia de muchos proyectos que, por su naturaleza, resultan de una extrema fragilidad. Los emprendimientos culturales de iniciativas civiles autogestivas que a lo largo de muchos años, esfuerzo y terquedad de voluntades admirables que se han levantado, con el acompañamiento bueno, malo o regular del estado, están hoy a punto de colapsar y dejar sin empleo a muchos trabajadores.
Durante décadas, los mecanismos del gobierno para otorgar recursos a proyectos culturales que el aparato estatal no podía realizar por sí mismo, ni podrá, orilló a las agrupaciones artísticas independientes a asumir la figura jurídica de asociaciones civiles sin ánimo de lucro. En no pocas reglas de operación, incluso, se volvió requisito ineludible el contar con tal figura para poder acceder a becas, subsidios y recursos. Y para llegar a ese punto, los emprendimientos civiles de cultura, de por sí con economías paupérrimas, tenían que hacer costosos desembolsos de notarios, administradores, contadores. Es decir, por fuerza estaban obligados a construir una estructura con unos gastos de operación ya onerosos aún antes de poder realizar sus tareas culturales y artísticas, objeto principal de su existir.
El rechazo del gobierno a trabajar con las organizaciones de la sociedad civil (OSC) parte de una realidad concreta: que no pocos “abusados” se dieron la maña de construir asociaciones civiles fantasma, o que hacían cosas al vapor inflando costos para robarse el dinero. Eso ocurrió, sin duda. El problema es que todas aquellas que sí realizaron aquello que prometieron hacer, multiplicando incluso los pocos o medianos dineros que daba el Estado (las cifras millonarias iban solo para quienes engañaban), haciéndolos rendir y llevando a cabo proyectos importantísimos y sirviendo a la sociedad de múltiples maneras, generando empleo, y creando bienes culturales ahí donde brazos, manos y dedos del Estado no alcanzan a llegar, hoy agonizan.
TRASPUNTE
POR UN TRATO JUSTO
Las OSC o asociaciones civiles no son el Diablo. Muchas han arriesgado el pellejo para la construcción de un país mejor. Aquellas que sean parte de actos de corrupción que se les sancione y que no se castigue a quienes han cumplido a cabalidad.