Una niña de cuatro años se asoma asustada por la violencia ejercida por su padre alcohólico, quien golpeaba a su madre y a sus hermanitas mayores que la defendían.
Esa pequeña hoy es la dramaturga, directora y actriz yucateca Conchi León, quien se atrevió a compartir su autobiografía en una obra de teatro: Cachorro de León. Casi todo sobre mi padre.
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Es un monólogo que cuenta la experiencia de una niña que descubre la crueldad que puede ejercer un padre contra la familia, especialmente contra la mamá, historia que sucede en muchos hogares en México.
“Es un espectáculo que no es para niños porque yo tuve el infortunio de tener una infancia bastante complicada. Yucatán ocupa el primer lugar en intoxicación por alcohol y mi padre es parte de esa estadística. A mí me tocó verlo alcoholizado ejerciendo violencia sobre mi madre, esos son mis primeros recuerdos, marcados por la ira de mi padre alcohólico que nos abandonaba, aunque luego regresaba al hogar y golpeaba a mí mamá”, dice a MILENIO.
Conchi León dice que en octubre de 2014 su hermana Esperanza la llamó porque su padre había sufrido un infarto y quería despedirse. Ella puso de pretexto que tenía mucho trabajo, pero en realidad, reconoce, todavía le dolía la furia con la que había maltratado a su mamá.
Se preguntó si podía perdonarlo y reconciliarse con ese padre al que había sacado de su vida.
Ni buenos ni malos
En 2020 tomó la decisión de relatar esa parte de su vida en teatro al escuchar las voces de mujeres de centros de readaptación social y del Centro de Atención de Violencia contra las Mujeres
“Para mí sigue siendo doloroso el tema de la violencia intrafamiliar y el de las infancias atravesadas por ella. Mi papá nunca ejerció violencia hacia mí, pero mis hermanas sí la sufrieron, eso ha sido muy doloroso, eso es algo que me sigue doliendo. Se me sigue cerrando la garganta cuando hablo de eso”, expresa con la voz entrecortada.
La autora afirma que el teatro es sanador por su poder de transformación por eso la obra es una especie de oda al perdón, a los monstruos interiores con los que creció. “Escribí este texto tratando de recordar si mi papá fue una persona mala o si hubo algo bueno en esa crianza. Descubrí que nadie es solo bueno o malo. Esta obra es el camino al que recurrí para reencontrarme con mi padre, es como un tramo del perdón, que es algo tan difícil, yo siempre bromeo con que mi sangre maya no admite perdón, busca venganza, pero es una broma.
Si alguna vez alguien se ha distanciado de su papá y tuvo una infancia compleja, esta es una obra que también recurre al humorismo, porque algo que caracteriza a los yucatecos y a los mexicanos es el ingenio.
“Por eso el monólogo te ofrece que te puedas reír y desahogar. Mi papá tenía un excelente sentido del humor y eso es algo que yo intento dotar a todas mis obras, aunque sean temas duros, creo que es importante, respirar y aprender a reírnos un poco, es como volar encima de las circunstancias complejas”.
La dramaturga comenta que su papá era trailero y admirador de Pedro Infante, entonces veían sus películas y escuchaban sus canciones en familia. Una vez que salió una colección de casetes, él fue el primero en comprarla.
“Entonces hay una idealización de mi padre en el juego de la teatralización, al jugar con que mi papá era Pedro Infante porque se iba a la cantina cuando estaba contento. Era mujeriego y encantador como su ídolo, así que cuando yo escucho alguna canción de Pedro se activan esos momentos tan complejos y sublimes de mi vida”.
La obra se reestrenará en temporada breve en el Teatro Xola Julio Prieto, los miércoles 5,12,19 y 26 de junio, a las 20:00 horas.