Ópera en inglés del compositor migrante Jorge Sosa se estrena en México

Música

El evento ocurre a seis años de su premier mundial en Boston, en un contexto de persecución a inmigrantes que emprendió Donald Trump en Estados Unidos apenas entró en enero a su segundo mandato de gobierno.

La ópera tiene influencia del bolero mexicano en su partitura. (Foto: Ragnar Conde)
Ciudad de México /

La ópera en inglés I’m a Dreamer Who No Longer Dreams (2019), compuesta por el mexicano Jorge Sosa, con libreto de la dramaturga y activista originaria de Singapur Cerise Lim Jacobs, se estrena en México a seis años de su premier mundial en Boston, en un contexto de persecución a inmigrantes que emprendió Donald Trump en Estados Unidos apenas entró en enero a su segundo mandato de gobierno.

Se trata de la primera ópera en inglés, sobre migrantes, con influencia del bolero mexicano en su partitura, compuesta por un compositor nacido en México y residente en EU, que se estrena en el país.

Su director de escena, Ragnar Conde, dice en entrevista que la ópera busca “humanizar” la migración, pero la deslinda de posturas políticas. Y, desde Nueva York, el compositor Sosa expone que su música aborda historias de gente a su alrededor y apela a las emociones, en busca de conectar con el público.

I’m a Dreamer Who No Longer Dreams, la primera ópera que Sosa estrena en México y también su primera montada profesionalmente en un escenario, tendrá funciones en México el viernes 9 (20:00 horas) y el domingo 11 (17:00 horas) de mayo, en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris; y el sábado 17 y domingo 18 en el San Benito Abad de Cuautitlán Izcalli, cuyo coro infantil también protagoniza la producción.

“Hay tantos indocumentados y deportados y gente que está migrando, que de pronto se pierde esa parte humana, se vuelven simplemente cifras. Algo que me gusta mucho del libreto de I’m a Dreamer Who No Longer Dreams es que logra realmente darles rostro, contar una variante de las miles de historias que existen, es una obra muy cálida y muy humana”, explica Conde, director fundador de Escenia Ensemble, a cargo de la producción, y director de la MetOpera Laffont Competition Mexico District.

En su primer periodo al frente de la Casa Blanca (2017-2021), Donald Trump enfocó su política migratoria a deportar a inmigrantes sin documentos; y desde el arranque de su segundo mandato, en enero pasado, volvió a lanzar sus amenazas de deportaciones masivas de mexicanos, que ha cumplido.

La ópera aborda la historia de Rosa Hernández (interpretada por la mezzosoprano Mariela Angulo), una mexicana que ha vivido en EU sin documentos un cuarto de siglo y que enfrenta el riesgo de perder a su hija de 10 años nacida en aquel país en caso de ser ella deportada a México. A ellas se suma en su apoyo Singa (soprano Tania Solís), una abogada de origen asiático, residente en EU con papeles en regla, quien, no obstante, siente que no ha logrado integrarse a su sociedad, es una “in between people”.

“A pesar de sus prejuicios, Singa decide apoyar a Rosa. Y, en el proceso, se van conociendo y dando cuenta que son muy parecidas, que comparten historias. Y poco a poco se van rompiendo barreras, prejuicios. Y así la ópera logra muy bien humanizar su situación”, refiere Conde, que sumó al elenco a las sopranos Belinda González (Gángster) Ana Silvia Sánchez (Fiscal) y Jéssica García (Madre).

En entrevista por separado, Sosa añade que Rosa y Singa, su abogada de oficio, se conocen en la cárcel. Al principio, ellas no se entienden a pesar de que las dos son migrantes, desconfían una de la otra.

“A través de la pieza se van conociendo sus historias a partir de flash backs, recuerdan sus infancias, se ven ellas reflejadas cuando eran niñas. Y empezamos a comprender sus trayectorias, las causas que las obligaron a abandonar sus países de origen cuando eran pequeñas. Y, entre esos flash backs, regresamos a la celda, Rosa y Singa continúan hablando, conociéndose. Hay los personajes de las niñas Rosa y Singa, interpretadas por jóvenes cantantes, que cuentan los flash backs, y un coro de niños”, dice Sosa.

La ópera está estructurada en un acto, con duración de casi hora y media, en la que el compositor se inspiró en música popular mexicana, como el bolero, al que es aficionado, y que incluyó en la partitura.

“Tradicionalmente, las óperas las hacen en tres o cuatro actos, como las obras de teatro. Quisimos hacerla en un acto para que se sienta más cinemática o que se sienta escrita para el público de ahora, que tal vez no está acostumbrado a sentarse dos horas y media a ver una ópera, que es lo que duran algunas del canon. Esta es de alrededor de 70-80 minutos y se va bastante rápido”, explicó Jorge Sosa.

El compositor explica que el libreto de I’m a Dreamer Who No Longer Dreams está escrito en inglés originalmente por Lim Jacobs y está en ese idioma porque los personajes tienen sus vidas en EU y son historias que ocurren en ese país. Esto a contracorriente de lo que está ocurriendo en casas importantes de ópera en EU, como la MetOpera, que han estrenado piezas en español compuestas por mexicanos, como el caso de Florencia en el Amazonas, de Daniel Catán, con libreto de Marcela Fuentes-Beraín.

En vísperas de volver a México para la premier “en casa”, Sosa (Ciudad de México, 1976), emocionado y con voz quebrada al teléfono, recuerda que compuso ya una ópera sobre el narcotráfico, La Reina (2016), y otra sobre las desapariciones forzadas, consecuencia de la guerra contra el narco que lanzó Felipe Calderón en 2006, Generación perdida (2023), que estrenará en julio en Nueva York.

I’m a Dreamer Who No Longer Dreams tuvo su premier mundial en el Emerson Paramount Theatre de Boston con la compañía White Snake Projects que dirige Lim Jacobs. El título en inglés alude al fenómeno de los dreamers, jóvenes llevados sin documentos a EU de niños y que han pasado casi toda su vida en ese país y que sueñan con la regularización de su estatus migratorio, aunque enfrentan el riesgo de deportación; y, por otra parte, al mito de EU como “sueño americano” para la migración.

Conde explica que en el montaje se mantiene una simplicidad de elementos, pero se busca la mayor plasticidad de los cuerpos y los movimientos de los cantantes, y se refuerza con proyecciones de video.

“La música y todo lo que está puesto en el montaje es para que todos veamos un espejo de lo que está sucediendo ahí y podamos decir: Bueno, ahora a ellas les está sucediendo esta situación, pero en cualquier momento podríamos estar en ella cualquiera de nosotros. Eso nos hace aproximarnos de una manera distinta a un problema tan complejo, no para proponer una solucion, sino para buscar mayor conciencia y mayor empatía respecto a los migrantes”, agregó el también director de teatro y profesor.

Regina Neri (Rosa niña) y Jéssica García (Madre). (Foto: Ragnar Conde)

Protagonistas infantiles

En la producción mexicana, con Ragnar Conde en el montaje y Alberto Alonso como director musical, la música de Jorge Sosa es interpretada por la Camerata Escenia, con los coros infantiles Metropolitano Huitzilli, a cargo de Ruth Escalona, y el Vox Coeli del Teatro de San Benito Abad de Cuautitlán Izcalli, que dirige Édgar Flores Magaña, que en conjunto suman las voces de 82 niños y niñas, más 7 músicos.

“Hay pocas obras donde el coro se vuelve tan presente y tan participativo como en ésta. I’m a Dreamer Who No Longer Dreams se ha presentado en tres distintas producciones en EU; nuestra versión sí tiene el coro y una orquesta reducida, con siete músicos en el foso. Y el coro se convierte en un instrumento múltiple más, con mucha plasticidad y muchos colores”, detalla el director, con quien colaboraron, además, Pedro Pazarán y Chava Banuva en escenografía e iluminación, y Brisa Alonso, en vestuario.

La participación infantil es fundamental en I’m a Dreamer Who No Longer Dreams, no sólo por ambos coros, sino también porque las protagonistas aparecen igual de niñas: Rosa, interpretada por Regina Neri, y Singa, por Valentina Pérez. Se suma un personaje que interpreta a sus madres, a la maternidad.

“La soprano Jéssica García interpreta a los personajes de la madre de Rosa y de la madre de Singa cuando eran niñas; representa la maternidad como tal, lo que haría una madre por sus hijas; es un personaje más conceptual; Rosa y Singa pertenecen a dos mundos y culturas diferentes, y el personaje de sus madres es más a manera de arquetipo”, precisa Conde sobre la pieza cuyas funciones del Esperanza Iris, por coincidencia del calendario, se darán contiguas al 10 de mayo, el Día de la Madre.

Además, el coro asume un papel activo, con una participación constante a lo largo de la ópera no solo vocalmente, sino en distintas escenas, y se convierte un personaje más que representa a la sociedad, de forma lúdica, relajda, que le da una frescura muy particular a la puesta en escena y a la música en sí.

“Algo muy interesante es que el coro de niños juega situaciones de adultos, como muchos de los rondós infantiles, y como muchas de las cosas que retratan situaciones de la vida real pero desde la perspectiva de los niños. Y hay muchos momentos en que los adultos cambian esa perspectiva hacia los niños.

“Ver a los niños jugando situaciones de adultos y los adultos teniendo regresiones a su pasado como niños da un discurso muy interesante para el espectador y ayuda también a quitar las etiquetas de quiénes son los villanos o quiénes las víctimas, y los pone todos como en un plano de somos simplemente seres humanos que estamos viviendo distintas situaciones”, añade el director y productor.

PCL

  • José Juan de Ávila
  • jdeavila2006@yahoo.fr
  • Periodista egresado de UNAM. Trabajó en La Jornada, Reforma, El Universal, Milenio, CNNMéxico, entre otros medios, en Política y Cultura.

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