Mis lugares favoritos son el escenario… y la cocina de mi mamá: Rosy Arango

Entrevista | Lado B

La cantante, reconocida por la cancillería como la nueva embajadora del regional mexicano, es amante del ejercicio y la lectura; Lola Beltrán, Pedro Infante y José Alfredo, las mayores inspiraciones en su carrera.

La sonorense ha llevado la música vernácula a EU y Sudamérica. (Especial)
Janayna Mendoza
Ciudad de México /

Con más de 18 años de carrera musical especializada en los géneros nacionales, Rosy Arango, reconocida por la Secretaría de Relaciones Exteriores como la nueva embajadora de la música regional mexicana, ha hecho sonar los ritmos vernáculos en toda la República, así como en Estados Unidos y Sudamérica.

Oriunda de la ciudad de Hermosillo, Sonora, y egresada de la Casa de la Música, la artista ha recibido diversos reconocimientos como las Palmas de Oro que otorga el Círculo Nacional de Periodistas y un doctorado honoris causa por la salvaguarda de la música mexicana y la cultura emitido por el Claustro Doctoral Iberoamericano y la Unesco, además de ser nombrada “La voz del Bicentenario” por el ex presidente Felipe Calderón y “La reina del mariachi” por la Unión Nacional de Mariachis.

¿Quién es Rosy Arango?

Es una mexicana apasionada que todos los días se levanta con la esperanza de que la música sea su fiel compañera. Soy una mujer que creció entre mujeres, que cree en la sororidad y que se siente muy orgullosa de haber nacido en este país.

¿Cómo decidiste incursionar en la música?

Es un poco romántica la historia, porque en mi familia no hay nadie que se dedique a eso ni al arte; bueno, solo al arte de cocinar. Fue muy curioso cómo recibí el llamado; desde niña jugaba a que era cantante y uno de mis recuerdos muy marcados es la foto de una pequeña con su cuerda de saltar, pero en vez de usarla para eso la empleaba como micrófono.

Además, cada cumpleaños pedía que me regalaran un traje típico o de charro y solía cantar en los cumpleaños; fueron esos momentos los que me dijeron que sería cantante, aunque fuera jugando, pero así me pude convertir en una profesional.

¿Qué amas de México?

Toda la vida me he dedicado a ser promotora cultural apasionada de México, a través de la música, de su gastronomía y de sus artesanos. Es maravilloso todo el talento que hay en el país.

¿Cómo te sientes al ser embajadora de la música mexicana?

Creo que para ser embajador solo basta amar a la nación y pienso que cada uno de los mexicanos deberíamos ser embajadores. Esta misión la tomé entre mis brazos desde muy pequeña, desde que empecé a cantar, y hoy mi disco México inmortal me permite cosechar la dicha de que, a través del canciller Marcelo Ebrard, me sea asignada la misión de dejar esta pasión y este corazón como nueva embajadora de la música mexicana por todo el mundo.

¿Feminista?

Considero que mi corazón es uno que ama profundamente y valora a las mujeres, pero aquilata y también le da el valor justo que se merecen los hombres.

Sin embargo, el fin de México inmortal era evocar a todas esas reinas de la canción ranchera que dejaron esa inspiración; creo que hoy más que nunca las mujeres necesitamos inspirarnos e inspirar a otras.

¿Cuáles han sido tus momentos más difíciles?

Cuando el miedo ha querido devorarme… cuando creía que no había lugar para mis sueños y estuve a punto de rajarme. En ese momento la música me tomó de la mano junto a mi madre, quien me ayudó a templarme para seguir luchando por lo que amaba.

¿Qué intérprete te inspiró para dedicarte a esto?

Mi consentida es Lola Beltrán, Pedro Infante lo es como artista mexicano y José Alfredo Jiménez como compositor.

¿Qué te gusta hacer aparte de la música?

Amo el deporte y la lectura. Me encanta hacer ejercicio, es mi pasión, corro todos los días y práctico pesas, además llevó cinco años como vegana.

¿Qué es lo primero que haces cuando despiertas?

Tengo la dicha de comenzar cantando. Es un mal, siempre digo que tengo el mal de la sinfonola descompuesta.

¿Qué te hubiera gustado hacer si no te dedicaras a la música?

Sería chef, me encanta cocinar. No me queda como a mi madre, pero creo que heredé un poco de su sazón.

¿Platillo preferido?

El pozole y el mole oaxaqueño.

¿Lugar favorito?

Un escenario y el restaurante de mi madre El buen sazón de mi tierra; hay mucha comida oaxaqueña, se puede disfrutar un mezcalito, una tlayuda o unos chapulines.

¿Y en la lectura?

Laura Esquivel es una gran escritora, Como agua para chocolate es de mis libros favoritos. También tengo por el momento otra obra consentida: Había una vez mexicanas que hicieron historia, de Pedro J. Fernández, y acaba de sacar una segunda parte del mismo.

¿Qué te dejó la pandemia?

No todo ha sido malo, fue una buena oportunidad para reforzar los lazos con la familia. Igual pude desarrollarme en YouTube y grabé México Inmortal, pero hubiera estado encantada de ir a sitios como Egipto, Países Bajos y España a cantar en vivo los temas de mi última producción.