Hace unas semanas, la Orquesta Sinfónica de la Universidad Autónoma de Tamaulipas ofreció un concierto dirigido por Ernesto Rosas, en el cual se presentó la obra “Tres Paisajes del Noroeste Mexicano” del compositor bajacaliforniano, José Enrique González Medina
Esta es una pieza que pocos han visto en escenarios del país, pese al reconocimiento del maestro González.
“Hoy me van a tocar junto a Tchaikovsky” bromea el maestro durante una charla con MILENIO Tamaulipas, un simbolismo sobre la poca difusión de la música clásica de nuevos compositores.
La pieza orquestal cuenta, la culminó tras varios años de trabajo, en 1997, para ser presentada con la orquesta de Matanza en Cuba; ha sido tocada en México en un par de ocasiones más, lo cual toma significado especial que haya llegado a Tampico, gracias al maestro Rosas, de Ensenada, con el cual ya ha compartido proyectos, y en esta ocasión, a manera de homenaje.
Catedrático en la Escuela Superior de Música, González Medina señala que la promoción de la música de compositores nacionales sigue limitada, y que se pueda ejecutar una pieza en un escenario como el Metro gracias a un esfuerzo adicional, es un aliciente para todos.
“La gente viene a escuchar a Tchaikovsky, de otra manera no vendrían a escucharla... ayuda mucho que se haga así, hay muchas obras de muchos compositores mexicanos que son espléndidas, pero no se conocen” señala el originario de Tijuana.
Una situación ideal
Explica su posición al respecto: “Esta es una situación para mi es ideal, hace año presentaron una obra orquestal mía entre un concierto de Mozart y una sinfonía de Beethoven, y solo pensé aquella vez ‘¡estoy entre Mozart y Beethoven, ¿qué más puedo pedir?” relata.
El que las obras de compositores nacionales no se conozcan es un círculo vicioso que se origina desde varios puntos: de los músicos, maestros, comunicadores, y hasta el público, porque no se hace el esfuerzo de ver otras cosas.
“Hay muy poca difusión en el radio, pon una estación con música clásica y presentan 200 obras, 300 obras, y son grandiosas por supuesto y hay gente que no los conoce, pero también hay mucha música mexicana que no se toca, no se le pone atención” y detalla que hay obras más allá de Huapango de Moncayo o Danzón de Arturo Márquez.
Otra falla se da desde las escuelas de música donde los maestros no le ponen atención al repertorio mexicano.
“Hay tanto material, pero no se cubren, muchas obras increíbles quedan dobladitas en la biblioteca, pero los mismos maestros muchas veces no las conocen, no se han dado el tiempo y pues menos los alumnos, pero deben tener iniciativa, es una labor conjunta del músico y el público, los primeros hacer el esfuerzo por estrenar o presentar una obra que no haya tenido mucha ejecución, y el público a jugársela”
Un oído con intención
El público también debe acostumbrarse, dice, necesitamos “un oído con intención”, subraya, “pero somos muy conservadores, a mi me gusta la nieve de pistache y no probaré nada más, sin pensar que hay muchos otros sabores”.
ELGH