Camino, viajo, amo... las revoluciones no se hacen desde los teclados: Antonio María Calera-Grobet

Entrevista

El escritor, promotor cultural, periodista, cocinero y sibarita se define como amante de los restaurantes y asiduo visitante de tianguis, como La Lagunilla; además, defiende la manera antigua de amar: “sin adjetivaciones”.

El director de Mantarraya Ediciones. (Especial)
Ciudad de México /

Escritor, editor, promotor cultural, periodista, cocinero, sibarita, buen catador. Es Antonio María Calera-Grobet, un chilango nacido en 1974, quien hace 19 años comenzó a escribir en Novedades, el diario cuyo domicilio estaba entre las calles Morelos y Balderas, donde laboraba su abuelo, René Grobet Palacio, también periodista y escritor.

En ese medio informativo, Calera-Grobet lidió con un editor, pues aquel insistía en firmar sus textos nada más con el primer apellido, por lo que Antonio debió separar el primero con un guion para que le dejaran ambos, con lo que pretendía homenajear a su abuelo.

Dirige Mantarraya Ediciones, con más de 70 títulos desde 2001, cuando surgió con el apoyo del artista Demián Flores y del poeta Luis Felipe Fabre. “Nuestro sello particular es que somos una editorial de catapulta”, dice. “Una editorial escuela de autores de 25 años promedio”.

Es autor de 14 libros –cuatro sobre comida– , que van de la poesía –el más reciente es Sed Jaguar, con prólogo de Eduardo Milán–, ensayo, relatos y crónicas. Es propietario, junto con sus hermanos Mauricio, Luis y Adrián, del cultubar La Bota, “un lugar para el tráfico de ideas y también para la compartición del pan”.

Con el término cultubar, recuerda Calera-Grobet, le rinde homenaje al poeta, dramaturgo, cuentista y amigo suyo Alejandro Aura (1944-2008), creador del Hijo del Cuervo.

Toño, como le dicen sus amigos, tiene una camioneta combi que bautizó como La Chula.

¿Por qué La Chula?

Yo quise hacer un nombre pegajoso; entonces, La Chula es así: La C, por comunicación; la h y la u, por humano; la l, de literatura, y la a de arte. Es la prolongación de nuestro foro, enclavado en el Centro Histórico, los tentáculos, los vasos comunicantes.

La Chula recorre la ciudad.

Para eso nació. Es un proyecto jipi. Yo quiero ser, otra vez, un tipo horizontal, que se vaya por las ramas, que demore la llegada a un punto, que no se distraiga en temas accesorios, sino que vaya a conocer a esa otredad difícil, olvidada de los programas oficiales.

¿Y quién es Antonio Calera?

Soy un animal enjaulado y herido. Busco venganza de quien me abandonó, pero más el amor de una casa que me adopte.

¿Para qué?

Para amar a la manera antigua: sin adjetivaciones, hasta el fin del mundo, sin cortapisas. Quiero hacer amor con la gente. Abrazarnos vehementemente.

¿La escritura libera?

En un juego de boleadoras: libera y compromete a la vez. No queremos más revoluciones desde el teclado: queremos pensadores que nos obliguen-ayuden, que nos reten a quitarnos las camisas de fuerza, que bajen y se enloden por un contrato social.

¿Qué estás leyendo?

Me interesa Jean Echenoz, un autor francés, pero generalmente leo algunos otros libros al mismo tiempo. También me interesa ese desorden.

¿Algún libro que te caló de manera profunda?

La rama dorada, de James George Frazer.

¿Por qué?

Ahí están los mitos fundamentales y su pathos. O un olisqueo de lo que somos: nada en la tierra, apenas un suspiro. ¿Vamos siempre a pelear por estupideces? Yo no. Los rituales ahí están para salvarnos. He ahí por qué amo los bebederos, los viajes, los restaurantes; son mis templos para ritualizar.

Y qué haces más allá del bar.

Me gusta mucho pasear, soy un caminante.

¿Por dónde caminas?

Yo vivo en la Narvarte, pero constantemente estoy caminando por la Portales, la Álamos, la Algarín, la Doctores, por Lindavista, por el Estado de México. Me gusta recorrer los caminos de mis ancestros, por donde viven mis amigos. Voy mucho a los tianguis.

¿A qué vas a la Lagunilla?

A comprar objetos que traen una carga simbólica de lo que fuimos; me gusta lo que el objeto me regresa, que es la refulgencia o el reflejo de un México antiguo, tan potente.

¿Cuál es tu afición preferida?

Me gusta mucho comer con los amigos, pero también me gusta el futbol.

¿Y qué comes?

De todo, pero me gusta cada vez más abrirme a nuevos sabores. Intento conseguir esas otras especias para ver cómo es que otras culturas hicieron su comida. Ahora estoy descubriendo la comida del mar. Me gusta ir más por los peces, por los crustáceos, por los moluscos.

¿Cuál pescado prefieres?

Ahora estoy mucho por el esmedregal, por el dorado, por el bacalao fresco, por el salmón, que ya no es tan caro, y toda la cantidad de bichos que se puedan romper con unas pinzas.

¿Y otros productos?

Creo que el cerdo es ese gran ser que nos ha alimentado en América. Siempre homenajeo al cerdo. Acostumbro cocinarlo de diferentes maneras. Me gusta convocar amigos a grandes comilonas para ver qué más podemos saber de ese animal tan sagrado.

¿Algún libro te ha calado?

La rama dorada, de James George Frazer.

  • Humberto Ríos Navarrete

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