Jorge Zúñiga*
Salió del baño envuelta en una toalla y pasándose otra por el cabello. El vestido estaba sobre la cama, Ulises lo había sacado de la caja de regalo y puso el collar de perlas encima, junto a una tarjetita que decía: “Para la mejor esposa”.
—¡Me quedó bien! —lo escuchó decir desde la sala.
Se sentó frente al tocador y comenzó a secarse el cabello inclinando la cabeza hacia abajo. Ulises apareció en el marco de la puerta y la miró en silencio. El traje de Santaclós le quedaba grande pero había logrado acomodar el hule espuma de manera que el estómago abultado parecía real.
—¿Qué tal me veo?
Llevaban dos años de casados. Una decisión impulsiva de fin de año, un par de anillos de plata falsa comprados una semana antes, testigos sacados de la manga.
—¿Ya estás listo?, ¿tan pronto? ¿Y la barba?
—Esa hasta que lleguemos. Me queda un poco flojo de acá pero la panza está bien. Tú no te preocupes, tenemos tiempo.
—No me preocupo.
—La reservación del restaurante es a las diez así que tenemos tiempo para hacer acto de presencia en la posada y llegar a tiempo.
—Está bien.
—¿Te gustó el regalo? —Ulises había levantado el vestido y lo miraba.
—Ah, sí.
—La encargada de la tienda me aseguró que te gustaría. Te verás lindísima.
—Sí, es bonito. Gracias.
Observó a Ulises en el espejo, se había recostado en la cama y giraba la tarjetita entre sus dedos. Debajo del traje rojo de terciopelo asomaba el pantalón oscuro, los zapatos cafés que siempre usaba en ocasiones especiales.
Caminó hasta el armario y dejó caer la toalla que cubría su cuerpo mientras buscaba un sostén en la gaveta. No había sido un accidente, sino más bien un ritual, una costumbre demasiado arraigada entre ellos. Sin embargo, algo aquella noche era distinto.
—¿Puedes esperar afuera? —dijo, con el sostén aún en la mano, cruzada de brazos frente al armario abierto.
—¿De verdad?
—Sí.
—¿Por qué?
—No me siento cómoda contigo viéndome.
Ulises se puso de pie y fue hacia ella.
—¿Está todo b...
—No —lo interrumpió, levantando una mano—. Si no sales no podré vestirme y llegaremos tarde.
—Tenemos tiempo, a la posada no importa a qué hora lleguemos y el restaurante es hasta las diez.
—Si no sales va a dar lo mismo sea a las diez, a las doce o incluso que sea maña… —titubeó. Se llevó una mano a la frente e inclinó el cuerpo hasta apoyar la cabeza en el marco del armario. Ulises la miraba—. No, mañana no —dijo ella—. Mañana no hubiese sido lo mismo.
Él se quedó callado.
—No volvamos a eso, por favor.
—Es que es cierto. Si la reservación fuese mañana, si todo esto fuese mañana no habría ningún problema. ¿Por qué tenía que ser hoy? ¿Querías arruinarle la fiesta?
—Fue una coincidencia.
—De coincidencia nada.
—De verdad.
—No seas imbécil —se dio vuelta, el cuerpo descubierto, todavía húmedo—. Dime, ¿cuántos años cumple ella hoy?
Silencio.
—Treinta y nueve, ¿verdad? Porque es dos años menor que tú —continuó, yendo hacia él—. Bien que lo sabes ¿verdad?
Ulises volvió a la cama y se sentó. Bajó la vista. Después de un rato escuchó una risita y luego un golpe a la madera.
—¿Por qué lo hiciste? ¿Por qué hacer algo así? Era una fecha especial. Nuestra fecha especial. Mía, solo mía, mi fecha especial. Y la arruinaste.
Antes de que él pudiera decir nada oyó el portazo.
—No quiero salir hoy —gritó ella desde el baño.
—Por favor no te pongas así —dijo Ulises, pero no hubo respuesta.
Se acercó a la puerta y golpeó tímidamente.
Silencio.
—Es nuestra fecha —dijo él—. Solamente nuestra, nuestro aniversario. ¿Cuántas veces tengo que decírtelo?
Detrás de la puerta escuchó correr el agua en la bañera.
—Lo de aquella noche lo hice sin pensar.
—¡Por favor no mientas! —gritó ella.
—No miento, ¿qué ganaría?
—Claro que mientes.
—No ganaría nada diciéndote mentiras —tenía la cabeza pegada a la puerta y trataba de escuchar.
—No ganarías nada, pero yo perdería —dijo ella—. Y así eres tú a veces.
—Por favor…
—La llamaste y fingiste no saber que yo escuchaba.
—No volvamos a discutir por lo mismo.
—"Me caso el viernes veinticuatro", dijiste. "Feliz cumpleaños, cariño", dijiste. Eres una basura, Ulises, una maldita basura. Querías joderla pero también querías joderme a mí, hacerme perder, quitarme esto. Me arrebataste la fecha por pura crueldad. ¡Y desde el principio, para acabarla!
—No fue así.
—¡Claro que lo fue, pinche hipócrita! —gritó ella y arrojó la botella de shampoo a la puerta. Comenzó a llorar.
El seguro estaba puesto y Ulises forcejeó unos instantes. Finalmente se agachó y deslizó la tarjeta por debajo.
—Mimí, tómate el tiempo que quieras —dijo, y salió del cuarto.
No supo cuánto tiempo había llorado cuando finalmente se calmó y dejó la bañera. El cansancio llegó de golpe al verse en el espejo. Notó ciertos nuevos defectos aquí y allá, pequeños detalles del paso del tiempo. Pero seguía siendo ella: estaba el pelo negro y rizado, la nariz, las cejas gruesas. Todavía tenía el sostén en la mano. Se lo puso, apagó la luz y salió del baño. La habitación estaba a oscuras, a excepción de una pequeña luz naranja que se movía de cuando en cuando. Forzó la vista: Ulises, sentado en un sillón cercano a la cama, cerraba los ojos cada vez que el cigarro se acercaba.
—El calor es dañino para la vista —dijo.
—¿Por qué no encendiste la luz?
—No sé, Mimí, por ninguna razón. La toalla está en la cama, por si la necesitas —echó la cabeza hacia atrás y el humo ascendió hasta el techo lentamente.
Ella observó en silencio la lucecita, el traje rojo, la barba falsa, fijamente, como si estuviera en trance, hasta que a lo lejos, en alguna casa vecina o quizá en el callejón de atrás, escuchó el grito de un hombre, y de pronto, todavía sin decidirse a decir nada, sin saber qué hacer, cómo sentirse, estuvo segura de que afuera de la habitación el mundo aún existía.
—Llamé a mi jefe para decirle que no iría a la posada, también cancelé en el restaurante. Hoy no es buen día para celebraciones, tenías razón. ¿Mimí? —la llamó, pero ella, envuelta en la toalla y ya en la cama, le había dado la espalda.
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*Jorge Zúñiga (Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, 1988) es narrador y ensayista. Actualmente es becario de la Fundación para las Letras Mexicanas en el área de narrativa.