“Que es la muerte / La muerte es mirar una isla / Y no ver a tu padre”. Breve la despedida de Natalia Toledo a Miguel León-Portilla, más allá de que en esos versos se hiciera presente la sensación que la acompaña desde el pasado 5 de septiembre, cuando se fue su padre, Francisco Toledo.
Un poema dedicado a María Luisa León-Portilla por la escritora zapoteca, dentro del homenaje que se le rindió al historiador, filósofo, poeta… al humanista, en el Palacio de Bellas Artes, donde desde antes de las 10 de la mañana ya había gente a la espera de su féretro, como se había anunciado en un principio. Si bien todo se atrasó a petición de la misma familia y su cuerpo arribó unos minutos después de las 12 horas.
Un mediodía muy caluroso en la capital del país, donde la poesía escrita en alguna lengua indígena se transformó en un medio para esperar la llegada de don Miguel: la palabra a la que tanto defendió, pero con la que también se expresó. La voz de quienes no habían tenido voz para rendirle el mejor homenaje al gran Tlamatini, el hombre sabio según la lengua náhuatl.
Kachi me patzanu taa ñinaa coo', / kuevii ika nduchinuu, ntzii ana bitxi nchuua tzinuyu, / nduu chikui nii kitzaa kan ara nuu, / nkiindo iko, coo ka ñaa. / Taku kuachi inoo ra chicoo zutzá, / nicanchii tzi kakatucoo.
“Dice mi bisabuelo que cuando la ausencia es grande / los ojos se quedan sin brillo, muere el corazón / y un frío intenso cubre todo el cuerpo, / por eso la sangre se vuelve agua y se nos sale por los ojos, / hasta que una queda vacía, así sin nada. / La ausencia que solo se cura con el recuerdo / del copal, con sol y con volver a caminar”, decía en un poema Nadia López, poeta en lengua mixteca.
CEREMONIA EMOTIVA
Natalio Hernández, Juan Gregorio Regino, Alejandra Cruz, Celerina Sánchez, Natalia Toledo o Briceida Cuevas fueron algunos de los poetas que tomaron la batuta en la despedida a León-Portilla, acompañados por los Solistas ensamble de Bellas Artes y una banda de música de Texcoco.
Claro que por el lugar andaba Vicente Quirarte, Salvador Rueda-Smithers, Antonio Saborit, Rina Lazo, Javier Garciadiego, Lucina Jiménez o Beatriz Gutiérrez Müller, así como muchas otras mujeres y hombres listos para rendirle un último homenaje.
“Despedimos a un sabio, pero no cualquier sabio”, decía Alejandra Frausto, secretaria de Cultura del gobierno Federal: “Un sabio generoso que supo sembrar el amor al conocimiento, el amor al estudio, pero sobre todo el amor a este México diverso”.
La UNAM no podía faltar: “Con él, se nos fue un toltécatl, que se preparó con su intelecto para obrar con el corazón, disfrutando su vida y su intelecto, brindando enseñanzas sabias y buenas”, dijo Enrique Graue, rector de la Universidad.
Varias fueron las guardias de honor: la primera, a cargo de Beatriz Gutiérrez Müeller, Ascención Chonita Hernández, viuda del escritor; Alejandra Frausto, secretaria de Cultura; Enrique Graue, rector de la UNAM; María Luisa Mariza León-Portilla, su hija, o Gerardo Hierro, su yerno.
Las notas de “Dios nunca muere” sonaron mientras bajaba el féretro de uno de los últimos sabios de nuestro país. Afuera de Bellas Artes se congregan infinidad de personas para darle el último adiós al estudioso fundamental de nuestro pasado; hay concheros a un lado de la carroza, mientras al paso del féretro comienzan a soltarse papeles multicolores como despedida a quien hizo de la flor y el canto formas de acercarse a la cosmovisión de los pueblos.
LAS CLAVES
TRASCENDENCIA
El cuerpo de Miguel León-Portilla salió de nuevo rumbo al Panteón Francés, donde será inhumado en una cripta de la familia.
HONORES
El 8 de octubre la UNAM le brindará su propio homenaje, a las 12 horas, en la Sala Nezahualcóyotl del Centro Cultural Universitario.
RECORDATORIO
El pleno de Senado rindió un minuto de silencio en memoria al hombre de letras, quien ocupará un lugar en la historia del país.