El 27 de marzo de 2022, a las 8:30 de la mañana, los habitantes de la ciudad de Puebla presenciaron la develación de ocho esculturas de paisanos distinguidos, entre ellos Elena Garro. El evento fue inaugurado por el presidente municipal, Eduardo Rivera Pérez.
Según el boletín informativo, con dicho acto “El Ayuntamiento de Puebla concluyó el proyecto de mejoramiento a la imagen urbana de la calle 5 de Mayo, y con ello, se devuelve a este corredor su vocación turística y comercial para que todas las personas puedan disfrutarlo limpio y ordenado. Desde la avenida Reforma hasta la 18 Oriente-Poniente, la calle 5 de Mayo contó con intervenciones integrales y de remodelación total, coordinadas por la Secretaría de Movilidad e Infraestructura y la Gerencia del Centro Histórico y Patrimonio Cultural”, este último a cargo de la arquitecta Berenice Vidal Castelán.
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Las ocho esculturas en bronce representan a Hugo Leitch Meyer, autor de Las calles de Puebla; Isabel de Portugal, quien otorgó el título de Ciudad de los Ángeles a Puebla en 1532; Amy Louise Wardle de Camacho, empresaria, activista y ambientalista que lideró Africam Safari; Natalia Serdán Alatriste, pieza importante para la preparación del movimiento revolucionario; Pedro Ángel Palou Pérez, cronista del Estado de Puebla y figura emblemáica del sector cultural; Gaspar Henaine “Capulina”, comediante; Javier López Díaz, periodista, conductor y director de noticias, y, last but no least, Elena Delfina Garro Navarro, guionista, periodista y autora de Los recuerdos del porvenir.
Las piezas se podrán admirar a lo largo del andador 5 de Mayo. Las obras fueron creadas por Andrea Rovelo, Leonardo Ticante, Sergio Abarca y Daniel Xolaltenco, artistas locales.
Los organizadores me invitaron a participar en ese memorable acontecimiento como biógrafa de Elena Garro. No pude asistir a causa de la pandemia, que todavía causa algunos estragos en la población mundial.
La escultura de Elena Garro es producto del trabajo de Andrea Rovelo y Leonardo Ticante. Espero poder verla pronto en vivo y a todo color, por el momento la disfruté a través de la fotografía. Realmente es bella. Elena está sentada, como Ixtepec, el narrador mítico de la novela Los recuerdos del porvenir (1963): “Aquí estoy, sentado sobre una piedra aparente”. Efectivamente, la autora aparece sentada, en un redondel de cemento, que bien puede aludir a la piedra. Lleva un collar de perlas (alhaja de su predilección). Porta un vestido (o falda y blusa) y sobre él un blazer o saco. Calza zapatos con tacón bajo, esos que tanto le agradaban en su juventud y madurez.
El cuerpo detenta tres posiciones: la cabeza voltea hacia la derecha, clavando la mirada en el porvenir; el torso, de frente, sostiene la mano izquierda, la cual sujeta un libro, cuya página interior declara: “Yo solo soy memoria y la memoria que de mí se tenga”, mientras que el otro brazo cruza el pecho y la mano juega con el collar. De la cintura hacia abajo, el cuerpo se mueve hacia la izquierda, la pierna derecha se levanta un tanto en el aire, como si fuera a incorporarse.
Cada uno de esos elementos nos remite a la vida y a la obra multifacética de la periodista, dramaturga, novelista, activista, cuentista, guionista, poeta y memorialista. Ella, Elena Garro, en continuo movimiento creador, para quien “la realidad concreta fueron muchas realidades”. Ella, la que renovó el teatro y la narrativa al yuxtaponer la magia y la ilusión al lado del mundo ordinario para mostrar otras alternativas de existencia. Ella, la que dislocó el tiempo convencional y nos lanzó a todos los tiempos posibles para poder escapar de la opresión brutal de la autocracia.
Enhorabuena, Puebla, por este reconocimiento a una de las escritoras más relevantes del siglo XX mexicano y de la literatura universal. Creo que Emmanuel Carballo en estos momentos diría: “Bien por Puebla y por México, pero más bien por todas las naciones, pues Elena Garro pertenece a la humanidad”. Y María Luisa La China Mendoza, su entrañable amiga, exclamaría: “Elena, la Elenísima Elena Garro”, quien dijo, según La China al ver una fotografía de la autora en 1964: “Esta noche puedo escribir... ¡todo, desde los pies hasta lo rubio del cabello!”
Ahora tenemos un pretexto más para visitar Puebla.
ÁSS