Visitar la casa que Louis Armstrong habitó con su esposa Lucille Wilson de 1943 a 1971, año de su muerte, es para los amantes del jazz como el viaje a la meca: una experiencia fervorosa, como la música del genial trompetista y cantante. Ubicada en el popular barrio de Queens en Nueva York, no es la mansión de una superestrella, sino una casa de tres pisos construida en 1910 que, convertida en museo, da testimonio de la vida nada ostentosa de quienes la habitaron.
- Te recomendamos Manu Dibango, leyenda del jazz africano, muere por Covid-19 Música
Además de sus amigos músicos, a su casa asistían visitantes, especialmente al porche y a la escalera de entrada, donde convivían con un ser humano cálido, no con la estrella de jazz. Muchos niños solían frecuentarlo, sin saber que compartían los escalones con el hombre que cambió el rumbo de la música del siglo XX.
“Somos como una gran familia —dice en una grabación la voz tierna y cavernosa de Armstrong en el museo—. Los abuelos, los padres, los hijos y los nietos, todos vienen a ver al tío Satchmo y a la tía Lucille. Por eso canto: ‘Escucho el llanto de los bebés, los veo crecer/ Aprenderán mucho más de lo que yo sé/ Y pienso para mí mismo: qué mundo tan maravilloso’”. El simple recuerdo de haber escuchado allí la canción “What a Wonderful World” —visité la casa en 2014— vuelve a surtir un efecto sanador, ahora que más lo necesitamos.
Los visitantes a la Casa Museo —alrededor de 10 mil por año—, sin importar edad, sexo, condición social o país del que provengan, invariablemente responden con una sonrisa ante ese y otros estímulos. Después de todo, Armstrong nos legó un mundo maravilloso que, en tanto pasa la contingencia por el Covid-19, puede ser visitado de manera virtual.
En su página web (www.louisarmstronghouse.org), ofrece una biografía muy detallada. Una línea del tiempo contiene una buena cantidad de fotografías que van desde que era pequeño hasta sus últimos días, pasando por etapas destacadas de su vida artística, como su estancia en el grupo de King Oliver, sus grupos Hot Five, Hot Seven y sus All Stars.
Hay varias colecciones fotográficas, entre las que destacan la de Jack Bradley, fotógrafo y amigo de Satchmo, quien poseía la colección más grande de objetos sobre el músico en el mundo, y la de Gösta Hägglöf.
CODA
UN HOMBRE HUMILDE
En uno de los folletos de la casa se dice que “a través de los años, Louis divirtió a millones de personas, desde jefes de Estado y la realeza, hasta a los niños que se sentaban en la escalera de su casa en Corona. A pesar de su fama, se mantuvo un hombre humilde”.