La incógnita de cómo falleció Vicente Guerrero (1782-1831) está en el aire. Hay estudios de antropología física que demuestran que no murió ante un pelotón de fusilamiento, pero la respuesta solo la tendrían quienes estuvieron en el ex convento de Cuilápam de Guerrero, Oaxaca, el 14 de febrero de 1831, cuando fue ejecutado.
Con motivo del 190 aniversario luctuoso de su fallecimiento, MILENIO investigó lo ocurrido aquel día y se encontró con una versión que obligará a los historiadores a reescribir el pasaje final de la vida del prócer de la Independencia de México.
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Los estudios realizados a los restos por el antropólogo físico Antonio Pompa y Padilla en 2010, cuando fueron exhumados para exhibirlos en Palacio Nacional con motivo del bicentenario de la Independencia, arrojan nuevos datos que contrastan con lo que hasta ahora ha sido difundido por la historia oficial.
Pompa y Padilla detalló que siguiendo las técnicas de osteometría y morfoscopía, que estudian las medidas y las formas de los huesos, se comprobaron la edad, los rasgos métricos y las huellas de enfermedades, así como las fracturas y exfoliaciones de los restos. Con ello se determinó que Guerrero tenía entre 45 y 50 años, con 1.65 metros de estatura, que montaba a caballo y presentaba deficiencia de hierro.
Pero lo que no se pudo comprobar fue su fusilamiento. El especialista en ciencias antropológicas afirma que esta investigación demuestra que “la osamenta de Guerrero no tiene ni un hueso roto, ni del tórax, esternón, clavículas, costillas o los omóplatos. El cráneo no presenta ninguna perforación de entrada ni de salida de algún proyectil, es decir, no hay evidencias de fusilamiento, sí una fractura en la parte frontal de la cara, del lado derecho, producto de un fuerte golpe post mortem”.
Luego de un trabajo que le permitió manipular los huesos de Guerrero y reportar que su esqueleto era el más completo de las osamentas restauradas, reflexiona: “Yo veo muy difícil que en un fusilamiento no le hubiesen roto un solo hueso a Vicente Guerrero”.
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La pregunta entonces es: ¿cuál fue la causa de la muerte? Pompa y Padilla responde: “No lo sé, no lo podría yo decir, está difícil saberlo, pudieron haberlo ahorcado, acuchillado o envenenado, pero no fusilado”.
Misterio por resolver
La historiadora Carmen Saucedo, quien también participó en este estudio y realizó el análisis histórico que junto con los trabajos de otros investigadores se publicó en el libro Los restos de los héroes de la Independencia, coincide con el antropólogo Pompa y Padilla.
“Los hallazgos forenses dicen una cosa y los documentos históricos dicen otra. Entonces ahí hay un misterio que no sabría cómo resolverlo. Habría que ver con algún documento. Presumiblemente ahí hubo una versión oficial sobre que se había cumplido una sentencia de muerte, porque Vicente Guerrero es sentenciado, pero luego resulta que tenemos este examen forense en el que no hay rastros de heridos de bala en su osamenta”.
En el artículo “Las reliquias de la historia”, la doctora en historia María del Carmen Vázquez Mantecón habla sobre cómo la sociedad mexicana del siglo XIX y principios del XX trató los restos mortales de los líderes de la Independencia.
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La historiadora señala que para reivindicar a Guerrero, el gobierno de Oaxaca decretó la exhumación de sus restos, en 1833, para llevarlos a la ciudad. “Un profesor de medicina y cirugía de la ciudad llamado Nepomuceno Bolaños expuso que la cabeza mostraba los vestigios de dos orificios de bala que indicaban que lo habían fusilado por la espalda, porque la entrada era por la parte posterior”, escribe Vázquez Mantecón.
Restos de Vicente Guerrero, los de mejor estado
De los restos de los héroes de la Independencia, el esqueleto de Vicente Guerrero es el mejor conservado, el cual es protegido con una capa de barniz color ámbar. Aunque hay pequeños faltantes de algunas falanges, esto se debe a que la exhumación no la realizó un perito forense, sino un sepulturero. El resto de la osamenta está casi completa, con excepción del húmero izquierdo. Hasta el momento no sabe cómo se perdió.