A través de supervisiones arqueológicas del INAH recuperaron un poco de la historia de Tampico pues encontraron botellas de cerveza, un producto que, señalan, es ampliamente consumido desde hace aproximadamente un siglo, dadas las altas temperaturas que se registran durante el verano en la ciudad.
La investigadora del Centro INAH Tamaulipas, Seidy Guadalupe Velázquez León, informó que se hizo una supervisión arqueológica en el Museo de la Ciudad Tampico, entre septiembre y octubre del año pasado.
La revisión condujo al hallazgo de la probable existencia de un basurero que, con el paso del tiempo, preservó elementos que hoy se consideran de valor histórico, como tiestos de elegantes vajillas: teteras, soperas, platones o bandejas, jarras, platos y tazas elaborados en porcelana y loza fina inglesa.
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Además de dichos fragmentos de vasijas, se hallaron algunas piezas completas, entre ellas, 30 botellas de cerveza, un producto que, dadas las altas temperaturas que Tampico registra en el verano, es ampliamente consumido desde hace aproximadamente un siglo.
“De ese total de botellas, 10 son de cerveza de jengibre, una bebida típicamente inglesa, lo cual nos vincula con la época del auge petrolero de Tampico, cuando a inicios del siglo XX numerosos inversores británicos llegaron a México para formar parte de esta industria, lo que implicó la importación de muchos de sus hábitos en alimentos y de sus bebidas”.
Las 20 botellas restantes, agrega la arqueóloga, conservan las inscripciones que denotan su elaboración en la Vidriera Monterrey y en la Cervecería Cuauhtémoc de Monterrey, Nuevo León.
Otro hallazgo relevante fue una botella de algún producto de la Botica Americana ‘Dr. Adolfo Autrey’, la cual abrió sus puertas en Tampico hacia 1892.
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Se plantea que las botellas y los tiestos, cuya limpieza ha finalizado, puedan integrarse a las colecciones del propio Museo de la Ciudad Tampico.
Este sitio se caracteriza por su arquitectura beauxartiana y conocido por los tampiqueños como Casa Fernández, nombre que toma del empresario Luciano Fernández Gómez, quien encargó su construcción y la habitó a partir de 1926, se concentraron en un área de 43 metros por 22 metros, aproximadamente, que correspondía a un antiguo patio de la residencia; espacio que se readecúa para ampliar las instalaciones y servicios del inmueble.
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EAS