En un artículo publicado en el portal de las Naciones Unidas, se afirma que “la música no cura una pandemia, pero alegra el alma”. Y en efecto, ha sido una de las artes que, desde las plataformas digitales, han contribuido a hacer más llevadero el encierro.
Desde hace un año los músicos vieron trastocada su vida profesional. Con el cierre de recintos como el Palacio de Bellas Artes, la Sala Nezahualcóyotl o la Sala Ollin Yoliztli, por hablar de los más representativos, se vieron privados de ofrecer su música en contacto con el público. Conciertos, presentaciones de libros, conferencias, talleres y mesas redondas fueron cancelados.
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Instituciones como la Secretaría de Cultura, la Universidad Nacional Autónoma de México, el Instituto Nacional de Bellas Artes o el Centro Nacional de las Artes tuvieron que reinventarse. El primer paso fue socializar los acervos de música para difundirlos en sus redes sociales, oferta que en buena parte se ha congregado en “Contigo en la distancia”, plataforma digital creada el 25 de marzo del año pasado.
Paulatinamente se han realizado producciones diseñadas específicamente para las redes sociales, algunas de las cuales incluyen transmisiones en directo. Esto permitió celebrar, aunque con un número reducido de conciertos, el Festival Internacional Cervantino, el Festival del Centro Histórico de la Ciudad de México, el Festival Internacional de Jazz de la Riviera Maya o el Foro Internacional de Música Nueva Manuel Enríquez.
Herramientas tecnológicas que alcanzaron un desarrollo inusitado permitieron la organización de conciertos como la presentación del disco de Magos Herrera Con alma, realizado con músicos en diversos puntos del planeta que ofrecieron una reflexión sobre el encierro.
Como ejemplo de creatividad, los integrantes de la Orquesta Escuela Carlos Chávez realizaron sus propios conciertos virtuales con ensambles de diversos instrumentos, además de crear tutoriales destinados a la enseñanza.
La situación crítica es para los músicos independientes, cuyas fuentes de trabajo permanecen cerradas, y han optado por emprender labores alternativas, dar clases virtuales u organizar presentaciones a través de las redes sociales. Héroes de esta batalla son los músicos callejeros, que, infatigables, recorren las calles en busca del sustento y con su arte nos alegran el alma y sacian el apetito por la música en vivo.
lnb