Dimensiones desapercibidas

Artes visuales

Podría ser (una flecha): una lectura de la Colección Jumex es una exposición en la que observamos las propuestas de diversos artistas, sobre la concepción de lo femenino en el imaginario colectivo, pero alejándose de discursos y divisiones

Modelo para autorretrato III y representación altera las nociones de identidad al jugar con las posibilidades del reflejo
Miriam Mabel Martínez
Ciudad de México /

La exposición Podría ser (una flecha): una lectura de la Colección Jumex, que se exhibe hasta el 31 de marzo, invita al espectador a enfrentarse a la obra de mujeres artistas que cuestionan lo femenino en el imaginario colectivo. No se trata de un trabajo feminista, ni el tema es la mujer, tampoco propone una división del arte en masculino y femenino. Se trata de piezas que exhiben estrategias contemporáneas para cuestionar la mirada tradicional. 

La muestra está conformada por el trabajo de 45 artistas y dividida en seis núcleos temáticos. De acuerdo con las curadoras, Catalina Lozano y María Emilia Fernández, el detonador de este planteamiento es la idea de “inconsciente óptico”, que Walter Benjamin desarrolló en el ensayo La obra de arte en la era de su reproductibilidad técnica. Así, las obras exhibidas proponen posar la mirada en las dimensiones que pasan desapercibidas, como dice el ensayista, “al ojo consciente educado en la civilización de la representación”.

Lo que observamos son propuestas de artistas de distintas generaciones y latitudes sobre cómo se entiende y se vive lo femenino más allá del ojo cultural moderno y de las expectativas de una mirada social determinada por un encuadre masculino. Tampoco se trata de retar este ángulo, sino de experimentar desde el hacer, mirar y crear sin más obligación que cuestionar ese deber —y ser— femenino a través de estrategias, soportes y discursos diversos. 

La pieza de la mexicana Mónica Castillo (1961), Modelo para autorretrato III y representación (1997), hecha a gancho, altera las nociones de identidad al jugar con las posibilidades del reflejo y revaloriza la práctica del tejido al sacar este quehacer —visto como un entretenimiento— del ámbito doméstico para domesticar el arte y transitar suavemente del espacio privado al público. En una línea parecida está Untitled (2004), de la alemana Rosemarie Trockel (1952), una tela tejida a máquina y utilizada como lienzo para cuestionar la relación con lo industrial transgrediendo las connotaciones tradicionales de tejer, así como los soportes artísticos. On Giving Life (1975), de la cubana Ana Mendieta (1948-1985), hurga con las posibilidades del cuerpo ya sea como paisaje, como narrativa o discurso político.

A través de artistas provocadoras como Kika Smith, Teresa Margolles, Tacita Dean, Anne Coller, Minerva Cuevas, Pipilotti Risk, Annette Messager, Roni Horn o Jenny Holzer, entre otras, esta colectiva exhibe los ángulos que ya marcan las formas de ver —y de entender— el siglo XXI.


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